Pasear por sus Campos Elíseos, visitar la catedral de Notre Dame y la Torre Eiffel es casi obligado pero ¿sabes qué otros rincones y destinos de la ciudad del amor no te puedes perder?
Por algo es el primer destino turístico a nivel mundial.
París es una ciudad maravillosa llena de monumentos, lugares de interés y rincones secretos que merece la pena descubrir.
Empezar por una de sus avenidas más bellas y conocidas, los
Campos Elíseos, da una idea de la grandeza y
glamour de la ciudad. Discurre entre su famoso
Arco del Triunfo (al que es recomendable subir) y la también imprescindible
Plaza de la Concordia, espectacular por su tamaño (la segunda más grande de toda Francia) y reconocible por el imponente obelisco que la preside.
Junto al magnífico bulevar, hay otras calles parisinas perfectas para disfrutar de los encantos de una ciudad que enamora. La
Rue Rivoli, siempre animada, con sus comercios, cafés y un imparable trasiego de gente y la
Avenida de la Ópera, que conduce hasta el imponente edificio de la
Opera Garnier, son dos de las que no pueden faltar en un primer recorrido.
Gtres
El río Sena atraviesa París y forma parte de su paisaje y de su encanto. Nada más romántico que un paseo por sus orillas en las que se instalan los puestos de libros y los pintores que muestran sus cuadros en un ambiente único. Es una buena manera de descubrir, además, toda la belleza de algunos de
los puentes que lo cruzan como el de Alejandro III, el Puente Nuevo o el tristemente célebre Pont de l´Alma (en el túnel cercano falleció la princesa Diana de Gales).
Otra opción es hacer un
minicrucero en alguno de los famosos
bateaux mouches contemplando, desde otra perspectiva, algunos de los monumentos más representativos de la capital francesa.
Además de disfrutar del ambiente de la ciudad, en París hay mucho que ver. La oferta cultural parisina es impresionante, empezando por el
Museo del Louvre, con algunas de las obras pictóricas más importantes del mundo, y terminando en el
Centro Pompidou, máxima expresión del arte de vanguardia en sus múltiples manifestaciones. Si te apasiona la pintura impresionista no puedes dejar de visitar, también, el
Museo d´Orsay, una oportunidad única de ver las obras de grandes maestros como Degas, Monet, Cezanne…
Son tantos los monumentos y edificios de interés que resulta difícil seleccionar.
La Torre Eiffel, con sus 300 metros de hierros en armonía y equilibrio y la
Catedral de Nôtre Dame, misteriosa e imponente presidiendo la
Île de la Cité, en medio del río, son dos símbolos de la ciudad. Pero también merecen una parada el
Palacio de los Inválidos, lugar cargado de historia donde se encuentra la tumba de Napoleón; el
Panteón, con una soberbia arquitectura exterior y un interior que impresiona, la
Sainte Chapelle, joya del gótico, o la curiosa
Iglesia de la Madeleine, que recuerda a un templo de la antigua Grecia.
París es también sus barrios más típicos. Uno de los más bonitos es, sin duda,
Montmartre, enclavado en una colina, que ha sabido conservar, pese a la invasión turística, ese encanto bohemio que le dio fama mundial a mediados del siglo XX. Aquí se encuentra, además, la
Basílica del Sacre Coeur (Sagrado Corazón), parada obligatoria, inconfundible con sus cúpulas blancas. Una buena idea es subir hasta ella en funicular, contemplando magníficas vistas de la ciudad.
Al atardecer o por la noche nada mejor que perderse por las típicas callejuelas del
Barrio Latino hasta llegar a la
Plaza de Saint Michele, llena de terrazas, bares, restaurantes de todas las nacionalidades y un ambiente animadísimo. Se puede continuar visitando la zona de
Pigallecon su emblemática plaza y cabarets míticos como el
Moulin Rouge. Si quieres acercarte al París más moderno, al oeste de la ciudad se encuentra el barrio de
La Défense, el distrito comercial y de negocios donde tienen sede importantes compañías de nivel mundial. El vanguardista
Arco de La Defensa, insignia del quartier, no tiene nada que envidiar en espectacularidad a su homónimo del Triunfo.
París también tiene rincones tranquilos, parques y
jardines repletos de encanto donde darse un respiro. Los más bonitos, céntricos y conocidos son los maravillosos
Jardines de Luxemburgo, donde se encuentra el palacio del mismo nombre, sede actual de Senado francés. Más pequeño pero igual de encantador es el
Jardín de las Tullerías, con fuentes, estatuas y plantas que crean caprichosos diseños y que convierten el paseo en una delicia.
¿Qué falta en este recorrido? Las
compras, por supuesto (o la posibilidad de soñar ante escaparates no aptos para todos los bolsillos). Una vuelta por la
Place Vendôme te recordará que estás en la capital del lujo y del glamour. Para compras más asequibles, otra opción es entrar en las míticas
Galleries Lafayette, en pleno
bulevar Haussmann y sentirte así un poquito más parisina.