El Regional de Piura: 03 de octubre del 2006 La validez científica de la fórmula matemática que calcula el tiempo de caída libre de un objeto, es la misma aquí como en el polo. Sin embargo la misma fórmula tendrá diferentes resultados si se aplica en diferentes lugares del planeta. Los científicos atribuyen el hecho a la diferencia de distribución de densidad de la corteza terrestre o mejor dicho el principio físico universal o la fórmula aplicada es la misma pero la gravedad terrestre varía y varían los resultados. Aceptar que la validez de los principios y fórmulas de la economía como ciencia son tan rigurosas y exactas aquí como en cualquier lugar del planeta es cierto, pero probablemente los resultados numéricos o por ejemplo, el volumen de excedentes – para tomar una variable – no será el mismo en razón y en función de la gravedad de los problemas de sus sociedades. “Falacionomista”, sería la calificación mas exacta que recibiríamos, por la aseveración anterior. Así es como un prestigioso economista responde a Bernardo Kliksberg promotor de la economía con rostro humano, que visita el Perú. Para el exquisito profesional e intelectual la economía es una ciencia, sin rostro, ni razones, ni hechos.. Se responde a Kliksberg negando por ejemplo la necesidad e importancia de la responsabilidad social empresarial negando así mismo la realidad socioeconómica peruana, desconociendo que fue precisamente en EE.UU. a mediados del siglo pasado cuando aparece como demanda ciudadana, envuelta ésta en conflictos internos y externos. Se desconoce en esta suerte de ignorancia histórica ¬-calificación de connotados intelectuales, estudiosos de temas económicos – la presencia de Keynes en el New Deal, influyente pensador en los nuevas teorías del desarrollo que alimentó a la CEPAL y a R. Prebisch y a su posterior fracaso en AMERICA LATINA como lo recuerda explícitamente nuestro economista “abordado”, cuando EE.UU. golpeado por el efecto de la crisis económica de 1928 su presidente F. ROOSEVELT en el discurso de presentación, con su solemnes expresiones, como era su estilo, expresa “veo a un tercio de mi pueblo mal alimentado, mal vestido, mal alojado” enviando luego al ejercito de sus compatriotas desocupados a recibir paga por “recoger piedras y volverlas luego al mismo lugar” con la intencionalidad de generarles capacidad de consumo y crecimiento. Es evidente que las circunstancia y los espacios era otros, EE.UU. tuvo éxito; las recetas sin embargo en América Latina fracasaron, pero es importante rescatar que hoy calificados economistas del mundo no niegan a rajatabla - como lo hace el economista en cuestión- la validez de la teoría de la dependencia y la sustitución de importaciones, cuyos resultados fatales, nos recuerda él mismo.
El corolario de lo anterior, para los modestos peruanos, identifica la diversificación cultural y social que hay que respetar aún a costa de enfrentar la medición de los neoliberales, consumidores de literatura enlatada, ciegos defensores de la dictadura del libre mercado que no creen que tenemos hambre, enfermedades, enormes desigualdades, muy lejos de los que no se atreven a “meterse” en nuestra propia realidad y poder hacer ciencia a partir de allí. Sin embargo hay economistas que si dan lecciones; Joseph Stiglitz premio Nóbel de Economía sostiene “los mercados y los gobiernos son necesarios para el desarrollo; el gobierno debe tener un papel fuerte e importante, no se puede establecer estadísticamente que políticas económicas son las adecuadas para cada país”. Jhon Williamson, el fundador del decálogo de preceptos, él del consenso de Washington luego de la caída del muro de Berlín y surgimiento del capitalismo triunfante -de la que alegremente nuestro economista cuestionado hace mención-, expresa “No puede haber un modelo igual para todo el mundo: la creación de instituciones y situaciones debe ser específica para cada país”. Pero quien grafica mejor la situación para el Perú es Lionel Jospin ex primer ministro francés sostiene “que las recetas de Wiliamson – los del FMI, Banco Mundial, la Reserva Federal Norteamericana, han fracasado, han agravado la situación en aquellos países donde se aplicó su terapia, donde no ha sido así ha mejorado su situación”, y prosigue “los excesos de economía de mercado tienen consecuencias peligrosas. Estamos obligados a reducir la miseria de masas, caldo de cultivo del terrorismo”. Bajo las tesis de “nuestros” neoliberales hay que esperar los excedentes o el “chorreo”, pero mientras ¿que hacemos con esas masas empobrecidas?. Alguien en el Perú ha resumido la realidad afirmando que ningún sector productivo puede crecer como isla de la sociedad, su competitividad, desarrollo, dependen de la estabilidad económica y política, mejor dicho de lo que pueda ocurrir con la violencia, corrupción, etc. Nuestros neoliberales atribuyen sobrecostos sin medir aquellos que ellos se autogeneran. Los científicos en economía en el mundo en un último evento han invitado a nuestros tecnócratas y “econócratas” a luchar contra los estereotipos y ha encontrar una relación entre la ciencia y la ética, ha entender la responsabilidad social empresarial como ”la incorporación de las preocupaciones sociales, laborales, medioambientales, derechos humanos, como obligación y compromiso legal y ético y aún como estrategia de negocios”. Queremos también recordar a nuestro “econócrata” que la importancia de las desigualdades en los ingresos en América Latina, mayores que los de Africa también preocupa a los norteamericanos, donde el 1% de ellos ha aumentado en un 500% sus ingresos en los últimos años y a merecido que Paul Krugman afirme que a mayor desigualdad de renta mayor es la desigualdad social. Devesa, advierte que la sociedad actúa como bola de nieve produciendo estallidos de violencia social refiriéndose a América Latina y donde afirma no existen impuestos sobre la plusvalía. Finalmente tendríamos que hacer referencia a Carbonetto a quien “nuestro” economista alude pero elude de nombrarlo, para rescatar en él que mas allá de describir las características del modelo imperante en esa época, optó por su contribución, convencidos en ese momento de la historia de su validez frente a los que hoy fungiendo de salvadores con sus verdades absolutas califican con desprecio a los otros. Una reflexión nos lleva reafirmar que “el gran problema de nuestra educación es lo poco aleccionador en lo que mas importa en cualquier programa educativo, es crear en el individuo un espíritu de acción equilibrada frente a su realidad, tan lejano de una visión fatalista como de un dominio desequilibrado de su realidad. Nos interesa finalmente la democracia y la gobernabilidad de nuestro país. SALUDOS |