José Graziano Da Silva: "La quinua ya está presente en 70 países"
Rumi Cevallos Flórez
José Graziano da Silva fue artífice del Programa Hambre Cero del Brasil en su calidad de ministro de Seguridad Alimentaria. Un día previo a la oficialización del término del Año Internacional de la quinua, Graziano habló con La República y considera positiva la promoción y difusión de la quinua, pero que hay más por hacer para que los beneficios sean también gozados por los productores.
En el Congreso se debate un proyecto relacionado al tema que usted lidera. Un punto importante es reconocer si la alimentación es un derecho. ¿Lo es?
Es un derecho, sin duda. Lo promovemos de hace muchos años en la FAO. Latinoamérica lo ha reconocido y es uno de los derechos básicos equivalente al derecho de la vida. Cuando empecé en la FAO, teníamos solo tres países que lo reconocían, ahora hay diez que lo tienen en su Constitución y otros 10 países, incluido el Perú, que lo están discutiendo en el Congreso para incorporarlo en la Constitución.
¿Qué ventaja tiene el reconocerlo como un derecho?
La ventaja de reconocerlo es que será incorporado como un derecho ciudadano que tiene que garantizarlo el Estado y ello dará oportunidades para leyes complementarias. En una región que es la granjera del mundo, que exporta alimentos a todo el mundo, ¿cómo se puede seguir adelante con países que son exportadores y donde a la vez hay hambre? Es una contradicción que debe ser superada. Eso va a marcar cada vez más el comercio mundial porque los países que no cumplan primero con alimentar en casa no van a poder estar en los mercados.
De otro lado, recientemente se cerró en Puno el Año internacional de la Quinua, qué significó para la FAO este año?
Es un sueño que termina siendo realidad. Nos reunimos el 2009 en Chile interesados en promover los cultivos olvidados, entre ellos destacaba la quinua por una serie de ventajas como su potencial al futuro, porque es un grano con muy buenas cualidades nutricionales. Tiene los aminoácidos, pero no tiene gluten, y para su cultivo se requiere de poca agua. Es una muy buena reserva para los años que vienen, con el impacto del cambio climático. Por esas razones se la eligió para promoverla como una esperanza y al mismo tiempo ofertar un conocimiento almacenado por miles de años y trabajado por los campesinos del altiplano principalmente. La visión de la FAO no solo fue promoverla sino también difundir su cultivo en otros países.
¿Cuál es el balance de esa labor?
Después de un año, un tiempo muy corto, la quinua ya está presente en 70 países. Se empezó desde cinco países y estamos haciendo el experimento en 26 naciones africanas, en toda la región del Sahel y el cuerno del África, donde hay grave deficiencia de alimentos. Allí se hace experimentos para ver la adaptabilidad de la quinua y qué variedad debe cultivarse en función de la temperatura, el suelo, altitud, entre otros.
Es un buen logro. 70 países.
Es positivo. Pero no termina allí porque inmediatamente se nos ocurrió después del año internacional de la quinua, tratamos de empalmarla con el Año de la agricultura familiar en el 2014.
Desde niño consumí quinua. En setiembre del 2012 compré un kilo de quinua a S/. 6,00 en el Cusco, pero ahora se vende en S/. 15,00, y en Lima lo comercializan entre S/. 25 y S/. 30.
Luego de magnificar a la quinua el precio trepó en el mercado local, ¿qué nos puede decir de ello?
Hay un informe de Aladi (Asociación Latinoamericana de Integración) con la FAO (será dado a conocer en enero), y allí se ve que los precios de todos los cereales tuvieron un alza muy rápido entre el 2006 y el 2009 con la crisis del 2007, sobre todo los del arroz. Pasó lo mismo con la quinua y luego los precios se estabilizan, pero del 2012 al 2013 se observa un alza y de ese repunte nosotros somos los responsables.
¿FAO es responsable de ese repunte en el precio de la quinua?
No, la FAO no. (Risas)
¿Y en cuánto se elevó el precio con la promoción de la quinua?
20% para el caso boliviano. Y eso debido a que hay un rezago entre el crecimiento de la demanda y la capacidad de la oferta. Con esos precios se tiene que incentivar a producir más y que la producción adicional llegue al mercado para que los precios se estabilicen otra vez.
¿Qué esperan de los gobiernos para el cultivo de la quinua?
Que los gobiernos del Perú, Bolivia, Ecuador y Chile puedan aportar financiamiento, asistencia técnica y semillas de buena calidad. Perú es el único país de los cuatro donde la quinua tuvo un crecimiento de 10% en su rendimiento de producción por hectárea, lo que implica que hay buenas semillas, buena calidad de suelo, asistencia técnica.
¿Y quiénes pagan altos precios por la quinua?
En este momento son dos tipos de consumidores. Son los mercados internacionales como Estados Unidos, Canadá, Europa, Brasil. Por ejemplo, en el supermercado de la FAO se vende 250 gramos de quinua en 6 euros y no hay stock disponible. Ese es el atractivo de todo lo que hemos producido: recetarios, libros, propaganda, ferias, exhibiciones, entre otros. Y es por la combinación de un producto muy sano, nutritivo, que va junto con una tradición cultural del producto, que es un importante valor agregado. Lo otro son los consumidores de los centros urbanos, porque tienen un sistema de distribución de intermediarios. De ese 20% de alza en el precio de la quinua los intermediarios se quedan con un 15% y la menor parte se queda en el productor. Hay evidencia suficiente de que los precios no subieron en el mercado de productores. Por ejemplo, en Oruro los precios están estables hace años, y subieron y bajaron de acuerdo con la oferta y la demanda, pero muy poquito. No pasa de 2% a 5%.
Pero en el Perú el alza es exponencial...
Eso es en la ciudad, pero en zonas rurales y en los centros productores y en las familias campesinas sigue igual, toda la evidencia es que eso no afectó su consumo porque continúan consumiendo igual y llevando el excedente al mercado. Claro ahora llevan más al mercado porque eso les da más plata para comprar lo que necesitan.
Y cómo hacer para que los agricultores se beneficien de este boom, porque los mayores beneficios se quedan en los intermediarios.
Eso es el fuerte de las recomendaciones del estudio que vamos a compartir en enero. Para el año de la agricultura familiar en el 2014, ahora empieza la organización de los productores en cooperativas, para lograr un mejor procesamiento, es decir no vender el grano en su estado natural sino agregarle valor, procesarlo, empacarlo y contar con un mecanismo gubernamental para que la quinua sea introducida sin problemas en la merienda escolar. Con ello no solo se crea el hábito de consumo, sino que se puede garantizar un piso en el precio. Si el gobierno compra a un determinado valor se establece un piso mediante el cual los intermediarios no pueden elevar el precio del producto.
¿Los programas sociales harán posible un precio piso para la quinua?
Esa es la recomendación, que los programas sociales no solo sean de distribución del producto, sino también que tenga un beneficio productivo, que impacte en la mejora de los ingresos de las familias productoras y no solo con la quinua sino también con otros alimentos.
En este año se sentaron las bases para que este grano andino sea considerado base de la alimentación mundial. ¿Cuáles son las perspectivas para los siguientes años?
Las perspectivas son muy optimistas, las proyecciones dicen que habrá un crecimiento de la exportación de 19% al año contra un incremento de solo 5% en el 2002. Entonces, en los últimos diez años, del 2002 al 2012 se incrementó. Todo indica que los mercados están abiertos y consumen todo lo que sea productos de buena calidad.
¿La desaceleración de la economía tendrá impacto en el precio de la quinua?
No esperamos que la desaceleración del comercio mundial pueda impactar a la quinua. La cantidad de producción es suficientemente pequeña, por ahora, para que sea afectado. Además, tiene un público, un nicho de mercado cautivo, por este momento. Al largo plazo, la quinua tiene un potencial en los países que tienen deficiencia alimentaria como el norte de África y la región andina. Yo he visto en Oruro un desierto verde que no existía antes, de 200 mil hectáreas de quinua. Eso me parece que llegó para quedarse. No se va a revertir.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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