miércoles, octubre 10, 2012

Salmonicultura, una recuperación que hay que cuidar

 Salmonicultura, una recuperación que hay que cuidar


En medio de la crisis del virus ISA, nadie duda que las empresas salmoneras fueron capaces de adoptar decisiones drásticas conducentes a establecer un conjunto de medidas en materia de bioseguridad y en el modelo productivo que eran imprescindibles para superar la crisis y minimizar riesgos de este tipo a futuro. Aunque se cuestione su oportunidad y profundidad, no se puede desconocer que fue un logro básico para recuperar la más importante actividad económica de las regiones de Los Lagos y de Aysén.

Sus efectos no se hicieron esperar, demostrando que el verdadero origen de la crisis estaba más en la forma de producción que se venía sosteniendo en Chile, que en un evento epidemiológico puntual e inevitable.

Había que cambiar la forma de producir y los sistemas de seguridad en torno a ella. Estos elementos inspiraron el cambio de esta industria y se apoyaron además en una nueva regulación y una fiscalización más coherentes y potentes.

Además de crear las herramientas necesarias para que las cosas cambiaran, la disciplina de las empresas fue clave en la recuperación. La cosa no habría caminado si una fracción importante de empresas se hubiese puesto al margen del cumplimiento de los acuerdos voluntarios y de las normas. La propia asociación de empresas salmonicultoras (SalmonChile A.G), los bancos y el Estado establecieron varios mecanismos de vigilancia y pusieron más ojos sobre la actividad acuícola, a la ya permanente atención que sobre el sector mantenían un conjunto de organizaciones civiles. Nadie se quejaba de esto, parecía un camino inevitable y necesario dado que los mecanismos de autocontrol no habían funcionado. Había que demostrar que sobre otras bases, la industria era viable y sostenible en el largo plazo, como para atraer los recursos necesarios para superar una crisis que requeriría muchos recursos financieros.

Ya en el segundo semestre del 2009, o sea sólo 2 años después de la declaración del primer caso de ISA en Chile, se evidenciaron cambios en la respuesta biológica de los peces aumentando las tasas de crecimiento, disminuyendo drásticamente las mortalidades, mejorando la conversión de alimento. En suma los peces gozaban de una mejor condición de bienestar que se expresaba en su rendimiento productivo. Era el comienzo de la recuperación, que hizo que comenzara gradualmente a mejorar la producción de agua dulce (primera etapa del cultivo de salmones) pues se requerirían más peces en el mar en los años venideros. Luego le seguirían más siembras en los centros de mar. El entusiasmo se reforzaba con precios sostenidamente altos y se mantenía en general la disciplina de cumplimiento de las medidas voluntarias y normas de la nueva industria.

No obstante, el tiempo y los buenos resultados productivos han hecho perder la memoria a algunos. Aunque cueste creerlo, ya hay algunos indicios de prácticas irresponsables que deben ser rápidamente erradicadas. Hay quejas dentro de la propia industria que indican que han comenzado a observarse siembras masivas en zonas reconocidamente sensibles y frágiles; densidades de cultivo en algunos centros, todavía similares a las de la pre - crisis que demostraron ser excesivas, particularmente en zonas sensibles; no vacunación de los peces en agua dulce como lo establecen las normas y acuerdos; faltas a las normas en el manejo zonal; relajamiento de las medidas de bioseguridad, haciéndose nuevamente evidentes, entre otros, los camiones que transitan chorreando agua en nuestra carreteras - en una muestra visible de negligencia. No es aceptable que esto ocurra nuevamente. Hubo un costo social altísimo que no puede ser ignorado como para aceptar un relajamiento irresponsable, especialmente ahora que los bajos precios generarán presión para la reducción de costos, que algunos parecen no dudar en hacerlo en los campos de la seguridad de las operaciones productivas.

Hay más ojos puestos en la salmonicultura y una declaración explícita de sus asociaciones de no amparar malas prácticas. Para que todo esto no sean solo declaraciones de buenas intenciones, industria y Autoridad deben dar señales claras y sostenidas que las conductas irresponsables son sancionadas oportuna y drásticamente. Habrá dos regiones agradecidas de un esfuerzo como este, para que no vuelva a repetirse una crisis que puede ser evitada o al menos mitigada, si se respetan las buenas prácticas y normas establecidas con tanto esfuerzo.

Adolfo Alvial
Asesor, Licenciado en Biología Marina, MBA

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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