Chile:
Crop Check Tecnología optimiza los resultados del agro
La "lista de chequeo" nació en Australia. Su aplicación en Chile ha permitido mejoras de 20% y hasta 100% en rendimiento y rentabilidad en cultivos de maíz y arroz.
Para ir de compras al supermercado, para no olvidar las cosas en vacaciones o para los materiales escolares, hacemos una lista que vamos "tiqueando" a medida que la adquirimos. Pero a la hora de sembrar un cultivo no hay lista u otro sistema que podamos chequear para ver si se cumplen todos los pasos para que sea exitoso. Por eso cuando no se logra la rentabilidad esperada, no se tiene claro, o con exactitud, qué falló.
"Hoy una de las grandes falencias de los agricultores en Chile es que hay poco análisis de lo que realmente está ocurriendo. Siempre el análisis es de la orilla del potrero", comenta Rodrigo Acevedo de Fundación Chile.
Este problema sucede en el agro de todo el mundo.
Por eso en los ochenta los australianos buscaron un sistema que permitiera establecer los factores de efectividad y los que generan fallas. Así nació el chequeo de cultivos o crop check.
"La idea es medir diferentes partes del proceso, lo que obliga al agricultor a hacerse cargo del cultivo y observar para tomar mejores decisiones. Con esto durante el proceso puede establecer qué cambios mejorarán su resultado final y qué errores le han impedido lograrlo", dice Acevedo.
En Australia el modelo ya está implantado en toda su agricultura y países como Brasil y Filipinas ya comienzan sus proyectos. En Fundación Chile el sistema lleva cinco años, durante los que se adaptó la tecnología al país y se comenzó la prueba con pilotos para cultivos de trigo, maíz y arroz. Los resultados han sido más que positivos.
La "lista" tiene varias etapas. La primera es hacer un estudio del sector, donde se levanta información de su comportamiento y se establecen los puntos a revisar para conseguir un propósito específico que puede ser mejorar el rendimiento, acrecentar la productividad, hacer más eficiente la siembra, o lo que se determine como clave.
Con estos datos se reúnen grupos de agricultores, con un coordinador y asesores.
La idea es reunir al menos a 20 productores a quienes se les fijan los puntos de revisión de cultivos o la "lista de chequeo". La misión es evaluar el comportamiento de sus siembras y chequear todos los puntos que se fijaron, para después compartir su experiencia en reuniones globales. Así llegan a la cosecha sabiendo exactamente en qué fallaron y se les entrega un informe completo de sus terrenos.
"Su validez está totalmente comprobada, ya que en poco tiempo logramos cambios realmente significativos y mientras más puntos de chequeo hicieron, generalmente les va mejor. Además, hacemos una guía de trabajo que si el agricultor la sigue, debería lograr la meta", afirma Acevedo.
Y se trata de cosas básicas que implican cambios radicales. Por ejemplo, en el arroz se determinó que dentro de un determinado radio tenía que haber sobre cierta cantidad de plantas para que su rendimiento fuera el ideal. Cuando un determinado agricultor hizo la medición descubrió que no las tenía. Al hacer el seguimiento se encontró con que cuando le habían realizado la siembra, no fue utilizada toda la semilla que correspondía.
Quienes aplicaron el crop check, en los distintos cultivos en que se trabajó obtuvieron mejoras de entre 20% y hasta 100% en el rendimiento. Los cambios más radicales fueron en el maíz, donde un productor pequeño, que cosechaba 14 toneladas por hectárea, y tras seguir las recomendaciones, aumentó a 28 ton. Para cada caso las mejoras han variado de acuerdo a las fallas que se fueron detectando.
Así, se ha visto que si bien los factores de fracaso son muchos y muy particulares, en general son por malas prácticas y manejo, por plantar en el tiempo no adecuado o en forma errada.
En Fundación Chile explican que esto no es una receta infalible, pero sí es una orientación para tomar mejores decisiones. Claro que, como con toda tecnología nueva, la recepción es diversa.
"Hemos tenido unos muy entusiastas, otros que debemos arrastrarlos a venir y los que nunca se han querido sumar. Pero para todos el mejor incentivo es que terminan con más plata en sus bolsillos. Y han sido muy buenos para replicar el método porque siempre han obtenido promedios superiores en rendimiento", explican en la Fundación.
Tareas pendientes
El objetivo es que este "CropCheck" se extienda a todo el agro nacional.
El costo de aplicar un cropchek, al menos los realizados hasta ahora como proyectos piloto, alcanza a $400 millones por grupo de agricultores, lo que se traduce en cerca de $500 mil por cada uno. Hasta ahora las pruebas han sido realizadas por Fundación Chile con subvención estatal, pero el sistema no es aplicable para extenderlo al resto del agro en esas condiciones.
La postura de Acevedo es que se haga cargo una entidad gubernamental que lo administre y lo vaya enseñando en los distintos cultivos. De todas formas hay que buscar la fórmula para que se financie. Por tratarse de una iniciativa que se incorporó como permanente, en Australia el gobierno paga una mitad y los agricultores otra. Los expertos nacionales coinciden en que esta sería una de las mejores formas, ya que si queda todo en manos del Estado podría perderse con el tiempo.
$562 mil
es el costo promedio por agricultor para trabajar con este nuevo sistema de chequeo.
Involucra más al productor
"El Ricecheck obliga a los productores a meterse al agua". Así define Gustavo Cobo, jefe técnico de Carozzi, a la lista de chequeo para el arroz. Entró al piloto como asesor de los agricultores y reconoce que el sistema obligó a los productores a involucrarse más con sus terrenos.
"A diferencia de cultivos como las frutillas, donde el agricultor siempre está presente, en el arroz hay muchos que no participan de manera directa en el proceso", comenta. Para Cobo, la experiencia de trabajar con esta pauta simplificó el trabajo y lo sistematizó. No es lo mismo sembrar arroz que saber cuántas semillas poner por metro cuadradro", explica. El técnico pudo notar que mientras más puntos de chequeo seguían los agricultores, mejor era su rendimiento.
Para Cobo, antes de utilizar el ricecheck falta un paso fundamental: "que los agricultores se crean el cuento y trabajen como empresarios", ya que muchos, porque tenían terrenos pequeños, no querían profesionalizar sus sistemas, lo que al final les impedía mejorar sus rendimientos.
Llegar a los 150 quintales por há
Rodrigo Quiroz, agrónomo jefe del área técnica de Coopeumo -cooperativa productora de esa zona-, comenta que su experiencia en el piloto de maíz para grano ha sido muy enriquecedora. Con 20 agricultores de la cooperativa trabajando juntos durante dos años, han visto mejoras y han reconocido las fallas principales en sus cultivos.
"Para optimizar la rentabilidad de nuestra cosecha, las indicaciones técnicas están orientadas a mejorar la evaluación de los suelos y el control en el proceso de siembra para así cumplir la meta que es cosechar 150 quintales por hectárea", comenta Quiroz.
El agrónomo explica que para ellos toda nueva tecnología que mejore la rentabilidad de su producción es bienvenida, pues los 200 productores de la cooperativa tienen a cargo alrededor de 1.500 hectáreas, las que esperan que eventualmente logren el mismo rendimiento.
Por: Andrea Ortega Carreño
Fuente: diario.elmercurio.com