lunes, octubre 05, 2009

responsabilidad social empresarial: Ética y RSE: regreso al futuro

 

Ética y RSE: regreso al futuro

 por josep maría lozano

 

En una entrada anterior planteaba una cuestión inquietante y, en parte, incómoda: la constatación, en los últimos años, de que al declinar de la BE le corresponde la presencia ascendente de la RSE. Como si en la cultura empresarial y en los discursos axiológicos también funcionara un sistema de vasos comunicantes en el que, a medida que se habla menos de BE, se hable cada vez más de RSE. Apuntemos algunas explicaciones posibles.

  

    http://t0.gstatic.com/images?q=tbn:0jywIavrlhFe5M:http://arielarrieta.com/wp-content/uploads/2008/07/rse.jpg1. El enfoque RSE resulta mucho más cercano a la lógica managerial. Su punto de partida parece a primera vista mucho más concreto y objetivable: se trata, en definitiva, de atender al impacto y/o a las consecuencias sociales y ambientales de las actuaciones empresariales, pregunta insoslayable, puesto que si algo hacen las empresas es actuar, y si algo tienen las acciones es consecuencias. El punto de partida es tan incontrovertible, que las discusiones se han situado en el alcance y la legitimidad de las exigencias de responsabilidad, pero no el hecho de la responsabilidad como tal. Y, por cierto, creo que aquí se nos ha escapado algo muy importante. El debate –y la controversia- sobre la RSE ha sido fundamentalmente un debate sobre la S. Y esto nos ha impedido centrarnos sobre lo sustantivo: la R. Ni los más acérrimos adversarios de la RSE cuestionan la necesidad de que las empresas sean responsables: el debate, en cualquiera de sus formas, se centra en cuales son los ámbitos y los límites de la responsabilidad. Éste es, sin duda, un debate abierto, que no cerraremos a corto plazo. Pero que no debe eclipsar el debate sobre la responsabilidad, que probablemente es el debate central. Entre otras razones, porque a veces el rechazo a la RSE no es más que una coartada para evadir responsabilidades.

  

   2. Otro aspecto constitutivo de la RSE es que quienes la ponen en el frontispicio del debate empresarial son una diversidad variopinta de grupos, movimientos y organizaciones que, a menudo, reclaman responsabilidad de las empresas como consecuencia de la constatación de sus malas prácticas. Lo que genera un enfoque más reactivo y orientado a la gestión de riesgos por parte de las empresas, y que se ha planteado a menudo más en términos de gestión de la reputación que no de gestión de la RSE. Pero estos planteamientos reactivos han ocultado un aspecto importante para entender el éxito propositivo del discurso sobre la RSE y la atención que le prestan las empresas. Las empresas han sido sensibles a la RSE porque su exigencia responde también a la lógica de la oferta-demanda (para la que las empresas parecen constitutivamente preparadas), algo de lo que no estoy seguro que ocurra con la ética. Por eso, también, lo peculiar de la RSE es que el debate en el fondo no se centra en la propia RSE como tal, sino en dilucidar quién tiene derecho/poder/influencia para exigir qué a las empresas. En otras palabras: aunque el debate a menudo parece que sea sobre la RSE, en último término lo que se discute de verdad es quien está legitimado para ser lo que podríamos denominar como el portador de la RSE.

  

Visualitza la imatge a mida completa   3. Como consecuencia de lo anterior, la RSE ha lidiado mal con la cuestión de los valores, y siempre ha parecido partir del supuesto que la responsabilidad era algo evidente por si misma, sin atender excesivamente a los marcos axiológicos y a los condicionantes sociológicos que son los que permiten, al fin y al cabo, calificar a una actuación como ejercicio de (i)responsabilidad. Creo que esto explicaría que el debate sobre la RSE sólo se ha preocupado tangencialmente por lo que propongo denominar la calidad de la propia responsabilidad (aunque, en rigor, la RSE nunca ha utilizado la referencia a la calidad con esta aplicación la responsabilidad). Esto le ha generado a menudo a la RSE problemas de credibilidad y, en algunos ámbitos, un justificado escepticismo, en la medida que se ha aceptado acríticamente que las prácticas RSE pueden llevarse a cabo por muy diversas razones y motivos, que pueden ir desde el craso oportunismo hasta la convicción; (y de ahí que se haya hecho cada vez más necesario proponer una especie de grados evolutivos de la RSE). Y, como consecuencia, la RSE ha estado sometida a un conflicto inacabable de interpretaciones entre otras razones porque arrastra una imprecisión terminológica irresoluble debido a la diversidad de usos que acoge la palabra "social" como referente axiológico y descriptivo, diversidad que en más de una ocasión es, lisa y llanamente, incompatibilidad entre los diversos planteamientos.

  

    4. Conviene pues no olvidar que la (aparente) transparencia managerial de la RSE, probablemente sea debida al hecho de que, en su sustancia, la RSE no parte de valores sino de relaciones. O, dicho en otras palabras, el punto de apoyo de su planteamiento no es (no pretende ser) valorativo sino relacional. Este enfoque mucho más operativo (no se pregunta qué es una empresa sino que da por supuesto que las empresas son lo que hacen) le permite hacer un largo recorrido sin tener que encallarse en cuestiones axiológicas, puesto que la agenda de las prácticas RSE puede alargarse –parece- hasta el infinito. Visto desde otra perspectiva, podríamos decir que aquí se ha dado una cierta oportunidad perdida, porque la idea de responsabilidad hubiera podido ser una una excelente puerta de entrada para introducir en la cultura empresarial el paso de una comprensión de los valores como contenido normativo a una comprensión de los valores como matriz para la indagación axiológica y práctica (…y, de hecho en algunos casos se ha producido este proceso, sin mucha conciencia del mismo, la verdad). Y es también una oportunidad perdida porque, salvo excepciones, a través de la RSE no se ha dado por lo general una conexión con referencias a la justicia y la equidad, los modelos de sociedad o los retos de la gobernanza; sino que más bien se suele reintegrar a la RSE en el paradigma tradicional de la visión de los negocios, aunque aparentemente -¡algo es algo!- desde una perspectiva más amplia, inclusiva y atendiendo a más parámetros y, por supuesto, a más stakeholders.

  

    5. En lo que a mi respecta, mi opinión es que esta situación está llegando a su límite. Por una parte, barrunto que la expansión de la gestión de la RSE seguirá su camino, tanto desde el punto de vista mediático como empresarial. Pero, por otra parte, cada vez será más evidente que, como ya anticipó The Economist, tras la RSE se esconde una batalla de las ideas. Lo curioso –es mi pronóstico- será que ambos procesos seguirán su propio ritmo por separado, por inconsistente que pueda parecer. Pero tarde o temprano se pondrá de manifiesto que la diversidad de aproximaciones a la RSE requiere la construcción de un marco de referencia ético que permita, si no dirimir, al menos razonar sobre ellas. Entre otras razones porque la RSE no es un discurso autosuficiente, que se pueda sostener sobre si mismo. Si lo ha parecido hasta el momento es porque ha generado muchos cambios, pero pocas transformaciones. La RSE lleva como marca de fábrica un déficit de clarificación axiológica (quizá se ésta una de las razones de su éxito, por cierto), y su gran aportación (poner el foco en la realidad organizativa tomada en sí misma, y no de manera subordinada a un discurso ideológico o a la moral personal) algún día deberá conectarse con su mayor limitación (la ausencia de un modelo antropológico y de un modelo de sociedad sobre los que apoyarse y articularse).

 

http://t0.gstatic.com/images?q=tbn:zm28Ixw0MfZejM:http://www.lablaa.org/blaavirtual/ciencias/sena/administracion/introetic/images/introetic4b.jpgEl futuro de la RSE, pues, no es la propia RSE; una RSE cada vez más encerrada con los juguetes de su agenda inacabable; una RSE cada vez más propensa a la bulimia y, precisamente por ello, encantada de haberse conocido. El futuro de la RSE no es la propia RSE, sino el regreso de la ética. Pero, por supuesto, no el regreso a la ética del pasado, ni al pasado de la ética.

 

 

www.josepmlozano.cat

 

Fuente DIARIO RESPONSABLE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
Diplomado en Gestión del Conocimiento de la ONU
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