El empresario rancagüino, y dueño de Graneles del Sur, Gonzalo Vial, llegó el viernes hasta el Juzgado de Garantía de Rancagua para querellarse en el caso Caval por el delito de estafa contra todos quienes resulten responsables. Ello, pues se habría sentido engañado por los servicios que le prestó la firma de Mauricio Valero y Natalia Compagnon, por los cuales pagó mil millones.
Sin embargo, este no habría sido el único pago de Vial, puesto que también habría pagado a Compagnon para la elaboración de informes relativos a un supuesto fraude que acechaba a su empresa. Según consigna en la querella, en 2012 Vial dice que se reunió con Compagnon, quien le dijo que tenía una empresa que se llamaba Caval, donde trabajaban profesionales de todas las áreas.
Luego, agrega el documento, se integraría a estas citas de trabajo Mauricio Valero, quien -según el empresario- "comenzó a ofrecerme realizar gestiones y trámites de dudosa legitimidad ante diversos servicios públicos, tales como el SII (Servicio de Impuestos Internos)".
Esto motivó a Vial a separar de las reuniones a Valero, estableciendo su relación comercial "estrictamente con la señora Compagnon". Finalmente, el acuerdo sería que Caval asesorara a Graneles del Sur en negocios mineros y portuarios por los cuales la empresa de Vial pagó mil millones de pesos.
Como el trato del empresario era directo con Compagnon, Vial dice que le comentó a la nuera de la Presidenta que tenía sospechas de un complot en su contra, dentro de la empresa. "Caval ofreció sus asesorías, también, en temas de seguridad y detección de fraudes a través de expertos de su empresa y/o externos, razón por la cual, al poco tiempo comenzó a entregarme información y documentos, que daban cuenta de maquinaciones de ejecutivos, cuyo objeto aparente era defraudar a mi empresa", expone en su querella.
Por este servicio, Vial dice que se le entregaron "carpetas con supuestos correos, entre gerentes y ejecutivos relacionados con mis empresas (...) De acuerdo a lo que me señalaba la señora Compagnon, había sido obtenida -desde la internet- por un experto". Por estas "asesorías", dice Vial, "no se celebró contrato alguno, ni existen facturas directamente asociadas a ellas".
Sin embargo, en la querella, Vial explica que en marzo de 2013 vio que ninguna de las dos asesorías por las que le pagaba a Caval avanzaba, ni las portuarias y mineras, ni las relativas al supuesto complot en su empresa. Es por eso, que puso fin al acuerdo, pero por recomendación de Compagnon contrató a Victorino Arrepol, ex asesor de Caval.
Este último, no obstante, le habría confesado que "él era quien había detectado actividades fraudulentas por parte de empleados a mi empresa, y para mi sorpresa, que en Caval se había manipulado la información que me entregaban sacando y/o poniendo información con el objeto, en definitiva, de obtener más dinero de mi empresa". Vial dice que después que se destapó el caso Caval decidió romper relaciones con la empresa y Arrepol.
El supuesto engaño
Para fundamentar el delito de estafa, Vial reveló que, además de haber sido engañado con la información de su empresa, también habría sido estafado con los informes mineros y portuarios. "No son más que copias -a las que no se les cambió ni una coma-, obtenidas de trabajos publicados en la internet por terceros ajenos a Caval, varios de ellos, incluso, protegidos, por el derecho de propiedad intelectual", dice en la querella.
Para probar esto último, Vial adjunta una serie de enlaces de internet que dice son iguales a los que le vendieron. "Ha existido engaño, al atribuir, por parte de la señora Compagnon, la autoría de los informes referidos a Caval o, en su caso, a terceros contratados especialmente a estos efectos (...) Esta falsa representación de la realidad, a su turno, motivó el pago -disposición patrimonial-, de $ 1.000.000.000 por trabajos que nunca, en realidad, se realizaron", expuso.
Finalmente, Vial copia antecedentes entregados por Caval y pide citar a declarar a los autores originales de la información que se habría atribuido la empresa Compagnon y Valero.