Cuando en Davos se habla sobre Copenhague, aumenta la temperatura en la sala de conferencias. Y es que dos meses después de la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático celebrada en la capital danesa, muchos siguen consternados por la escualidez de sus resultados: una inofensiva declaración que no comprometió a nada ni a nadie que no quisiera suscribirla; y eso que la conferencia fue planeada con años de antelación. Sin embargo, los expertos en materia ecológica y climática han dejado claro en el Foro Económico Mundial que hay razones para confiar en el éxito de la próxima cumbre sobre el clima a celebrarse en Cancún, México.
Atizando el debate
Las esperanzas cifradas en la próxima cumbre sobre cambios climáticos son pequeñas y los voceros de organizaciones no gubernamentales y representantes de países no industrializados se quejan de que al debate ya no le queda energía. Yvo de Boer, Secretario Ejecutivo de la a Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), intenta revivirlo junto a otros colegas que no sólo son especialistas en la materia, sino también críticos observadores de los factores que sabotearon la agenda de Copenhague.
Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Yvo de Boer."Parte del caos que se evidenció cuando nos reunimos en Dinamarca se debe precisamente a que 120 naciones atendieron a la cita y expresaron preocupaciones contrastantes", explica de Boer, enfatizando que no todo salió mal en Copenhague. Un grupo de países redactó una declaración en donde se establecieron límites máximos para el aumento de la temperatura global y acuerdos financieros para acelerar la reducción de las emisiones que propician el calentamiento de la atmósfera. Además, también Gobiernos de talante escéptico como los de Estados Unidos y China acuedieron al encuentro. Pero, en realidad, la meta era otra muy distinta.
Aprender de los errores
El objetivo concreto de la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático de Copenhague era redactar una declaración jurídicamente vinculante que estableciera cuotas específicas de reducción de emisiones para cada país. En eso insiste Shyam Saran, asesor en materia climática del Gobierno de la India, cuando dice: "Las cuatro economías emergentes más grandes queríamos alcanzar una meta común y vinculante en ese foro. Y no lo logramos porque, entre otras cosas, la cuestión climática fue mezcló con cuestiones políticas. Eso dificultó muchísimo la búsqueda de una respuesta común".
La tarea de reanimar el espíritu de la colaboración en este ámbito ha recaído tácitamente en el presidente de México, Felipe Calderón, anfitrión de la XVI Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático; él se ha propuesto estimular la confianza entre las partes que casi terminaron enemistadas en la conferencia de diciembre de 2009. "Debemos aprender de los errores de Copenhague. Para eso quisiera escuchar a todas las voces y sentar a todos los países en una mesa; debemos entender que hay muchos y muy diversos intereses en juego, y que esos intereses son legítimos. Yo quisiera hallar un modelo de negociación en el que podamos trabajar juntos todo el año", anunció Calderón en Davos.
¿Realismo o realismo mágico?
Calderón propuso que los jefes de Estado y otros representantes gubernamentales comiencen a conversar a través de video-conferencias regulares a partir de la semana entrante para desatar los nudos y las marañas propiciadas por los distintos intereses, subrayando que se trata sobre todo de intereseseconómicos. Después de todo, las medidas hasta ahora sugeridas para detener el calentamiento global cuestan dinero y los gastos de ese tenor no son bien vistos por nadie, aún cuando, algún día, esas inversiones demuestren haber valido la pena.
De ahí que la premisa de Calderón rece: "Debemos descubrir un mecanismo económico que estimule tanto a los países industrializados como a los no industrializados a invertir en proyectos que protejan al medio ambiente y, en consecuencia, eviten el calentamiento global. Sólo entonces encontraremos una solución concreta al problema". El talante realista de Calderón y su aparente disposición a comprometerse en materia ecológica como mandatario de un país en vías de desarrollo parecen haber impresionado positivamente a los testigos presenciales de su discurso en Davos.
México se compromete
"México reducirá su producción de emisiones en un 30 por ciento de aquí al año 2020. Nosotros estamos luchando contra la deforestación y estamos reformando nuestras industrias, estamos invirtiendo en infraestructura que no daña al medio ambiente. Todo eso le sale muy caro a un país como México, pero nosotros hacemos nuestro aporte porque los ciudadanos van a sacar provecho de ello", señaló Calderón en Davos.
Autor: Manfred Götzke / Evan Romero-Castillo
Editora: Emilia Rojas Sasse