El proceso de desalación del agua genera cada vez más debate. El abastecimiento de este recurso a las ciudades choca con los altos costes, la dependencia energética y el impacto medio ambiental de las desaladoras.
En España existen más de 950 desaladoras que abastecen a cerca de 10 millones de habitantes al día. Un avance que lleva agua potable donde no la hay. Ese es el origen de las desaladoras en España y el caso de Lanzarote, donde se construyó la primera desaladora en el país pues no había otra forma de llevar el agua al campo y los hogares.
Sin embargo, hoy la desalación ha dejado atrás ese uso exclusivo y se ha convertido en una de las opciones para la gestión del agua. Un hecho que genera disputas en el sector y entre las administraciones públias. Benjamin Aparicio, presidente de Fecoreva, (federación de comunidades de regantes de la Comunidad de Valencia) defiende el trasvase del Ebro porque las desaladoras no son la solución al problema del agua en España si no que deben ser únivamente un complemento. "Sólo deben usarse cuando no pueda llegar el agua de otro sitio porque son más antiecológicas y más caras que cualquier trasvase", matiza.
Por su parte, Manuel Rosado, delegado de Aqualia en Alicante, considera que la desalación es una tecnología útil y donde España es un país puntero. "El coste de este proceso no tiene porqué ser caro. Tiene un coste en la construcción de la planta y en el mantenimiento de la misma pero la tecnología es la suficiente como para que cada vez el gasto sea inferior".
Otro de los problemas con los que cuenta la desalación es la dependencia energética. Sin embargo, desde la agrupación Arquitectura y Medio Ambiente del Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana apuestan por el desarrollo de la tecnología puesto que podría reducir tanto esa dependencia como el impacto medioambiental. "Hay que seguir investigando porque hay muchas formas de producir nuevas energías, más baratas y eficientes, pero estamos estancados en la forma de producir la energía que tenemos ahora y eso arrastra a todo lo que viene detrás", explica Adrián Follana Galant, arquitecto y miembro de la organización.
El 'boom' en la construcción tampoco ha ayudado a tener una buena gestión del agua. "Se ha construído sin pensar en los recursos y en la gestión de los mismos y cómo se están perdiendo por el camino", señala José Miguel Ferrer Gisbert, arquitecto. Además, denuncia la pérdida de agua en las redes de abastecimiento. "Desperdiciamos el agua y debemos trabajar más allá de los pequeños gestos con el tema de las infraestructuras. Las inversiones en desaladoras, procesos de agua y depuración hay que hacerlas con cabeza."
Desde el Colegio Oficial de Arquitectos de la Comunidad Valenciana denuncian también el número limitado de municipios con una ordenanza de ahorro de agua. Así mismo, apuestan por la gestión eficiente de las redes de distribución y proponen que una buena opción sería que cada edificio contara con un depósito de agua que se pueda reutilizar en momentos críticos como las sequías o incendios.
¿QUÉ ES LA DESALACIÓN?
La desalación es un proceso por el cual el agua de mar puede convertirse en un recurso hídrico perfectamente aprovechable tanto para el consumo humano, como para el riego y usos industriales. Para eso, se separan las sales que contiene el agua marina para llegar a los 0,5 gramos por litro del agua potable, aproximadamente.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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