Por: CAMILO ARANGO (@camiloarangoo)
Con ocasión del día del trabajo, vuelven a aparecer sobre las agendas de las centrales obreras las acusaciones al gobierno por los fracasos de las políticas de generación de empleo, el inadecuado manejo de las cifras, y la precaria calidad de los puestos de trabajo que se reportan como empleos formales. Y vuelven a presentarse los informes del gobierno, respaldados por los empleadores, que hablan del mejoramiento continuo de su gestión, que se materializa en la reducción continuada de las cifras durante los últimos cuatro años.
Dos grandes preocupaciones deben alentar la formulación de políticas participativas en materia laboral Colombia. En primer lugar, la permanente pregunta por el mejoramiento de las condiciones y oportunidades de empleo para los jóvenes debe ser la prioridad. Los diagnósticos de la OIT, que alertan por las altas tasas de desempleo juvenil en los mercados desarrollados y emergentes, se materializa igualmente en Colombia donde se hace necesario hacer una evaluación de las reformas del año 2010, para identificar si iniciativas como la ley del primer empleo resultaron ser adecuadas, o si se requieren esfuerzos adicionales a las reformas fiscales, para alentar el crecimiento de las cifras de empleo juvenil. Estamos ante una generación en peligro de acuerdo con esa institución internacional, que de no alcanzar niveles aceptables de trabajo decente en el corto plazo, no podrá contribuir a los sistemas de seguridad social y no podrá asegurar niveles aceptables de ingresos económicos para la construcción de su futuro.
El segundo pendiente del gobierno nacional, es avanzar en la formalización del empleo. Las cifras de DANE indican que cerca del 60% de los colombianos laboralmente activos no se encuentran vinculados a la seguridad social, razón por la cual no solo se encuentran desprotegidos ante la ocurrencia de cualquier contingencia de salud o muerte, sino que no cuentan con una expectativa de futuro en condiciones dignas pues nunca tendrán acceso a una pensión de vejez. Esta es la cifra a través de la cual es necesario evaluar la gestión de los próximos gobiernos, pues no basta con generar empleo aun cuando sea en condiciones de informalidad.
Lo cierto es que los mecanismos de diálogo social en Colombia parecen no ser suficientes para soportar el reto. La Organización Internacional del Trabajo ha tenido un especial interés por alentar la participación constructiva de trabajadores, empleadores y gobierno en la definición de acciones y políticas conjuntas para hacer frente a los retos mencionados, pero las secuelas del conflicto armado minaron la confianza en los espacios tripartitos, y la injerencia permanente de otros actores en perjuicio de esos espacios de construcción del diálogo social, sigue dificultando avanzar en la definición de acuerdos para el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores en Colombia. La construcción de escenarios de confianza liderados desde el ejecutivo, puede ser un camino adecuado para avanzar en ese propósito.
La economía colombiana ha presentado signos positivos de crecimiento, y las cifras de generación de empleo no son del todo desalentadoras, salvo en el caso de los jóvenes donde hay que poner especial atención. Ahora es necesario voltear la vista hacia el mejoramiento de las condiciones de los trabajadores para la creación de condiciones de trabajo decente para la equidad, pues resulta ser el único camino que nos lleve al desarrollo sostenible.
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