Industrias golpeadas por el terremoto ya recuperaron toda su capacidad productiva
Según la Sofofa, el 30% de la producción fabril del país fue dañada durante el 27/F y el único sector rezagado sigue siendo la pesca industrial. Emblemáticas empresas, como Enap, CAP y Arauco, cuentan cómo se recuperaron.
por Julio Nahuelhual / Pamela Jimeno.
A dos años del terremoto y tsunami que azotaron el centro-sur del país el 27 de febrero de 2010, la mayoría de las industrias afectadas puede declarar que el daño en su capacidad productiva es un capítulo cerrado. Tras monitorear mes a mes la actividad sectorial impactada por el sismo, un informe elaborado por la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) concluyó que al cierre de 2011 la producción de esas firmas se ubicó un 1,2% por sobre el nivel registrado en enero de 2010, antes del desastre.
El análisis, que incluye un índice con series desestacionalizadas y ajustadas por días trabajados, analiza el desempeño productivo de ocho sectores clave dañados por el desastre del 27/F, lo que representa el 30% del total de la actividad fabril (ver infografía). "Todos han renovado completamente su capacidad productiva", concluye Andrés Concha, presidente de la Sofofa.
Mientras los sectores de cervezas y aserraderos muestran un repunte contundente, los de refinados de petróleo y celulosa andan más lento (ver infografía). Según la Sofofa, la producción de esta última ha sido afectada por paralizaciones para mantenimiento. En el caso de la refinación (principalmente Enap) ha habido programas de revisión en plantas y un alza en la importación de productos limpios. "Los sectores que no muestran niveles de producción superiores al preterremoto es por factores puntuales, que no tienen relación con el desastre", afirma Concha.
Pero en la pesca hay problemas. Si bien esta industria, en general, muestra una mayor producción por el dinamismo salmonero, el subsector pesca industrial está rezagado (ver recuadro). Con todo, Concha destaca el mayor dinamismo "en alimentos, impulsado por salmón, carnes y lácteos, y en las industrias que proveen a la construcción, como hormigón, productos metálicos para uso estructural y tableros de madera".
En su balance del primer trimestre de 2010, Arauco apareció como la empresa más castigada por el sismo, con daños por US$ 168 millones. Hoy, Charles Kimber, gerente de Asuntos Corporativos y Comerciales de la firma, precisa que el plan de inversiones para 2010 no se vio afectado, ya que todas las instalaciones tenían seguros y recibieron una póliza de las aseguradoras por US$ 532 millones, la mayor en la historia del país, explica. "En menos de un año logramos recuperar nuestras instalaciones y restablecer en un 100% todas nuestras operaciones, asegurando los empleos a nuestros trabajadores. La línea II de la Planta Arauco quedó plenamente operativa en enero de 2011", afirma.
El trabajo de recuperación, relata, se organizó en etapas. Primero, dimensionar el drama con un catastro de la situación de los trabajadores y de las instalaciones de la firma. De los 35 recintos que tienen, 30 están en la zona de mayor impacto: las plantas de celulosa de Arauco y de Constitución sufrieron graves daños y el aserradero de Mutrum terminó deshecho.
La siguiente etapa fue disponer ayuda para trabajadores y comunidad. Luego, añade, vino la reconstrucción. Se puso en marcha el Plan de Reconstrucción Sustentable (Pres) de Constitución, con una alianza entre Arauco, el Ministerio de Vivienda y la municipalidad. "Las iniciativas de entrega de alimentos, remoción de escombros, combustible, viviendas de emergencia y Pres de Constitución sumaron casi $ 3.500 millones", resume Kimber.
En la madrugada del 27/F, desde la casa matriz en Santiago, Enap concretó las importaciones de petróleo que el país requería. En paralelo, los equipos en terreno en refinerías y sus oleoductos restablecieron la operación de ductos, terminales terrestres y marinos para abastecer a las distribuidoras de combustible. Esto se cubrió al inicio con el stock de seguridad de las refinerías y luego con compras en el exterior. "El abastecimiento no se cortó en ningún momento", afirma la estatal.
Enap reportó daños por US$ 155 millones en su balance a marzo de 2010, por paralización y por problemas con plantas y equipos casi en partes iguales. La empresa activó sus seguros, que cubrieron gran parte de los daños. Además, dispuso medidas posteriores asociadas a instalaciones, estudios de riesgos, mecanismos y protocolos de comunicación.
Las refinerías de la zona de catástrofe, Biobío y Aconcagua, detuvieron sus operaciones por el corte de energía que afectó al país y por razones de seguridad, debido a daños estructurales. Tras dos semanas, Aconcagua restableció la producción de combustibles.
El daño fue mayor, pues está ubicada en el epicentro del terremoto, pero el 14 de mayo de 2010 la refinería de Biobío volvió a funcionar parcialmente y, a fin de junio, en forma total. Para ello, se reorganizó al personal en dos áreas: restablecimiento operacional y gestión de crisis. Se fijaron jornadas de trabajo excepcionales y no hubo despidos.
Cerca de 350 trabajadores de turno estaban en las instalaciones de CAP la madrugada del terremoto, pero no hubo lesionados, destacan en la empresa. En el primer balance del 2010, la firma contabilizó daños por US$ 59,8 millones. La firma sufrió pérdidas en todas sus unidades, especialmente en el área de producción primaria: Muelle, Altos Hornos, Planta de Coque y Acería. "No obstante, el mismo día de la emergencia comenzamos las tareas de reparación. Muchas consistieron en faenas de alta complejidad que requirieron una inversión muy fuerte y meses de trabajo. Las unidades de laminación sufrieron daños menores y rápido reanudaron sus operaciones, procesando acero en stock o importado", relatan.
Así, el 14 de julio de 2010 se procesó la primera hornada de acero y 10 días después la siderúrgica volvió a producir. CAP reinició la totalidad de sus operaciones a cuatro meses del terremoto y hoy destaca que la emergencia permitió comprobar el "funcionamiento orgánico de los procedimientos" y el Sistema de Gestión de Seguridad y Salud Ocupacional que había diseñado.
RR
Las dificultades para la pesca industrial
El 27 de febrero de 2010 marcó un quiebre en la pesca industrial chilena. Con pérdidas en infraestructura por US$ 300 millones y otros US$ 134 millones en producción, el sector fue uno de los más castigados por el terremoto. A la fecha, dos empresas aún no logran recuperarse: Pesquera Landes y Alimar.
La primera, de las familias Fosk y Bohorodzaner, vio destruidas las tres plantas (de congelados, ahumados y harina de pescado) que tenía en el sector de Isla Rocuant, en Talcahuano, y aunque el seguro cubrió todo, sólo pudo levantar la de harina. El proceso significó la pérdida de 360 empleos en las dos fábricas que no se reconstruyeron, aclara su gerente comercial, Andrés Fosk. "La transformación fue total. El primer año fue de adecuar la fuerza laboral, lo que fue muy duro, aunque afortunadamente no perdimos ni una vida, porque la gente pudo arrancar. Después vino la reconstrucción y armar el equipo para salir adelante. Perdimos en un día lo que se construyó en 40 años", dice.
Fosk relata que el tsunami destruyó toda la capacidad de producción de la firma, de 100.000 a 110.000 toneladas anuales: "Quedamos sin procesar un solo pescado. Recién retomamos la producción en 2011, cuando se levantó la veda de pesca". Lo anterior, junto a la incertidumbre por el proyecto de ley de pesca que está en el Congreso, hacen imposible reconstruir las dos plantas siniestradas, sostiene.
Alimar, de la familia Izquierdo, que vio destruida su planta de harina de pescado en San Vicente, Talcahuano, no quiso referirse al tema.
Aseguradoras pagarán 94 veces más que en el terremoto de 1985
El terremoto y tsunami de febrero de 2010 generaron pérdidas por un total estimado de US$ 30.000 millones, cifra 28 veces superior a las que dejó el terremoto de 1985, estima la Asociación de Aseguradores. La industria indemnizará un 25% de esas pérdidas, por un monto de US$ 7.520 millones. "Dichas indemnizaciones serán 94 veces mayores que las de 1985, donde el sector asumió solamente un 8% de las pérdidas, indemnizando en total alrededor de US$ 85 millones", explican en la entidad.
Un informe del gremio precisa que al 30 de noviembre de 2011 se pagaron 131.146 siniestros habitacionales (de los 190.299 reportados), por US$ 1.300 millones, y sólo quedan 188 pendientes de pago.
En siniestros no habitacionales se han pagado US$ 4.417 millones, de acuerdo a la SVS, lo que totaliza desembolsos por US$ 5.717 millones.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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