El economista peruano Hernando de Soto, fundador del Instituto Libertad y Democracia (ILD), conversó con América Economía sobre el difícil momento que viven los mercados financieros, las razones de la histeria reinante y las repercusiones que una posible recaída global podría tener en América Latina.
Mientras la mayoría de los economistas predicen recesiones globales y recetan políticas macroeconómicas para su recuperación, el peruano Hernando De Soto declara la bancarrota del primer mundo y apela a los beneficios de los sistemas normativos, el Estado de Derecho y las organizaciones políticas para evitarlas.
A través del Instituto Libertad y Democracia (ILD), centro de estudios ubicado en la capital peruana, Lima, fundado por el mismo De Soto y destacado por publicaciones como The Economist, Time, Forbes y Foreign Policy, ha desarrollado investigaciones y planes en conjunto con gobiernos de América Latina, África y Medio Oriente, para que los sectores marginados de la sociedad -entre ellos, indígenas y cocaleros- se integren al sistema económico a través del orden legal.
Antes de participar en la conferencia Festival of Media Latam (a realizarse entre el 12-14 de octubre de 2011), este economista conversó con América Economía y nos reveló su opinión sobre el difícil momento que viven los mercados financieros, las razones de la histeria reinante y las repercusiones que una posible recaída global podría tener en América Latina.
-Usted tiene una visión particular sobre las recesiones, ya que afirma que tienen una génesis jurídica, más que financiera. En el actual contexto de incertidumbre, ¿asevera lo mismo?
"Yo creo que ésta es una buena oportunidad de legalizar nuestros países. Si América Latina quiere escaparse de la maldición, tenemos que generar mercados internos"
-El problema que tenemos ahora es una continuación del 2008. La crisis financiera mundial es una contracción del crédito. Cuando baja la confianza, el crédito se contrae, se financian menos negocios, se produce menos, aumenta la desocupación y los precios caen, lo que genera más desconfianza y se vuelve a un círculo vicioso. Lo que están haciendo los países es meter dólares adicionales para estimular la economía, pero no está funcionando, porque los privados no producen todo el crédito que se requiere.
-Entonces, ¿cuál es la raíz del problema?, ¿qué es lo que hay que atacar?
-Existen una serie de indicadores que no funcionan. Primero, saber cuántas de las hipotecas en Europa y Estados Unidos pueden pagarse o recuperarse. Segundo, hace 15 años los balances de los bancos no existen porque tienen una contabilidad que no está en los libros (off balance sheet), al constituirse como entidades para propósitos especiales (special purpose entity). Se calcula que el 70% de los balances en EE.UU. están adulterados. Un tercer problema es que la mayor parte de los instrumentos financieros son derivados (hipotecas, garantías de bienes tangibles o intangibles, etc). Lo que se ha hecho es crear derivados de los derivados: se toma una hipoteca y se la pone en un papel financiero y se crea una liquidez. Otra persona agarra el mismo papel y lo une a otras hipotecas, más o menos riesgosas, y así sucesivamente se dividen y se crean distintos paquetes de valor que van al mercado. Se puede llegar hasta 16 generaciones de distancia que estarán en las arcas de un banco como un papel valor. Existen US$600 billones de esos papeles derivados (diez veces el PIB mundial). Este es el único papel en el mundo que no está registrado. Cualquier persona que está en el mercado financiero de Wall Street o Londres sabe que está prestando a gente que no tiene la seguridad de si está quebrada, porque no tienes los balances, ni los registros que digan los activos que tienen para respaldar su situación.
Es inevitable la profundización de la crisis, no importa cuánto dinero se ponga en el mercado, porque una gran cantidad de esos interlocutores pueden tener una enorme cantidad de estas reservas que no valen absolutamente nada. La crisis continúa con un círculo vicioso y lo único que evita su caída es que los gobiernos de EE.UU. y Europa aprueban presupuestos de apoyo y que en cualquier momento podrían parar.
-En ese sentido, diría que las medidas de la administración de Obama y la operación "twist" de la Reserva Federal de Estados Unidos, ¿son medidas inútiles que pretenden solo retardar el problema por un tiempo más?
-Algunos de mis artículos no se han publicado porque se los considera terrorismo financiero, y lo comprendo. Porque una salida es estar quebrados, creer que no lo estamos y seguir adelante. Pero el momento de la verdad llegó porque el método de poner más dinero no es suficiente. Esta es una crisis que Obama heredó y cuando llega al poder la crisis tal como la conocemos hoy ya había regresado hace cinco meses y no le quedó más remedio que seguirla. Supongo que parte de la ayuda es que la recesión actual ocurra suavemente o evitar una catástrofe hasta que pasen las elecciones del 2012 y que Estados Unidos y varios gobiernos europeos se encuentren en una posición más fuerte para asumir un programa de corrección a largo plazo.
-Standard & Poor's rebajó la nota de la deuda soberana de EE.UU., y de Italia confirmando el momento crítico en sus economías. Desde su visión normativa, donde el traspaso de los valores en documentos nos ayudan a transparentar los problemas de la sociedad, ¿tiene una opinión sobre el papel de estas auditorías?
-Al principio creía que las auditorias eran útiles porque son una fuente de información más. Pero evidentemente se ha dado un punto en que los países del norte no hacen su propia investigación, sino que todo el peso se lo dan a unas evaluadoras. A mí me encantaría conducir mi vida con una evaluadora, pero la vida real no es así, el riesgo lo calcula uno mismo. Un evaluador solo es una opinión y muchas veces se equivoca, como Lehman Brothers que le habían dado AAA a todos. Es una opinión entre otras y que no substituye un examen de un registro, un balance o un informe certificado.
-Si la Unión Europea llega a un acuerdo con la situación de Grecia y los países con superávit del bloque tienen la voluntad de seguir apoyando a los más vulnerables en términos fiscales, ¿qué futuro ve en el euro como moneda única?
-Va a ser muy difícil. El Euro es lo que tienen en común, pero como no tienen políticas fiscales, políticas monetarias, ni políticas para cambiar el registro de bienes en común, se les hace difícil la coordinación. Es posible tener la voluntad de mantener una sola moneda, y espero que ocurra porque me parece importante la integración de Europa para la paz mundial, pero también es posible que los ciudadanos de los países que tienen superávit, como los países nórdicos y Alemania, se rebelen porque sus ahorros se están utilizando para rescatar a griegos, italianos y españoles, y que por políticas internas se termine el asunto. En todo caso, de que el euro está amenazado, es absolutamente cierto.
-Un escenario de recesión, ¿cómo podría afectar a América Latina, considerando que existen economías más desarrolladas o globalizadas, como Brasil o Chile, y un bloque bolivariano representado por Venezuela, Ecuador o Bolivia?
-Nos puede afectar de manera distinta. En 2008 todas las bolsas cayeron: Nueva York, Santiago y Lima, a pesar de tener acciones distintas. Una de las tantas formas en que afectan las recesiones es que las expectativas son muy contagiosas, aunque vivamos en realidades distintas. También es cierto que los latinoamericanos caímos menos, pero caímos. Lo estamos viendo, la recesión de Estados Unidos está haciendo que nos compren menos minerales y sus precios están cayendo.
En el caso peruano, cuando vino la recesión, el gobierno hizo su programa de ayuda fiscal: condonó deudas, impuestos y metió dinero en la economía. Pero como una buena parte del Perú, al igual que Bolivia, Venezuela y los países indo americanos, la economía es informal o al margen de la ley, los recursos no llegaron. Y pasó algo sorprendente: tuvimos un problema en la selva peruana, donde la gente anda solamente con paños menores, porque cayó el empleo y la capacidad de generar riqueza entre 15% a 20% en algunos casos, porque esa población vivía del turismo, de las ventas de hierbas y artesanías. Parece que estamos más globalizados de lo que nosotros hubiéramos esperado.
-Sería más adecuado aseverar que en una situación adversa, más que afectar a los países de acuerdo a sus distintos niveles de desarrollo productivo, ¿los efectos serán más evidentes según la solidez de su sistema legal?
-Yo creo que ésta es una buena oportunidad de legalizar nuestros países. Si América Latina quiere escaparse de la maldición, tenemos que generar mercados internos. Eso significa, desde Bolivia hasta México, registrar la mayor parte de nuestras empresas que no están en los libros y que se constituyan como sujetos de crédito, para así crear mercados internos que nos van a ayudar un montón.
Hay que darse cuenta de que hacer eso no es una tarea macroeconómica y que la crisis no solamente tiene soluciones financieras o monetarias, que es una pequeña fracción del total. El día que nos demos cuenta de que las soluciones son políticas y legales estaremos en camino de corregir las causas del problema.
-Pero la región también tiene elementos positivos en el ámbito financiero. El Deutsche Bank publicó una proyección para este año de que la banca latinoamericana será la más rentable junto con la asiática...
-Eso es cierto. Porque no ha emitido dinero para entrar en los mercados derivados, tienen balances más exigentes y que son difíciles de esconder. Por trabajo, muchos latinoamericanos teníamos dinero afuera y lo hemos traído de vuelta a nuestros países porque está mejor administrado. En parte, porque la banca no es tan sofisticada y no se ha metido en productos tóxicos. El resultado es que tendría más confianza en nuestra banca que en la de afuera.
-La economía en la región aún descansa en la transacción de los commodities, ya sea el cobre, la soja, el café, el maíz. ¿Habrá otra alternativa de desarrollo?
-Es evidente que hay que hacer algo más para no depender de ellos. Un buen ejemplo es Sudáfrica cuando la desvincularon de la economía internacional por su política del apartheid. Los sudafricanos empezaron a crear industria y a generar productos que entraron al mercado internacional y, al mismo tiempo, depender del mercado interno. Hoy es una buena oportunidad para comenzar a limpiar las cosas. La riqueza se produce por gente que sabe combinar cosas (contratos, propiedades, mercados, etc.), y eso nos forzará a tener políticas y salir de nuestros problemas sin depender de la frustración de un metal en la Bolsa de Londres.
-¿Qué opinión tiene del rol internacional de China y su relación con las economías latinoamericanas?
-China tiene muchas lecciones que darnos de cómo un país del tercer mundo puede organizarse y cómo hacer las cosas. Por otra parte, integra la economía global y es interdependiente de nosotros lo que significa menos posibilidades de una guerra. Por último, es un actor importante en el mercado que no desea por el momento asumir toda su responsabilidad, pero va a tener que hacerlo. Es decir, va a ser parte del mundo global y probablemente ayudarnos en ese sentido.
Por otro lado, hay una complementariedad interesante con América Latina porque necesita de nuestros recursos mineros y naturales y eso sería una nueva fuente de inversión. Habría que ver de qué manera eso desarrolla nuestra capacidad de tener una gestión. Yo creo que la venida de China al mercado latinoamericano es una opción que no deberíamos desaprovechar, para aprender de ellos y para hacer las inversiones adecuadas en condiciones nuevas.
-Existe una visión generalizada de que el narcotráfico se instaló en nuestros países y es un problema evidente en gobiernos como México y Colombia. ¿Cuál es la mejor manera de erradicarlo?
-Para cada país es distinto. Para Colombia, Bolivia y Perú no solo es un problema de comercio, sino de producción de recursos naturales y hay miles de personas que viven de esa coca, amapola o marihuana.
Cuando atacamos el problema en el Perú había una estrategia, ya que intentamos asimilar al cocalero a la economía nacional, pero atacando al narcotraficante. Hacer la guerra es ponerse en la situación de que existen miles de familias que viven de esos recursos y considerando el tamaño del ejército y la policía peruana era una guerra que íbamos a perder. Si decidimos, como lo hizo el presidente Calderón, declarar la guerra de frente, no sé si se pueda ganar, tomando en consideración que esos métodos han existido antes.
Falta una organización que nos permita ver la situación de manera global y revisar junto a Estados Unidos y los países del norte cuáles son las guerras contra el narcotráfico que se ganan o no se ganan.
-Volviendo a su país, al Perú, usted no apoyó la candidatura, ni el proyecto político de Ollanta Humala. ¿Cuál es la opinión de los dos primeros meses de su presidencia?
-No dudo que su intención verdadera es cambiar un Perú por otro más justo. Está empapado de esa visión. La pregunta es si con su primer programa de gobierno y con esos métodos estatistas -que para mi son marxistas-, va a llegar lejos. Efectivamente llegó al poder y ha hecho cosas muy prácticas, muchas de ellas buenas. Se ha dado cuenta de que no hay 20 modelos económicos, sino uno: la economía de mercado. Espero que las cosas sigan funcionando bien, pero estamos a uno o dos meses. En la mayoría del Perú existe un ambiente de optimismo cauto, del que yo formo parte.