Pronóstico para Estados Unidos: negros nubarrones oscurecen panorama económico
Si las autoridades no aplican un masivo recorte del gasto -de al menos US$ 4 billones-, el deterioro de las cuentas públicas va a disparar el costo de financiamiento para el Estado y los consumidores. Si el recorte es aprobado, lo que parece poco probable, la economía igual se enfriará sin el impulso del motor fiscal.
por Renato García Jimenez
El modelo económico de Estados Unidos está entrando en una etapa de definición, a medida que las esperanzas de un rápido regreso a la normalidad se esfuman y el crecimiento comienza a estancarse.
Con o sin acuerdo del Congreso para elevar el techo de la deuda pública, la mayor economía del planeta requiere un masivo recorte del gasto fiscal. Los expertos calculan que los egresos deberían recortarse en unos US$ 6 billones (millones de millones) durante la próxima década, prácticamente la mitad que el Producto Interno Bruto de 2010. Pero una reducción de
"US$ 4 billones sería un buen punto para comenzar", opinó recientemente el presidente del comité de calificación soberana de Standard & Poor's, John Chambers.
Cualquier monto por debajo de eso, no logrará frenar lo suficiente el tren del gasto para evitar un descarrilamiento fiscal. Pero si el motor del gasto público se apaga la actividad y el consumo seguramente se enfriarán también.
Por otra parte, si algo quedó demostrado durante las últimas semanas, es que Washington no tiene la capacidad política para acordar una rebaja de esa magnitud. Ninguno de los planes de ahorro discutidos por el gobierno o el Congreso llega siquiera a los US$ 3 billones y todo indica que el deterioro fiscal seguirá profundizándose durante los próximos años.
"Para nosotros el tema no es límite de la deuda, sino la dinámica fiscal que está por detrás de la deuda", dijo David Beers, director de calificación soberana de S&P, con 20 años de experiencia en bonos de gobiernos. "No tenemos claro que esta división política que ha resultado tan difícil de superar vaya a ser más accesible dentro de tres meses más, o seis meses, o un año".
A mediados de julio, S&P dijo que existía una posibilidad de 50% de que durante los próximos tres meses rebajara la calificación de crédito AAA del país. Considerado hasta ahora el acreedor más confiable del mundo, Estados Unidos mantiene desde 1941 la nota más alta que asignan las agencias.
Sin embargo, si no se logra una "solución creíble" para reducir el déficit en el largo plazo, S&P advirtió que podría rebajar su calificación a partir de este mes.
Por esta razón, incluso si se evita que el gobierno caiga en el temido default, el 2 de agosto, el panorama crediticio parece sombrío, y todo apunta a que sus costos de financiamiento van a aumentar.
Esto, a su vez, también puede actuar como un freno para el crecimiento futuro de la economía. La directora global de renta fija de JPMorgan Chase, Terry Bolton, calcula que si la calificación de crédito de Estados Unidos fuera rebajada, eso se traduciría en un aumento de entre 60 y 70 puntos base en las tasas de interés de mediano plazo que tendrá que pagar el país, elevando los costos de endeudamiento en US$ 100 mil millones por año.
Una rebaja en la calificación también afectaría el resto de la economía, al elevar los costos para los créditos hipotecario, los créditos automotores y otros tipos de préstamos ligados a las tasas de interés pagadas por los bonos del Tesoro.
Para muestra un botón
El Departamento del Comercio dio el viernes un pequeño anticipo de lo que se puede venir a futuro. El PIB de Estados Unidos creció sólo 1,3% durante el segundo trimestre, lejos del 2,0% que se esperaba.
Las autoridades atribuyeron el menor ritmo de expansión precisamente al recorte del gasto fiscal. Los estados y gobiernos locales rebajaron sus egresos en 3,4% entre abril y junio. Con eso se acumularon cuatro trimestres consecutivos de bajas en los desembolsos, lo que constituye la racha de ajustes más prolongada desde 1947. "Este es un proceso largo y probablemente va a continuar durante uno o dos años más", señaló el economista Joshua Shapiro. El gobierno federal, por su parte, recortó su gasto en 7,3%, excluyendo las partidas en defensa, la mayor reducción desde 2006.
Los gobiernos locales y de los estados están partiendo este año fiscal 2011 con un déficit de
US$ 103 mil millones.
Y no sólo eso. El Departamento de Comercio además hizo una fuerte corrección de los datos hacia atrás. Según las nuevas cifras, el impacto de la recesión 2008-09 sobre la economía fue mayor de lo que se pensaba hasta ahora. Y, peor aún, la recuperación ha sido menos sólida de lo que se creía. Entre el cuarto trimestre de 2007 y el segundo trimestre de 2009, la economía se contrajo 5,1%, un punto porcentual completo menos de lo que se había calculado previamente. Y el PIB del primer trimestre de 2011 fue rebajado de 1,9% a tan sólo 0,4%.
Ritmo insostenible
La deuda pública de Estados Unidos alcanzó hace dos meses el tope máximo autorizado por la ley de US$ 14,3 billones. Sin embargo, esta cifra empequeñece comparado con los US$ 114,5 billones en gastos futuros que ya están comprometidos a través de programas de salud como Medicare y el sistema de seguridad social, pero que todavía no cuentan con un financiamiento asegurado. La cifra es prácticamente el doble que el Producto Interno Bruto sumado que se espera que generen todas las economías del mundo este año.
El jefe de la misión del Fondo Monetario Internacional para Estados Unidos y asesor senior del organismo multilateral, Rodrigo Valdés, proyecta que el déficit fiscal ascenderá a 9,3% del PIB este año. La deuda, en tanto, pasará de 62,1% del PIB a fines de 2010 a 70% en 2011.
En su reporte sobre la situación fiscal del país, publicado este mes, Valdés advirtió que este ritmo es insostenible y "que sin lugar a dudas puede debilitar la economía que estaba en proceso de recuperación y que ahora ha comenzado a perder impulso".
Los temores de los expertos tienen sólidos argumentos históricos. Si el costo de financiamiento para Estados Unidos aumentara tan sólo 1% (y manteniendo incluso su misma calificación de crédito actual) el crecimiento anual del PIB caería en 0,18%, según estimaciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Pero el menor crecimiento, a su vez, haría que la deuda como porcentaje del PIB aumentara. De este modo, un incremento en el costo del crédito de largo plazo para el Tesoro de Estados Unidos de un punto, dispararía la deuda a 93,4% del PIB a 2020.
Kenneth Roggoff, profesor de economía de la Universidad de Harvard, y Carmen Reinhart, senior fellow del Instituto Peterson, han basado su trabajo de investigación en la comparación de las distintas recesiones a lo largo de la historia. En su informe titulado "Tiempos de Deuda" recogen la experiencia fiscal de 44 países a lo largo de un período de 200 años.
Y según su trabajo, cuando la deuda de una economía supera la barrera divisoria de 90% del PIB, esta situación se convierte en una amenaza para la estabilidad y el crecimiento de largo plazo del país.
El directorio de la Reserva Federal volverá a reunirse el martes 9 de agosto. Los ojos de todo el mundo estarán puestos en el juicio de su presidente Ben Bernanke, sobre la posibilidad de resucitar la debilitada economía. Sin embargo, con las finanzas públicas en su estado actual, las autoridades difícilmente tendrán margen para inyectar estímulo, tras concluir en junio un plan de compras por US$ 600 mil millones.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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