miércoles, octubre 28, 2009

coleccionvinos: Los paisajes del vino

Los paisajes del vino

  • A partir de la definición de paisaje, el autor reflexiona sobre los 'paisajes del vino', la nula intervención conservacionista que se desarrolla en la Rioja y su enorme potencial


28.10.09 -
Ú ltimamente, y de forma recurrente, reaparece el tema de los paisajes del vino en La Rioja y la necesidad de su conservación, publicitándose incluso actuaciones del Gobierno de La Rioja para su protección oficial. Es lógico que dentro de una región, cuyo nombre coincide literalmente con el nombre de uno de los vinos más prestigiosos de este país, el tema suscite un elevado interés, aunque por otra parte no esté muy claro a qué nos referimos cuando hablamos de la protección del paisaje y, en especial, del paisaje del vino.
El paisaje, de forma sencilla, puede definirse como el espacio geográfico que resulta de la acción en el tiempo de factores naturales y humanos (Consejo de Europa, 1995). En el caso de La Rioja estaríamos hablando de un 'paisaje cultural' ligado a la actividad vitícola que ha moldeado el territorio a lo largo de siglos dando lugar a un espacio geográfico en el que nos reconocemos y nos identificamos como región. Y dentro de las nuevas tendencias de turismo enológico, los viñedos y el paisaje agrario que forman comienzan a considerarse un 'activo' más a añadir al sector vinícola, siempre y cuando sepamos conservarlo frente a las múltiples amenazas que sobre él se ciernen.
 
Porque cualquier observador que recorriera el territorio riojano descubriría que la sensibilidad para la conservación del paisaje riojano es, por decirlo de una manera suave, inexistente. Tendría la sensación, por el contrario, de que alguien inconsciente o deliberadamente se está dedicando a arrasar, desmontar o descuajeringar los paisajes agrarios tradicionales en el espacio conocido como Valle del Ebro.
Este espacio, coincidente con los paisajes en los que predomina el viñedo, está sujeto en la actualidad a un modelo de desarrollo económico y a un proceso de ocupación del territorio asociado a toda una serie de actuaciones de gran impacto sobre el medio, como por ejemplo: proliferación de construcciones (pabellones, viviendas unifamiliares, urbanizaciones), grandes desmontes y terraplenes para la creación de extensas fincas agrícolas, destrucción de ribazos arbolados, infraestructuras de gran capacidad como autovías, instalaciones de producción energética (parques solares y eólicos), proliferación de tendidos eléctricos, etc.
A modo de ejemplo, podría citarse el proyecto de campo de golf con macrourbanización asociada en el municipio de Haro que, curiosamente, se denomina 'Paisajes del vino' para, a continuación, ocupar y arrasar una de las mejores zonas de paisaje de viña tradicional del municipio. O también, el proyecto de desdoblamiento de la carretera N-232 con la construcción de una autovía paralela a la existente autopista AP-68, y que dará lugar de forma innecesaria a dos infraestructuras de transporte paralelas de gran impacto ecológico y paisajístico. El resultado de todos estos procesos no es otro que la destrucción de los paisajes tradicionales agrarios así como su simplificación, creando entornos más pobres y de menor valor natural, y que sin embargo pretendemos utilizar y promocionar como recurso turístico.
Por eso, cuando abordemos este tema sería necesario plantearse realmente qué queremos hacer. Qué entendemos por paisajes del viñedo o del vino, el del cultivo tradicional o el de espaldera, el de las pequeñas parcelas en mosaico o el de las grandes fincas de monocultivo. Qué estamos dispuestos a hacer para protegerlos y mejorarlos, si no queremos quedarnos en una mera declaración de buenas intenciones o de normativas que nunca llegan a aplicarse. Porque, además, una de las principales características de estos paisajes, en contraposición con los paisajes de montaña con predominio de pertenencia pública, es que son de propiedad particular. En consecuencia, y frente a posibles intereses generales o públicos de preservación de sus valores, siempre van a aparecer intereses individuales y privados y, por ende, previsibles conflictos y rechazos a las actuaciones de las administraciones públicas.
Y una vez establecidos el tema en cuestión, los objetivos a alcanzar y los conflictos a resolver, sería el momento de concretar qué podemos hacer para conservar este patrimonio cultural tan importante para La Rioja. Podría comenzarse por definir los paisajes agrarios con predominio de viñedos con el fin de delimitarlos, inventariarlos, caracterizarlos y valorarlos para poder concentrar los esfuerzos en los espacios de mayor valor y menos alterados por la intensificación agrícola, la urbanización y las infraestructuras. A continuación, podría estudiarse cuál sería el marco legislativo o normativo más adecuado para su conservación teniendo en cuenta que en estos momentos ya se cuenta en esta región con una figura de protección como sería el 'Paisaje Cultural del Viñedo', incluido en la Ley de Patrimonio de la Comunidad Autónoma de La Rioja y definido como «extensión de terreno representativa de la interacción del trabajo humano con la naturaleza».
Después, podría pasarse a la fase de incentivación para que sus propietarios, verdaderos artífices del paisaje, conserven los elementos que los definen y continúen con las actividades agrícolas que los mantienen vivos. Y, por último, se podría llegar a acometer su puesta en valor potenciando su uso turístico mediante la creación de senderos, observatorios, paneles interpretativos, restauración de edificios y enclaves, y su integración en el resto del proceso productivo a través de las bodegas en el denominado turismo enológico. Todo ello teniendo siempre presente la dificultad de llevar a cabo políticas públicas sobre un territorio fragmentado en múltiples parcelas de propiedad privada, cultivado con diferentes sistemas de cultivo y sujeto a diversidad de intereses, desde el pequeño agricultor a tiempo parcial hasta las grandes bodegas, pasando por el viticultor profesional integrado en la cooperativa local.
El trabajo que queda por delante es amplio y complejo, pero merece la pena si queremos compararnos con otras regiones vinícolas como el Alto Douro Vinhateiro, Saint Emilion o la Val de Loire, que hace años que preservaron sus paisajes de viñedos, hoy declarados Patrimonios de la Humanidad, o, en caso contrario, nos conformamos con editar unos atractivos folletos propagandísticos a modo de simple envoltorio de un territorio agrario que hace tiempo que, sea por desconocimiento o por determinados intereses, estamos deteriorando irreversiblemente.
Fuente
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
Diplomado en Gestión del Conocimiento de la ONU
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