Con la maquinaria estatal Gobiernos enfrentan a medios que los critican
-
» Para el presidente de la SIP, Julio Muñoz, en una sociedad libre el mercado es el que premia o castiga. "La credibilidad es la que mantiene a los medios de comunicación en el mercado", sostiene
-
muchos periodistas han sido afectados directamente por medidas como la del cierre de Radio Caracas Televisión que se dio en Venezuela.
Agencias
Viernes, 20 de Noviembre de 2009
En Estados Unidos es el enfrentamiento entre la cadena Fox y el presidente Barack Obama; en el Reino Unido, entre uno de los diarios del grupo Murdoch, The Sun y el primer ministro Gordon Brown; en España, entre el grupo Prisa y el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero; en Argentina, entre el grupo Clarín y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Los ejemplos abundan. Se pueden agregar Globovisión versus Hugo Chávez (Venezuela), Rafael Correa y la nueva ley de medios (Ecuador) o La Razón y la gestión de Evo Morales (Bolivia).
El común denominador, según opiniones que obtuvo la cadena BBC y que difundió esta semana en su sitio en Internet, es el conflicto entre un gran conglomerado mediático y un gobierno de lo que se ha denominado nebulosamente "progresismo".
Una interpretación de este conflicto es que escenifica el choque entre la libertad de prensa y un reflejo ancestral de los gobiernos: acallar las voces críticas.
Cuando la cadena Fox equipara a Obama con Mao Tse Tung y The Sun decide que el primer ministro Brown está llevando al naufragio al Reino Unido, ¿ejercen la legítima libertad de prensa que rige en toda sociedad democrática o abusan de su poder mediático? se pregunta la BBC.
Las críticas que el diario El País ha dirigido al gobierno del presidente del gobierno español Rodríguez Zapatero, ¿responden a la neutralidad del informador periodístico o a los intereses del multimedio Prisa, afectado por la apertura de la competencia en el multimillonario negocio del fútbol que decidió la gestión socialista?
Una pregunta similar se plentan sobre Argentina en torno del duro enfrentamiento entre el gobierno de la presidenta Cristina Fernández y el grupo Clarín, cuyos intereses se vieron afectados por diversas medidas del Poder Ejecutivo.
Estos conflictos pueden tener un fuerte impacto institucional. "Cuando empieza el fenómeno del periodismo moderno el 'diarismo' en el siglo XIX, los diarios eran un negocio en sí mismo. Hoy hay que tener en cuanta que los medios de comunicación tienen una diversificación de intereses en otras actividades", comenta el periodista argentino Horacio Verbitsky. Algunos gobiernos ahora atacan a sus medios críticos en esos nuevos intereses.
Mercado premia o castiga La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que agrupa a dueños y editores de medios de comunicación, se opone a toda regulación sobre el tema.
En su decálogo de aspiraciones publicado en su página de Internet, establece que "la observancia de valores éticos y profesionales no deben ser impuestos".
En declaraciones a la BBC, el director ejecutivo de la organización, Julio Muñoz, afirmó que en una sociedad libre el mercado mismo premia o castiga.
"El ser humano puede elegir todos los días qué radio escucha, qué diario compra, qué canal ve. Al elegir un diario, una radio, una revista, se está ejerciendo la libertad y en base a esta votación los medios ganan la credibilidad que les permite mantenerse en el mercado", dijo Muñoz.
Desde esa perspectiva, un medio que no tenga credibilidad fracasará como empresa: la sanción la establecerá el mercado mismo.
Maquinaria estatal La intervención del Estado en el flujo informativo plantea un problema similar desde otro ángulo. La revocación de licencias de 34 radios que llevó a cabo este año el gobernante venezolano, Hugo Chávez, ¿es un intento de garantizar la diversidad quitando el poder a grupos hegemónicos o de crear informaciones afines para homogeneizar un consenso social en torno de su proyecto político?
La maquinaria del Estado dispone de herramientas visibles cierres de medios, revocación de licencias, censura pero también silenciosas distribución de publicidad estatal, sobornos a periodistas para acallar voces críticas.
En el marco democrático y con plena separación de poderes predominan los mecanismos sutiles sobre los rudimentarios, como el cierre de publicaciones, típicos de un poder dictatorial.
Varios modelos se plantean para encontrar una salida a estos dilemas que se plantean en medio de una extraordinaria revolución tecnológica-informativa.
La SIP y su decálogo de aspiraciones promueve la autorregulación en su artículo noveno, considerando que los valores éticos y profesionales del periodismo "son responsabilidad exclusiva de periodistas y medios".
Un modelo que no se aparta de la autorregulación, pero impone controles a los medios, es la creación de sociedades de redactores y consejos de redacción con poder editorial para garantizar la independencia periodística de una empresa.
Este modelo comenzó en Francia en la década de los años 60 y se profundizó en Alemania y otros países europeos con el fin de garantizar la libre expresión.
La revolución tecnológica y la multiplicación de agentes informativos con el periodismo ciudadano por Internet ofrecen una última variante que algunos ven como panacea: la difusión gratuita por parte de personas sin intereses creados.
En sociedades complejas, la resolución de este debate sobre la información pública va a ser fundamental para el futuro de la democracia.