Son empresarias, consultoras, ejecutivas, directoras gremiales que aportan y cambian el sector frutícola a punta de instinto e innovación. Sus historias y su visión del sector. Revista del Campo
LORETO GATICA
En el cuarto piso de la Sociedad Nacional de Agricultura, el lugar donde sesiona el consejo y se reúne gran parte de los productores, profesionales y asociaciones vinculadas al sector, no hay baños de mujeres.
"Me di cuenta cuando tuve que entrar y vi que claramente eran para hombres. Cuando pregunté a qué baño podía ir, me dijeron que no había", cuenta Isabel Quiroz, una de las 4 mujeres de un total de 102 consejeros que tiene la federación gremial más antigua del país.
Es sólo un ejemplo de lo que ocurre en el agro: un mundo que aún se asocia principalmente a lo masculino, pero en el que las mujeres ocupan cada vez más espacios técnicos y profesionales, pues las capacidades se imponen por sobre los cuestionamientos de género, aunque todavía predomina el peso de lo masculino.
"Muchas veces nos tratan de 'mijita', y uno se da cuenta de que el trabajo es mejor recibido cuando se aporta dentro de un grupo, que si viene sólo de una mujer", dice Isabel Quiroz, directora ejecutiva de iQonsulting.
Y a ellas también se les imponen exigencias. Saber organizarse y ser metódicas son los requisitos fundamentales para poder abrirse paso en el sector.
Su incorporación pasa porque el lado femenino también realiza un aporte diferente que incluye una visión clara de cómo tiene que ser la agricultura y el negocio agrícola. En el agro, las féminas son muchas más de las que se ven. Aquí un ejemplo de algunas que no sólo derribaron barreras, sino que marcan pauta en el sector frutícola a punta de ingenio e innovación.
Vilma Villagrán, el cambio de las frutillas
Una hectárea de frutillas en Chile hoy produce del orden de 65 toneladas. Muy lejos de las 3 que generaba a mediados de la década del 70. Y no sólo dan más, sino que de mejor tamaño y calidad. Tanto, que las plantas incluso se exportan a varios países, como Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Argentina e incluso Europa.
Detrás de este salto está Vilma Villagrán, una agrónoma que al salir del colegio pensaba estudiar medicina. Pero cuando junto con sus amigas fueron invitadas a ver una cirugía, la visión del tajo abierto la hizo darse cuenta de que no tenía lo necesario para ser médico. Ahí optó por agronomía. Al titularse se fue con su marido a California, Estados Unidos.
"No pude seguir estudiando porque ya tenía una guagua, pero tuve la suerte de conocer a un profesor, Royce Bringhurst, el genetista en frutillas más importante a nivel mundial, creador de todas las variedades de frutillas que están en uso", cuenta Vilma Villagrán.
De vuelta en Chile empezó a trabajar en investigación en agronomía de la Universidad de Chile. Un intercambio de la Universidad de California trajo al país a Royce Bringhurst. Ella fue asignada como profesora a cargo.
"Durante los dos años que estuvo acá recorrimos todo el país. Él tenía mucho interés en la Fragaria chiloensis, la frutilla silvestre, que tiene mucho aroma y sabor, pero poco rendimiento", explica Vilma.
Mantuvo el contacto con el norteamericano cuando éste volvió a Estados Unidos. Así fue creando la cátedra de frutales menores en la Universidad de Chile. Hasta que emigró al sector privado donde empezó a impulsar el desarrollo de la frutilla en el país.
"Trabajé en dos exportadoras, donde tuve la posibilidad de ver toda la cadena, desde la plantaciones hasta la entrega. Ahí me di cuenta que la frutilla no podía surgir si no mejorábamos las variedades", cuenta.
En Chile no existían. La Universidad de California había desarrollado variedades propias. Vilma trajo las primeras plantas, las adaptó al país y las propagó, cambiándole la cara al cultivo. También, en conjunto con la empresa privada, fue pionera en plantar arándanos en Osorno, en 1985. Con las frutillas partió haciendo viveros chicos, en los que producía un millón de plantas, las que vendía entre los pequeños productores, a los que simultáneamente asesoraba para que tuvieran el conocimiento técnico que les permitiera aprovechar las ventajas de esas nuevas variedades. La ayudaban sus tres hijos, que actualmente tienen 42, 40 y 38 años. Ellos son socios de la agrícola Llahuen - frutilla en mapuche- , que actualmente produce entre 90 y 100 millones de plantas.
Hoy Chile cuenta con alrededor de ocho variedades californianas y todas las introdujo ella, al igual que el sistema de vivero y producción. Camarossa, Albión y Ventana son las más exitosas.
En este camino, el ser mujer no fue ni un pro ni un contra para Vilma.
"Nunca dije soy mujer y por eso no puedo hacer esto. Me metía nomás y andaba con los niños para todas partes", concluye Vilma Villagrán. Hoy es la mayor viverista de plantas de frutilla del país, su vivero es el segundo más grande a nivel mundial, y experta reconocida internacionalmente.
En cuanto a su mirada sobre la agricultura, cuenta que los productores poseen la ayuda necesaria, incluso ella entrega asistencia técnica gratuita, pero falta que hagan las cosas bien. "Por hacer la pillería, usar la mitad del fertilizante, van para atrás. Hacer las cosas bien es mucho más rentable", explica Vilma.
María Loreto Lara, una "comercializadora" de fruta
A Loreto Lara el proceso de los barcos, de embarcar, de llevar los productos agrícolas a destino, siempre le llamó la atención. Así que resolvió estudiar técnico agrícola. A la exportadora Subsole entró de suerte. Vio el aviso en el diario, postuló y quedó. De esto hace 17 años. Desde entonces, lo suyo, ha sido "comercializar la fruta". Significa buscar, descubrir y consolidar nuevos nichos y oportunidades para la exportación. Fue la primera en encontrar un programa para los kiwis de calibres más pequeños a los que se comercializaban tradicionalmente en el mercado estadounidense; y para las naranjas que sólo presentaban defectos de apariencia para el mercado europeo.
"Nosotros siempre hemos apostado por la condición de la fruta, que en términos de sabor y calidad interna se trate de una fruta de primera y eso no se transa. Pero los consumidores tienen el derecho a elegir lo que quieren comprar", explica Loreto Lara.
Cuenta que para ella el tema de géneros hace rato que quedó atrás, y que está muy lejos de ser la única mujer, con cargo de alta responsabilidad, que trabaja en Subsole. Al extranjero viaja alrededor de 4 veces al año, son viajes relativamente cortos, de una semana a lo más dos, ahora que sus hijos, Victoria de cuatro años y Thomas de siete, están más grandes. En temporada de cítricos - de abril a septiembre- a lo menos una vez a la semana está en terreno.
Conoce de marketing y de cómo llegar a los mercados extranjeros.
"El gusto de los consumidores, las exigencias y las alternativas para el consumo de productos agrícolas van cambiando año a año. Hay mercados que se consolidan, debilitan o simplemente desaparecen. La agricultura se debe ir acomodando a esta nueva realidad. Se debe apoyar y entregar la mayor información referente a las tendencias mundiales de consumo. Hoy, con internet, pareciera que hay mayor información, pero ésta debe ser bien canalizada y entregada de manera responsable. Necesitamos saber muy bien qué es lo que las personas quieren consumir cuando van a los supermercados y qué valor están dispuestas a pagar por ese producto, para que se trabaje con este fin", explica Loreto Lara.
Para ella en agricultura, como en todas partes, se trata de organizarse y de ser capaz.
"No conozco nadie en el rubro que no sea organizada; esto es fundamental para cualquier tipo de trabajo. Y en la casa, cuando se enferma uno de los hijos, ya se acabó el cuento de los géneros, eso de que la mujer es la que lleva el niño al doctor, ahora se trata de papeles, es la mamá o el papá quien los lleva", recalca.
Considera que más allá de políticas públicas o técnicas de producción, lo que le falta la agricultura es inteligencia de mercado para detectar exactamente lo que los consumidores quieren.
"La agricultura va a funcionar bien si tiene todas las herramientas necesarias desde la información para generar el producto que se quiere consumir. Si no hay consumo no hay agricultura y a eso es a lo que hay que apuntar", dice Loreto Lara.
Francisca Montes, innovando en los detalles
Este año Chile exportó por primera vez naranjas a Estados Unidos. Todo un logro que tomó varios años de negociaciones comerciales y fitosanitarias. El primer container que partió rumbo al país del norte era de una mujer. Francisca Montes, una cientista política que tuvo la visión y el olfato para estar lista en el momento adecuado.
De chica Francisca creció en el campo. Pero a los 20 años, en 1975, partió a Canadá. Bélgica y Turquía estuvieron después en su camino. Recién volvió a Chile hace cuatro años, con el título de administración pública y gestión de proyectos.
Hasta ese momento su marido belga pensaba vender la fábrica de textiles que tiene en Turquía e invertir acá en paltos. Pero le empezó a ir tan bien que no ha querido deshacerse de ella y matar los huevos de oro, aunque asegura que éste es su último año allá.
Francisca entonces llegó sola a buscar un campo para poner sus paltos. Empezó a recorrer hasta que llegó a Malloa. Ahí se enamoró... de un huerto de 15 hectáreas de naranjas. Tenía, además, características que le daban ventajas.
"Es un pedregal, lecho de río. Pero por el clima las naranjas maduran antes y se dan con azúcar muy temprano. Ese es mi pequeño nicho, lo que me saca del montón y hace que sean primores y exportables a precios interesantes", cuenta Francisca Montes.
No sabía manejar un campo, ni en la gestión ni en lo técnico.
"Aprendí en el terreno, siguiendo a mi hermano que es agrónomo, haciendo preguntas. Ahora ya puedo manejarme bien, lo importante es mantenerse al día con las innovaciones. Muchas veces se cosecha de acuerdo con la tradición cuando con pequeños inventitos se puede facilitar el cuento. Hay que ser sistemático y constante en las aplicaciones. Así, he podido llegar a 40 toneladas, hasta 50 por hectárea, con una calidad reconocida", dice Francisca Montero.
Introdujo cambios, por ejemplo, en la cosecha para optimizar el tiempo de los trabajadores. Ahora ya no pierden minutos recolectando en un recipiente para llevarlo luego al bin. Éste viene hasta ellos.
"Son estos pequeños detalles lo que mejoran calidad, tiempo y da pequeños márgenes de utilidad que van haciendo rentable el negocio", dice.
Aunque partió exportando a Japón, la reciente apertura del mercado estadounidense para cítricos la hizo tentar suerte. Es enfática en señalar que, si se quiere, se puede, con fuerza y constancia. Eso le ha valido reconocimientos.
"Ahora que mi campo está funcionando perfecto uno de mis asesores me confesó que cuando recién llegué no daba un peso por mí. Creo que en el gremio no hay costumbre de tratar de igual a igual a las mujeres, hay un enfoque bastante paternalista que no es desagradable, pero resulta divertido para mí que he vivido tanto tiempo afuera ¡y no estoy acostumbrada!", cuenta Francisca Montes.
Tiene claro lo que se necesita para mejorar, desde el punto de vista de los productores.
"Lo que más cuesta es comercializar el producto, especialmente a nivel interno. Los que no somos exportadores estamos muy expuestos y no tenemos cómo defendernos. El mercado interno es un lío aparte. Vender a consignación es peor que ir al casino. Eso no es negocio, es dictadura. A menos que tengas un puesto en Lo Valledor, estás en una posición difícil. Es raro, la gente vende sus naranjas sin considerar sus costos, por lo que se llama el precio del mercado. Los productores no están unidos, y nadie confiesa realmente a qué precio vende su fruta. En los otros países donde yo vivía no era así. Las agrupaciones de productores en algunas partes son capaces de fijar sus precios y relacionarlos con los costos", cuenta Francisca Montero.
Isabel Quiroz, directora ejecutiva de iQonsulting
Estudió agronomía en la Universidad Católica, se especializó en fruticultura y enología. Quería dedicarse a la investigación, hasta que le ofrecieron trabajo en el sector privado y se fue quedando. Hace menos de un año creó iQonsulting, una empresa de asesoría agrícola, que estableció uno de los primeros sistemas de información en línea al que se puede acceder en internet y a través de celulares.
"Me di cuenta que no existía información de mercado justo cuando el sector se ponía cada más competitivo. Al comienzo la competencia era muy poca, los precios no eran cuestionados, eran muy altos. Pero el negocio se fue apretando, ingresaron más competidores el volumen creció. Se necesitaba más información y ésta no existía", cuenta Isabel Quiroz.
Se necesitaba saber, cómo llegaba la fruta a destino y sobre la evolución de los mercados. Hasta ese momento, los productores enviaban la fruta y se olvidaban del asunto, por lo que, a partir de 1992, Isabel Quiroz se dedicó a desarrollar sistemas de información que permitieran saber qué pasaba con el producto durante el recorrido. El proyecto lo realizó en una empresa privada, hasta fines del año pasado cuando se independizó y junto con dos socias y un socio fundó iQonsulting.
"Lo primero que necesita un proveedor para saber cómo impactar un mercado es tener información de mercado, análisis y luego elaborar una estrategia", explica Isabel Quiroz.
En abril de este año, fue elegida consejera de la SNA hasta 2011. Está convencida de que el sector exportador requiere una estrategia que le permita recobrar competitividad.
"De esta nueva generación va a salir la innovación en la comercialización, en ser más atrevidos, probar nuevas formas de marketing. Hay mucha competencia hoy y el resultado final no es tan holgado. En leche, el año pasado aumentó el precio internacional, pero la crisis interrumpió la buena racha. Lo mismo pasó con la carne. Hay preocupación por mejorar el producto, por lo que, si bien la crisis hace difícil la comercialización, es un sector que tiene un potencial tremendo en países en emergencia como China y Rusia", recalca.
Sofía Rebolledo, socia de un gigante
Es la gerenta comercial y socia de Driscolls Chile. Su marido, Mauricio González, es el gerente general. Empezaron hace más de 15 años, trabajando exclusivamente para Driscolls Strawberry ass, la empresa más grande del mundo en berries, de la que ahora son socios.
"Nuestro mayor plus es haber traído una excelente opción de comercialización para nuestros productores, con muy buena asesoría técnica. Ahora trabajamos exclusivamente con arándanos, pero no descartamos hacer otras cosas a futuro", cuenta Sofía.
A la empresa llegó por un par de semanas, porque sabía inglés, herramienta útil para poder comunicarse con los recibidores. Le gustó tanto que se quedó.
Su día comienza a las 8:30 AM, hora en que parten las reuniones y nunca sabe cuándo finalizará. Tampoco ha sacado la cuenta del número de semanas que viaja al mes. Aunque tiene claro y se enorgullece de todo lo que se ha avanzado en el sector, es enfática en señalar que para seguir siendo competitivos, es urgente dar un nuevo paso adelante. "Necesitamos de mayor investigación en tecnologías nuevas de producción y genética adaptada a nuestras condiciones, con el objetivo de ir a la vanguardia de la exportación de productos de calidad y con un sello nacional", recalca Sofía.
También echa de menos que se crea más en la agricultura y que el apoyo sea más concreto, en créditos por ejemplo.
"Se habla de potencia alimentaria, pero eso no se traduce en apoyo. Hay que creer más en la agricultura y darles créditos a las pymes que están sumamente complicadas. El apoyo al productor no es suficiente, está muy escaso sobre todo en los bancos, ahí hay que aportar porque si no tenemos un productor sano se complica toda la cadena de comercialización", explica Sofía.
Loreto Gatica. |