El martes pasado, a mediodía, un hombre fue a la estación de autobuses a recoger un paquete. Antes hacerlo, se dio una vuelta por el aseo para aliviar su apretada vejiga. Abrió la puerta del servicio y, al doblar la esquina que lleva a los urinarios colocados en la pared, se llevó un sobresalto. Vio como allí mismo un hombre practicaba una felación a otro. Se trata de una historia que, en realidad, no es nueva, aunque usuarios, conductores de autobuses y propietarios de negocios ubicados en la estación emeritense recalcan que la discreción ha abandonado a los que acuden a ese aseo para mantener relaciones homosexuales. La rutina del sexo en el servicio de hombres, recalcan, se ha convertido en algo realmente insoportable.
Una costumbre que se concreta quedando cara a cara en la propia estación sin contacto anterior o a través del teléfono. Sólo hay que mirar detrás de las puertas del servicio para ver los números de móviles que se han apuntado para quedar. «Sólo tienes que estar un rato para ver lo que pasa. Gente mayor o joven se buscan para mantener relaciones», clama un conductor de Leda que espera en el andén a la reanudación de un viaje.
Hace casi un año, el Defensor del Pueblo solicitó a la Delegación del Gobierno en Extremadura que tomara cartas en el asunto ante la realidad de que la estación de autobuses de Badajoz se había desmadrado como lugar para citas sexuales entre gays. Tanto que incluso se recomendaba la ciudad pacense a través de una web homosexual.
En Mérida, todavía, que se sepa, no hay actuado el Defensor del Pueblo pero algunos demandan que se actúe de forma más contundente desde el punto de vista policial.
Unos dan la cara para decirlo, otros prefieren mantenerse en el anonimato. «Veo cosas que no pueden verse y más por parte de menores. De hecho, una vez hubo jaleo porque un menor vio practicar sexo oral, se lo dijo a su padre y éste montó un bronca», reseña Antonio Cumbreño, que trabaja todos los días al frente de su negocio de cucherías y prensa, situado justo enfrente del aseo de caballeros.
Dinero
«Aquí vienen homosexuales que se tiran medio día, unas doce horas, esperando a personas para ir después al aseo. Los hay de todas las edades y algunos pagan por mantener relaciones. Eso supongo que se llama prostitución», indica a HOY otra persona que trabaja en la estación.
Pedro Botello es el director de la estación de autobuses de Badajoz, pero también es el responsable de la de Mérida. La realidad de las prácticas sexuales le ha llevado a reclamar en múltiples ocasiones presencia policial en Badajoz, «pero de Mérida no tengo conocimiento de esa historia. En cualquier caso, si eso es así, no tenga la menor duda de que pediré que la Policía acuda allí».
La presencia de agentes, ya sean de la Policía Local o de la Nacional, es lo que piden las personas con las que ha conversado este periódico. Aunque sólo su estancia por unos minutos sirva como efecto disuasorio. «Igual no se van del todo esa gente, pero seguramente acabaría con muchos problemas», dice un hombre que toma una cerveza en la cafetería. Hace veinte años, recuerda un empleado de una empresa de transportes, había siempre una patrulla fija de la Policía Nacional.
400.000 viajeros
Otros usuarios de la estación consideran que hay algo más que una falta de decoro público. Apuntan a que se podrían estar cometiendo delitos. «Si lo hacen a plena luz, eso sería escándalo público, digo yo. Además, por lo que se dice por algunas relaciones se están pagando cinco euros y también aparecen menores en este caso. Eso ya es más grave», añade otro trabajador de la estación, quien admite «que no solo esta estación o la de Badajoz, sino todas tienen un problema con esto de lugar de encuentro para el sexo. Pero algo habrá que hacer».
Las últimas cifras oficiales indican que por la estación de autobuses de la capital de Extremadura pasan cada año cerca de 450.000 personas. En 2008, por ejemplo, fueron 420.372 los usuarios que, según datos aportados por la Consejería de Fomento, accedieron a estas instalaciones, ubicadas en pleno centro de la ciudad. Con todo, como es previsible, por donde más trasiego hay es por las estaciones de Cáceres y Badajoz, que en los últimos ttres años años, de media, acogieron a 1,2 millones y un millón de viajeros, respectivamente.