Por Eduardo Filgueira Lima (*)"Divide y vencerás" (Maquiavelo, N. "El Príncipe", 1513)
Desde tiempos remotos los gobernantes han buscado desde su posición de poder, acumularlo sin límites y perpetuarse.[1] El liberalismo político nace con J. Locke inicialmente como una expresión de poner límites al poder desmedido de la monarquía, transfiriendo la facultad del poder al soberano – "el pueblo" – y la posibilidad de rebelarse, si el gobernante fuera un déspota, tiránico y cruel, o no cumpliera con su deber de "proteger a las personas y sus derechos". Sin embargo la concepción de que el verdadero poder reside en la soberanía del pueblo, es frecuentemente desconocida (tanto más cuanta mayor ambición de poder existe en el gobernante) y genera una serie de tensiones entre gobernantes y gobernados.
Estas se expresan de diferente manera y constituyen los diversos medios de acción política.
Pueden y según las circunstancias, sostenerse en acuerdos o negociaciones, eventualmente cumplidos o no, ya que frente a los reclamos si los hubiere siempre el gobernante encontrará la escusa adecuada: crisis externas o aduciendo imponderables, circunstancias imprevistas pero ajenas, culpar a terceros, etc.
O también esas tensiones pueden enfrentar diferencias – circunstanciales o no – con diversos grupos, intereses, proyectos o simplemente ideas. Pero en este caso la acción política de quien gobierna puede recorrer diferentes estrategias.
Y ello es debido a que tiene a su alcance infinidad de medios para circunscribir el problema, negociar, o confrontar. Pero en todos los casos se trata de diluir el poder soberano del pueblo.
Nuestro gobierno ha tenido una de sus características precisamente en este punto y es donde frente a naturales diferencias siempre adoptó una actitud confrontativa, desde una posición de poder ha descalificado a quien se pusiera enfrente de su camino, intentó implantar un discurso hegemónico, no quiso ni siquiera discutir alternativas, desmereció las opiniones de quienes consideró sus adversarios políticos, los "ninguneó", atendió el teléfono de quien quiso y mantuvo en sala de espera a quienes no se alinearon con su discurso.
Todas estas acciones políticas incluyeron persecuciones (AFIP por medio) o desmerecimientos mediáticos de todo tipo y a toda hora ya que mediante la Ley de Medios incluso intenta hacerse del monopolio mediático, que ya en cierta medida tiene por la infinidad de radios, programas de TV, canales oficiales, bloggers, twitteros, etc. y discrecionalidad en la distribución publicitaria oficial.
Pero nunca parece alcanzar para acallar las voces que progresivamente se levantan al ver cercenadas sus libertades individuales o la desmedida confrontación a la que permanentemente somete el gobierno a sus opositores, que en los hechos considera enemigos.
Caben también la "compra de favores", las políticas populistas de neto formato clientelar, intercambio y posicionamiento de los "amigos" en los puestos relevantes de la burocracia administrativa del Estado y sus organismos descentralizados, encubriendo múltiples focos de corrupción, y usurpando toda "caja apetecible" para financiarse, a fin de que el "vamos por todo" tenga un verdadero sentido de posesión y poder.
También intervenir en cuestiones de los otros poderes, acomodando afines incluso en el poder judicial, para obtener fallos favorables en todas las cuestiones de su interés.
El discurso acompaña aún vacío, carente de sentido o contradictorio. Los que se oponen al proyecto son enemigos y desestabilizadores. El escudo parece perfecto: no hay voz que se pueda sostener en alto, si se la acusa de intentar "desestabilizar".
Tanto nos ha costado a los argentinos recuperar la democracia, que hasta la voz disidente en las ideas se acalla, si se la acusa de atentatoria contra la institucionalidad democrática. El que se opone desestabiliza, los medios opositores desestabilizan, los opinólogos desestabilizan, los que publican encuestas desestabilizan,… los que piensan desestabilizan !
Pero no lo hacen los que de cualquier manera – aunque digan barbaridades como las que salen de la boca del Sr. Jefe de Gabinete cada vez que opina, o el Sr. Secretario de Cultura, o "el bueno" del mismísimo filósofo J. P. Feinmann – se expresan en la primera línea de fuego, como los peones en el ajedrez, con cualquier argumento (por ridículo que sea) para defender lo aún indefendible.
Pero cuando nada de ello le ha resultado, el enemigo se hace evidente y su discurso no puede acallarse fácilmente, la estrategia que en múltiples oportunidades ha seguido el gobierno ha sido la de "dividir", tal como aconsejaba la política del Medioevo: "Divide y vencerás" Pero la política tiene caminos inesperados. El gobierno se encargó de dividir en cada caso que le fue necesario, para disminuir el poder de fuego del – y ahora "los" – oponentes. Que divididos y siendo más se podrían controlar de a uno por vez.
Y dividió y confrontó, pero nunca retrocedió, ni concedió,... porque ello podría interpretarse como una señal de debilidad y además convencido de que es el portavoz de "la única verdad", que debía consolidarse para reunir los atributos del discurso que legitima el poder.
Con el poder y sin contraparte el gobernante se atreve a todo (y "va por todo"), y puede llegar a hacer lo que se le ocurra, con total desparpajo: desde apropiarse de todo lo que le sirva y usarlo como mejor le sirva (ya sea planes clientelares o Futbol para todos, o….), intentar darle consejos al FMI, pretender dar cátedra en Harvard (sin contestar nada de lo que los asombrados estudiantes preguntaban), poner sin tapujos límites al destino de los ahorros de los ciudadanos (el cepo al dólar que les impide protegerse de la brutal pérdida del poder adquisitivo de la moneda), intervenir poniendo adeptos en el Consejo de la Magistratura, intentar digitar la Secretaría General de una CGT (también dividida) denominada "oficialista" y…. larga sería la enumeración.
Mientras se percibe una sociedad polarizada hasta la confrontación intolerante, pero no en dos partes, ¿en tres?,.. ¿en cuatro?,.. ¿en cinco?, en 40 millones !! porque cada uno se mira con desconfianza y con temor. Miedo a decir para ser descubierto en un pensamiento,.. en una palabra sospechosa de disidente,.. porque se presiente que se debe otorgar y el que calla otorga,… y no se debe disentir porque el disenso es reprimido hasta con la descalificación pública.
La verdad es que la estrategia de desunir y dividir a los argentinos logró que ya no nos reconozcamos, que nos miremos como desconocidos y que se vislumbre lejana – aún en las diferencias – la cohesión social. Y que refiere a un necesario consenso para lograr un proyecto de país que mejore de una manera posible los problemas más acuciantes que sufre una comunidad. Sin embargo "el relato tiene un tiempo". Tiene un tiempo de esperanzas, al que le siguen expectativas, tiene un tiempo de confusión cuando se contrasta el contenido del discurso y la realidad que a uno le afecta todos los días,.. y tiene un tiempo de manifestación del descontento y rebelión. Porque llega el tiempo en el que se caen las máscaras y se visualiza la realidad. Se amplía la brecha entre lo que el discurso pregona y lo que se percibe.
Así es como se ve que no son tan pocos los pobres en nuestro país (algunos estudios mencionan que alcanzan a la fecha el 33% de la población, mientras otros - en este caso ATE – la sitúan en el 37%), que las cifras del INDEC distorsionan todo: desde los índices de pobreza e indigencia, como los de inflación. Y se castiga o se limita a quienes publican cifras que corresponden a sus propios estudios. Hasta el Congreso ha debido publicar su propio índice de inflación. (Ver nota relacionada: "AQUÍ") Y el relato dice que la inseguridad "es una sensación", pero la realidad nos muestra – hasta ponernos paranoicos – que salimos de nuestra casa pero no sabemos si volvemos, y que los delitos contra la propiedad y la vida de las personas se ha multiplicado exponencialmente.
Se nos dice que no somos el país de América Latina con mayor delincuencia, pero no debemos compararnos con los peores, sino en lo que hemos sido y de no mediar la carencia de políticas adecuadas o de dejar de existir otras desafortunadas del gobierno, la situación no hubiera llegado a ser la que hoy vivimos.
Y sin hablar del uso de los recursos que debieran solventar a los jubilados, pero que se reducen a su mínima e indecorosa expresión, mientras los fondos del ANSES son utilizados para financiar "otras" acciones, útiles al gobierno.
La brecha entre el pretendido discurso y la realidad se amplía: hoy percibimos que no somos ni lo que se nos prometió, ni lo que podríamos ser.
Y entonces miramos al vecino (antes desconocido) y mutuamente nos compadecemos de sufrir lo mismo. También ambos nos decimos como sucede en el 79% de la población: "…si yo también he debido achicarme este año y no sé qué va a suceder a corto plazo,…"
No son la cadena del "desánimo", es la gente que vive una realidad distinta de la que le relatan.
Y los políticos se reúnen a puertas cerradas porque también perciben que la situación "se puede ir de las manos" y los puede arrastrar. Las provincias dado el discrecional reparto del RFCI y otros no automáticos se encuentran en rojo. Finalmente la división concentra el poder en el corto plazo,.. pero si el discurso por más vehemente que sea, por más empalagoso que sea, si es distinto a la realidad que se vive, entonces – en el largo plazo – "suma" voluntades.
Suma voluntades afines que se ven afectadas por la mentira y por el engaño cuando lo reconocen y a pesar de que se los dividió se juntan,.. y se expresan en el reclamo.
Tal como sucedió el 13-S: mucha gente (se calcula 1 millón en todo el país), con múltiples consignas, que salieron a expresar su descontento.
Después llegaron los desmerecimientos: "que eran de clase media acomodada",…"que reclamaban porque querían comprar dólares",.. "que les interesa más lo que pasa en Miami, que lo que pasa en San Juan",..
Una desaconsejable lectura: olvidaron que se nos sometió a la división,… pero llega el momento en que la división suma!! Y todos salieron a expresarse sin violencia, cansados ya de tanta mentira, desconcertados por los atropellos y desaciertos del gobierno – destinatario final de la protesta – marchando pacíficamente, casi al borde del asombro de tanta inconsistencia.
Nadie hubiera pensado que esa fuera la primera expresión masiva – un preámbulo de la primavera – que resultó inquietante para el gobierno. Tanto que ahora pretenden que tengan un líder que los represente: para dividir, tentar, ofrecer, deslegitimar, descartar,… como ya lo han hecho otras veces.
Hoy una expresión ha agregado su propia nota: las fuerzas de seguridad (Prefectura y Gendarmería), salieron espontáneamente a reclamar por salarios dignos salvajemente recortados (tal como para cantar: "si esto no es ajuste, el ajuste donde está"). Y se trata de una organización "verticalista", que a pesar de ello pasaron por sobre sus Jefes y también se expresaron ante "su" realidad.
¿Cómo no van a protestar si ven por un lado el despilfarro de la publicidad oficial,.. el "futbol para todos",.. las políticas prebendarías,…la corrupción que se lleva todo,.. los subsidios a empresarios,… mientras se les dice que para ellos no alcanza con el dinero? Los desaciertos del gobierno han resultado garrafales. Del triunfalismo que los acompañó hace menos de un año, pasaron progresivamente a mostrarnos su verdadera cara y el derrumbe por el que nos conducen sus acciones (más allá del discurso Nac & Pop) y como de la división a la que fuimos sometidos, ahora gran parte y por lo mismo se suma a la expresión de descontento.
El gobierno debe hacer una lectura correcta de los acontecimientos para evitar caer en males mayores.
De otra forma y como dice un afamado periodista en el día de hoy: " Señora la rebelión en la granja debe ser atacada de raíz,…. (…) hagamos algo porque ahora se nos animan todos,…!!!" Porque se nos ha dividido,.. pero en la desunión nos han sumado !