Francesc Bracero, de La Vanguardia, me llamó para hablar del aniversario del fallecimiento de Steve Jobs, y de la evolución de Apple durante este año sin su figura. Hoy lo publica en La Vanguardia bajo el título "Un año sin el gran inspirador" (pdf).
Mi opinión sobre el tema es que, siendo Steve Jobs indudablemente un genio al que recordaremos toda la vida (muy recomendable en ese sentido la reflexión de Mat Honan en Wired, "Why we'll never stop talking about Steve Jobs"), la compañía lo ha hecho fantásticamente bien sin él. No comparto para nada las reflexiones del tipo "con Jobs esto no habría pasado" o "todo esto aún viene de Jobs y ahora cuando se les acabe les va a ir mal": la planificación y desarrollo de la sucesión de Steve Jobs en Apple me parece uno de los episodios más brillantes de la historia del management en las corporaciones.
Obviamente, contribuyó muchísimo a ello tanto el hecho de tomar conciencia con prácticamente un año de antelación de la inevitabilidad del desenlace, como la particular personalidad de Jobs, que enfocó el proceso con una frase para mí clave: "no os planteéis qué decisiones habría tomado yo, simplemente tomad las decisiones correctas". Así, a lo largo de este año, hemos visto como la compañía tomaba decisiones, como la de repartir dividendos, que iban claramente en contra de lo que Jobs había expresado en vida, pero no ha dudado en hacerlo al juzgar que o bien las circunstancias habían cambiado, o bien era el momento adecuado para hacerlo.
Otras decisiones que han sido muy criticadas, como poner Maps en el mercado como aplicación todavía con problemas de calidad, no representan en realidad un alejamiento del mítico perfeccionismo de Jobs (que, no lo olvidemos, también protagonizó episodios similares con otras aplicaciones y productos): con los mapas hablamos de una aplicación que precisa estar funcionando y con usuarios activos para poder ser mejorada adecuadamente, pero sobre todo, que representaba un problema estratégico de primer nivel que la compañía debía resolver con urgencia: cada minuto sin mapas propios era un minuto de ventaja y de aporte económico para su principal competidor.
"Las predicciones son difíciles, especialmente sobre el futuro" (frase atribuida a Niels Bohr, quien por cierto cumpliría hoy 117 años), pero mi impresión es que el hecho de que Apple pueda mantener su impresionante evolución en el futuro no depende especialmente del hecho de que Steve Jobs no esté. Su salida de la compañía en 1985 fue en efecto catastrófica, pero también radicalmente diferente en sus circunstancias, y el mítico proceso de reinvención de productos como el reproductor MP3, el teléfono móvil o el tablet para dar lugar al iPod, el iPhone o el iPad no era, como tal, un resultado exclusivo del pensamiento de una persona, aunque pudiese estar notablemente potenciado por su estilo personal y directivo. Mi impresión es que muchos de los procesos que propiciaban esas reinvenciones pueden haber sobrevivido a Jobs gracias a una transición modélica. El hecho de que este último año no hayamos visto ningún producto nuevo como tal, sino mejoras incrementales de los ya existentes me parece escasa evidencia como para aventurar que la compañía sin Jobs carece de genialidad, entre otras cosas porque el transcurso de ese año aún no la aleja para nada del ratio de frecuencia de lanzamiento de nuevos productos que Apple mantuvo durante la última etapa de Jobs. Por eso, y porque las conclusiones fáciles y el catastrofismo me aburren :-)
Saludos
Rodrigo González Fernández
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