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Alejandro Hirmas Director Banco Penta |
"Mas vale ser rico y sano que pobre y enfermo". Obvio. Desgraciadamente, las monedas tienen dos caras y estas son indivisibles.
Durante los últimos años hemos venido observando medidas, regulaciones, reformas legales y propuestas legislativas que tienen por objeto mejorar las condiciones de quienes se encuentran empleados y, de este modo, ganar votos con políticas que venden bien a los ojos de la mayoría de la población. Pero, por desgracia, a la gente le cuesta entender el costo alternativo de estas, que consiste en dificultar aún más la entrada de la población a la fuerza laboral y de los desempleados a una fuente de trabajo productiva. Este costo resulta particularmente oneroso para ciertos segmentos de la población como los jóvenes, las mujeres y el adulto mayor.
Es curioso que países como Alemania y Francia, que por décadas siguieron este camino, hasta hacer que su mano de obra perdiera competitividad en el contexto mundial, trasladando sus empleos a Europa Oriental y Asia, hoy están empezando a tomar y pensar medidas en el sentido contrario: conseguir un mejor equilibrio entre los de adentro y los de afuera.
Acortar la jornada laboral, subir el salario mínimo sin distinción, exigir a las Pymes (principales empleadores de Chile) el mismo estándar y regulación que a las grandes empresas, pasar como costo del empleador el seguro de invalidez y sobrevivencia, promover la negociación colectiva por rama de actividad, sin distinción de grandes y chicos y otras, son ejemplos de este populismo que está creando un creciente impuesto al trabajo.
Estas medidas, aplicadas además sin ninguna flexibilidad para ciertos grupos etarios y mujeres, hacen que las empresas deban buscar sustituir a sus trabajadores con inversiones en maquinaria, equipos y tecnología. Después de todo, no se pueden rebajar los sueldos o aumentar automáticamente la productividad cada vez que el legislador vuelve a gravar el trabajo.
En respuesta a lo anterior, el gobierno crece como empleador improductivo, o quisiera hacerlo, para así continuar con la maquinaria de contar votos.
Resultado de esto, de la población mayor a 15 años en Chile, sólo un 56% está incorporado a la fuerza laboral, ya sea como empleado o desempleado. Este porcentaje se compara con un 66% en EEUU, un 69% en Brasil, un 80% en China y un 69% en las regiones menos desarrolladas del mundo. Las cifras pueden no parecer importantes pero, al hablar de un 10% estamos hablando de 1,5 millones de chilenos.
Los números son aún peores en el caso de menores de 25 años y mujeres, donde el porcentaje en Chile incorporado a la fuerza laboral, con y sin empleo, alcanza un 42% y 36% respectivamente, comparado con las naciones más desarrolladas (52y52%), las naciones de menor desarrollo (61 y 54%), EE.UU. ( 64.5 y 57%), Brasil (67 y 54%) y China (88 y 73%), todas según cifras de la OIT.
Si queremos seguir creciendo a tasas importantes y mejorar las condiciones económicas de nuestra población, debemos empezar a balancear la legislación laboral y flexibilizarla, de modo que más chilenos tengan acceso a este bienestar.
Del mismo modo que Endesa debe pagar por los derechos de agua no utilizados, el ministerio del trabajo debiese pagar al país un royalty por este valioso recurso humano que no se está aprovechando.
http://blogs.lasegunda.com/economia/archives/2007/07/sinceremonos_mi.asp#more