Construir una sociedad para todos Profesor Honorario de la UBA | Bernardo Kliksberg | |
Este Foro es un modelo de cómo articular, lo que no es sencillo en ninguna sociedad, pero tampoco particularmente en la Argentina, donde ello no ha sido fácil. El Foro nos muestra cómo articular todos aquellos sectores que están tan bien representados acá, cómo articular empresarios, sociedad civil, ONGs, el pluralismo religioso en todo su espectro, los medios masivos de comunicación y muchos otros actores. Los proyectos del Foro Ecuménico Social son muy valiosos para todos, para el país y para el continente. Mis felicitaciones a los que llevan adelante esta labor. Uno de los expositores decía que la Responsabilidad Social Empresaria no es un tema de las empresas sino -más que todo- de los empresarios. Lo voy a simbolizar saludando a uno de los empresarios más distinguidos de la Argentina, que se ha ocupado siempre de este tema durante muchos años, de este modo, como persona, como ser humano, que es Julio Saguier, el presidente del diario La Nación, que nos está aquí acompañando, y yo soy testigo de su incansable entrega a los ideales que ustedes están propulsando. En un país que siempre se debate en una autocrítica implacable, creo que hay muchos motivos para que ésta sea realmente una ocasión estimulante. Voy a dar tres motivos para sentirnos muy entusiastas con estas iniciativas, la de las pasantías que ha llevado adelante el Foro Ecuménico, la del Premio al Emprendedor Solidario y ahora la del Premio Latinoamericano a la Responsabilidad Social. En primer lugar, porque los trabajos que hace el Foro tienen una agenda muy relevante. Es muy significativo que se llame Foro Ecuménico Social y en el centro de los trabajos esté lo social. Hay muchos foros muy significativos, absolutamente válidos todos ellos. Pero yo dudo que haya un foro más útil para todos nosotros que éste, porque está obligándonos permanentemente a saber que lo social está en el centro. Y cuando digo esto estoy pensando lo que decía el obispo Jorge Casaretto en estos días, cuando desde su nueva responsabilidad como director de la Pastoral Social de la Argentina señalaba a todo el país que hay 400 mil familias que están fuera de toda protección de la sociedad. Esto significa que más de 1.600.000 personas están fuera de protección de ninguna índole en una de las sociedades más ricas potencialmente de este continente. Esto es lo social. Y lo social es también que en este país, en este continente -la cifra desgraciadamente es la misma- uno de cada cuatro jóvenes directamente está fuera del mercado de trabajo y fuera del sistema educativo. Uno de cada cuatro de los jóvenes a los que se hizo referencia en este excelente proyecto del Foro (Prácticas Educativo Laborales) no tiene actualmente la posibilidad de tener una práctica de ninguna índole porque son lo que llamamos los jóvenes excluidos. Son el 25% de toda la población joven en el continente y en el país. Estas son mediciones absolutamente confiables y unánimes por otra parte. Esos jóvenes están mucho más atrás de donde nosotros estamos llegando con los proyectos; no son siquiera "la base de la pirámide", como se la llama actualmente. Y la cuestión es cómo abrirles una puerta a la vida. Si no les abrimos esa puerta, desgraciadamente les estamos abriendo una puerta al infierno. Son vulnerables a las posibilidades delictivas, al sentir el nivel de injusticia que esta exclusión permanente significa en su vida, y al no tener respuesta. Me preocupa profundamente, creo que a ustedes también, que cuando hay problemas sociales importantes en un país y en un continente, la víctima número uno, antes que los jóvenes, que los niños y que todos, es la familia, que es la base absoluta y total de lo que le va a pasar a los jóvenes y los niños, a cada uno de nosotros. Eso desgraciadamente no es una suposición, es estadísticamente, absolutamente, verificable. Las investigaciones recientes sobre la familia en la región dan resultados que llaman a reflexión. Se realizó una investigación sobre lo que piensan los jóvenes latinoamericanos sobre la familia en una cantidad de países. Se midió la credibilidad de las instituciones sociales y la credibilidad de la familia. Las dos únicas instituciones que tienen credibilidad altísima son las iglesias de todas las expresiones y las familias. Las familias tienen 95 % de credibilidad entre los jóvenes encuestados, en México, en Guatemala, Ecuador y Perú. Cuando se les pregunta ¿por qué? dicen que es el único lugar donde ellos pueden volcar sus confidencias, donde tienen una respuesta no condicionada por ningún interés creado, una respuesta afectiva pura, es el lugar donde se encuentra uno de los motores más importantes de lo humano, el amor materno. Freud lo describió magistralmente como "el único sentimiento no ambiguo que hay en el ser humano", porque siempre queremos y odiamos, admiramos y envidiamos, pero en el amor de una madre por su hijo no hay ninguna ambigüedad. Es la base de la familia. La familia es la base de todo. Hoy sabemos que es la base del desarrollo económico. No me voy a extender en este punto, pero mis trabajos al respecto están a disposición de ustedes. La otra encuesta es contrastante. Dice que todos los días en América Latina hay familias que no se llegan a formar por la exclusión social severa que sufre el continente. El 75 % de los jóvenes excluidos y muchos más que están por debajo de la línea de pobreza (41 % de la población total está en la pobreza en todo el continente y 35 % en la Argentina), en muchos casos no toman la decisión de formar una familia por razones de incertidumbres económicas severas. No pueden tener un hábitat mínimo y no tienen garantizado el mínimo de ingresos. Esas incertidumbres provocan la tasa de renuencia a formar familias, que está subiendo en muchas realidades de nuestro continente. Por otra parte muchas familias son destruidas. Las dificultades económicas graves pueden poner a prueba a cualquier familia de cualquier sector de la sociedad. En la Argentina tuvimos una experiencia desastrosa y una de las mayores víctimas en los años '90 fueron las familias de clase media destruidas. Entonces poner lo social en el centro, como lo coloca el Foro Ecuménico Social, es propulsar lo que debiera ser la agenda central de nuestra sociedad, es hablarnos de los jóvenes excluidos, de las 400 mil familias que están fuera de cualquier programa de protección de ninguna índole, es hablarnos de lo que tiene que ver con los derechos más básicos de todo ser humano. Me parece muy importante que el Foro Ecuménico Social nos recuerde, desde esa concertación espiritual y al mismo tiempo desde esta concertación de la sociedad civil, esa agenda. En segundo lugar me parece absolutamente impresionante el mismo Foro. En esta reunión hacían señalamientos precisos, que implican la posibilidad de hacer cosas en conjunto. Este Foro es un modelo de cómo articular, lo que no es sencillo en ninguna sociedad, pero tampoco particularmente en la Argentina, donde ello no ha sido fácil. El Foro nos muestra cómo articular todos aquellos sectores que están tan bien representados acá, cómo articular empresarios, sociedad civil, ONGs, el pluralismo religioso en todo su espectro, los medios masivos de comunicación y muchos otros actores. En el Foro se están articulando -más que organizaciones- seres humanos para una empresa muy noble, con una transparencia, con un cuidado, con una delicadeza, con un tratar de que esto conserve su pureza, que a mí me merece el mayor de los respetos. Yo trabajo todos los días tratando de construir diálogos sociales en todo el continente y este Foro para mí es un modelo de referencia, y lo menciono con mucha frecuencia en mis trabajos en muchas ocasiones, en muchos lugares. Este es un segundo motivo para festejar. Mi religión es la judía- y en ella deseamos hasta 120 años como 20; que el Foro siga con la misma frescura, juventud, hasta 120 años. En tercer lugar, para pensar, para sentirse conmovido, es aquello que anima a un Foro Ecuménico. Finalmente el motor, el impulsor, se halla en el sentimiento espiritual que nos congrega a todos, que ha congregado a todas estas organizaciones. Ese sentimiento espiritual ha sido muchas veces desvalorizado por todo tipo de ideologías, de un extremo al otro del espectro ideológico, calificándolo de una especie de retorno a la prehistoria del género humano, de cuestión primitiva fincada estrictamente en el miedo. Lo real es que ha sobrevivido a los detractores de cuantas corrientes posibles como el sentimiento más potente que existe en el ser humano. Nuevamente me remito a mis encuestas. Hago todo lo que hago desde la ética pero en base a datos; y el día que alguien tenga una diferencia que me traigan datos. Las encuestas dicen abrumadoramente en América Latina que las instituciones con más credibilidad, junto a las familias, son las iglesias, en todos lados, desde Argentina hasta México. Entonces uno pregunta ¿por qué es así? Frente a la pérdida de credibilidad fenomenal de muchos liderazgos tradicionales en nuestras sociedades, eso no está expresando que la espiritualidad no tiene lugar. Está expresando todo lo contrario: que la espiritualidad -se pase por las crisis que se pase- sigue siendo la búsqueda central del ser humano. Si tuviera que dar mi pequeño granito de arena en este Premio Latinoamericano a la Responsabilidad de Empresas y ONGs que comienza, de esto que ya se ha hecho tan bien, permítanme por un momento hacer un pasaje por varias de nuestras religiones para señalar la profunda solidaridad que va unida a la espiritualidad en cada religión, la musulmana, la judía, católica, evangélica, protestantes. En todas las creencias donde la espiritualidad y la solidaridad están hermanadas. Suele decirse en las religiones orientales que "el que regala una rosa a otro se queda con el perfume en la mano". Ustedes deben estar bastante perfumados por vuestra acción solidaria y se quedarán con "la fragancia en la mano". Jesús de Nazareth nos enseñó a todos: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" y al amar a tu prójimo en realidad estás amándote a ti mismo, estás imitando el modo de amar de Dios. En el Antiguo Testamento, en el Levítico, se dice, terminantemente, "no te desentiendas de la sangre de tu prójimo". Está prohibido totalmente ser indiferente frente al sufrimiento de tu prójimo. La responsabilidad social tiene sus raíces ahí, es una teoría moderna y no es una cuestión de opción sino estructural, una obligación. En la civilización aymará, que tiene su epicentro en Bolivia, que cubre buena parte de Los Andes, se decía que hay que distinguir entre dos maneras de vivir. Una es el bienestar; tener bienestar no está condenado desde ya, y es disfrutar de un bienestar material, de las comodidades. Hay otra, que es diferente del bienestar, que es el bienvivir, que significa que uno está contento de cómo se ha comportado en la vida, está en paz consigo mismo y además se siente estimado por los demás, que consideran que uno es una buena persona. No basta el bienestar sino no se tiene el bienvivir, que es más importante que todo. El mismo tipo de sabiduría, aquí los amigos musulmanes lo podrán explicar mejor que yo, está en el Corán. En todas las religiones espiritualidad y solidaridad, que es lo que ustedes hacen, es la base. Creo que este modesto acto de hoy es muy importante para la Argentina porque pone en el centro de la agenda lo social, los excluidos, y porque muestra que con una amplia concertación de esfuerzos se puede hacer muchas cosas de gran valor y aportar a las políticas públicas, importantes contribuciones de la sociedad civil, como la que ustedes hacen. Este Foro Ecuménico tiene todo el futuro por delante, porque está basado en la espiritualidad, que es lo único que finalmente nos puede inspirar, fortalecer y orientar para construir sociedades éticas que derroten la pobreza y la inequidad. |