23-08-11 00:00 Es una de las leyendas del mundo financiero. Un gurú inmobiliario. Y el gran visionario detrás del MALBA. Asegura que el coleccionismo es un vicio que se adquiere a través del tiempo. Cuenta que nunca fue un workaholic. Estaba enfocado pero nunca trabajé 14 horas , dice. Hoy ya no juega al tenis pero practica golf y kite surf. Padre de siete hijos, tiene 16 nietos.
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Los medios brasileños mueren por entrevistarlo estos días. Es el argentino que le prestó a Dilma Rousseff el Abaporu . Esa obra emblemática y maravillosa del modernismo brasileño que vive entre las paredes luminosas del MALBA y que hace unos meses viajó hasta San Pablo para una exposición especial en el Palacio del Planalto. Un agradecimiento público y caluroso de Dilma en plena inauguración lo pusieron en el centro de la escena. Hoy todos quieren conocer al hombre que custodia ese orgullo brasileño que es la poderosa pieza de Tarsila do Amaral.
Hay cierta agitación este viernes por la tarde en las oficinas de Eduardo Costantini en el MALBA. Llegaron por lo menos diez pedidos de entrevista de Brasil. Y faltan pocos días para el décimo aniversario del museo en un momento en que la convulsión de los mercados también compite por la atención de un Costantini que, según sus colaboradores, aprecia que le informen lo esencial y le ahorren lo accesorio. Ni bien saluda, se explica: se demoró porque tuvo que cambiarse. La entrevista alteró esa informalidad pactada que habilitan los viernes. Es cierto que es un hombre sin grandes énfasis. Pero se lo ve fresco y distendido. Arrancamos con la anécdota del Abaporu .
Es una obra que compré en 1995 en un remate en Christie s, en Nueva York. Pertenecía a un coleccionista que era agente de bolsa y había perdido mucho con la crisis del Tequila. En aquel momento ninguna institución brasileña quiso o pudo comprarla. Pero cuando se supo que la había comprado un argentino, generó un escándalo mediático , comenta.
Este año Dilma me preguntó si se la podía prestar. Enviaron un avión de la Fuerza Aérea enorme. Me invitaron a la inauguración y me trataron muy bien. Dilma me hizo sentar con todo su gabinete. Ahora ya lo devolvieron. Pero Cristina me envió un mensaje para pedirme que la obra se quedara acá. Me la encontré hace unos 10 días y ella me contó a mí lo que significaba esa obra. Como si yo no lo supiera , dispara.
Al escucharlo contar la historia del cuadro, se adivina la pasión que corre por debajo de esa superficie calma que ofrece Costantini. El coleccionismo es un vicio que se va dando a través del tiempo , define. Pero coleccionar no es sólo comprar obras de arte. Una colección es algo pensado, que busca tener una coherencia. He comprado obras que no me han gustado. Fueron decisiones muy meditadas y muy técnicas . Reconoce que una vez intentó incursionar en el arte. Me puse a dibujar unos 90 días y llegué a la conclusión de que era mejor coleccionar .
Pero mucho antes de eso, antes del primer millón y de los hits inmobiliarios, el logro fue otro: juntar u$s 25.000 tras recibirse en Económicas para hacer un máster en Inglaterra. Trabajé cuatro o cinco años con mi hermano. Me pagó un bonus y con el resultado de unas inversiones, junté la plata , recuerda. Me asocié después con dos compañeros de la facultad y armamos una compañía como agentes de bolsa. En los ochenta me separé y armé Consultatio , explica.
Para 1987, Costantini ya tenía 10% del Banco Francés. Para 1991 su participación lo llevó a la vicepresidencia del banco. Consultatio fue absorbida por el Francés, pero después se reflota como Consultatio Asset Management, enfocada sólo en asesoramiento de inversiones , rememora. Ese mismo año, compró el terreno en la zona de Catalinas que marcó el inicio de Consultatio Desarrolladora. La década del ochenta fue un tiempo de crecimiento muy fuerte. En diez años pasé de agente de bolsa a ser parte del grupo de control de uno de los bancos privados más grandes del país .
El responsable de Nordelta hoy tiene además el 100% de la segunda ciudad pueblo de la Argentina en Escobar. Y construye una tercera torre en Catalinas. Es un poco más que las otras dos sumadas. Y también tenemos un proyecto de casi 500 millones de dólares en Key Biscayne, además de un desarrollo en Rocha, Uruguay , enumera y el gurú inmobiliario desplaza ahora al coleccionista.
El grave accidente que sufrió en 2003 mientras practicaba deportes naúticos no es un tema que rehuya. No puedo decir que me haya hecho replantear mi vida. La verdad es que no hubo una gran variación en el ritmo de trabajo, porque nunca fui un workaholic. Estaba focalizado pero no trabajaba 14 horas , aclara. Sí creo que me afectó a nivel vivencial y psicológico. Uno queda más frágil. No querés volver a estar enfermo ni sufrir físicamente, si bien yo no experimenté dolor físico. Pero el respirador artificial, tener las manos atadas, las alucinaciones por las drogas son una experiencia que crea cierta secuela, aunque creo que lo administro relativamente bien , señala.
Hoy ya no juega al tenis pero sí al golf con amigos y en verano todavía despunta su gusto por el agua con el kite surf. Y hago más coleccionismo que antes , se ríe.
Costantini es muy reservado para hablar sobre los suyos. Pero comparte algunas pistas. Vengo de una familia de 13 hermanos. En mi casa también vivían mis abuelos y una prima huérfana. Era un club. Y mi madre no tenía tiempo de cuidarnos a cada uno . Padre de siete hijos, hoy tiene 16 nietos. En mi familia es todo al por mayor. Mis nietos van desde 1 año a 23 años. La más grande se está por recibir de arquitecta , comparte. A los 41 ya fui abuelo. Y tengo 80 sobrinos. No podría invitar a toda mi familia a casa. Seríamos más de 200 , apunta. Se intuye algo reconfortante en semejante red multitudinaria de contención. Y también algo abrumador. Pero en su evidente oficio orgulloso de abuelo, Costantini es uno más. Hermanado con el resto de los mortales.
Hay cierta agitación este viernes por la tarde en las oficinas de Eduardo Costantini en el MALBA. Llegaron por lo menos diez pedidos de entrevista de Brasil. Y faltan pocos días para el décimo aniversario del museo en un momento en que la convulsión de los mercados también compite por la atención de un Costantini que, según sus colaboradores, aprecia que le informen lo esencial y le ahorren lo accesorio. Ni bien saluda, se explica: se demoró porque tuvo que cambiarse. La entrevista alteró esa informalidad pactada que habilitan los viernes. Es cierto que es un hombre sin grandes énfasis. Pero se lo ve fresco y distendido. Arrancamos con la anécdota del Abaporu .
Es una obra que compré en 1995 en un remate en Christie s, en Nueva York. Pertenecía a un coleccionista que era agente de bolsa y había perdido mucho con la crisis del Tequila. En aquel momento ninguna institución brasileña quiso o pudo comprarla. Pero cuando se supo que la había comprado un argentino, generó un escándalo mediático , comenta.
Este año Dilma me preguntó si se la podía prestar. Enviaron un avión de la Fuerza Aérea enorme. Me invitaron a la inauguración y me trataron muy bien. Dilma me hizo sentar con todo su gabinete. Ahora ya lo devolvieron. Pero Cristina me envió un mensaje para pedirme que la obra se quedara acá. Me la encontré hace unos 10 días y ella me contó a mí lo que significaba esa obra. Como si yo no lo supiera , dispara.
Al escucharlo contar la historia del cuadro, se adivina la pasión que corre por debajo de esa superficie calma que ofrece Costantini. El coleccionismo es un vicio que se va dando a través del tiempo , define. Pero coleccionar no es sólo comprar obras de arte. Una colección es algo pensado, que busca tener una coherencia. He comprado obras que no me han gustado. Fueron decisiones muy meditadas y muy técnicas . Reconoce que una vez intentó incursionar en el arte. Me puse a dibujar unos 90 días y llegué a la conclusión de que era mejor coleccionar .
Pero mucho antes de eso, antes del primer millón y de los hits inmobiliarios, el logro fue otro: juntar u$s 25.000 tras recibirse en Económicas para hacer un máster en Inglaterra. Trabajé cuatro o cinco años con mi hermano. Me pagó un bonus y con el resultado de unas inversiones, junté la plata , recuerda. Me asocié después con dos compañeros de la facultad y armamos una compañía como agentes de bolsa. En los ochenta me separé y armé Consultatio , explica.
Para 1987, Costantini ya tenía 10% del Banco Francés. Para 1991 su participación lo llevó a la vicepresidencia del banco. Consultatio fue absorbida por el Francés, pero después se reflota como Consultatio Asset Management, enfocada sólo en asesoramiento de inversiones , rememora. Ese mismo año, compró el terreno en la zona de Catalinas que marcó el inicio de Consultatio Desarrolladora. La década del ochenta fue un tiempo de crecimiento muy fuerte. En diez años pasé de agente de bolsa a ser parte del grupo de control de uno de los bancos privados más grandes del país .
El responsable de Nordelta hoy tiene además el 100% de la segunda ciudad pueblo de la Argentina en Escobar. Y construye una tercera torre en Catalinas. Es un poco más que las otras dos sumadas. Y también tenemos un proyecto de casi 500 millones de dólares en Key Biscayne, además de un desarrollo en Rocha, Uruguay , enumera y el gurú inmobiliario desplaza ahora al coleccionista.
El grave accidente que sufrió en 2003 mientras practicaba deportes naúticos no es un tema que rehuya. No puedo decir que me haya hecho replantear mi vida. La verdad es que no hubo una gran variación en el ritmo de trabajo, porque nunca fui un workaholic. Estaba focalizado pero no trabajaba 14 horas , aclara. Sí creo que me afectó a nivel vivencial y psicológico. Uno queda más frágil. No querés volver a estar enfermo ni sufrir físicamente, si bien yo no experimenté dolor físico. Pero el respirador artificial, tener las manos atadas, las alucinaciones por las drogas son una experiencia que crea cierta secuela, aunque creo que lo administro relativamente bien , señala.
Hoy ya no juega al tenis pero sí al golf con amigos y en verano todavía despunta su gusto por el agua con el kite surf. Y hago más coleccionismo que antes , se ríe.
Costantini es muy reservado para hablar sobre los suyos. Pero comparte algunas pistas. Vengo de una familia de 13 hermanos. En mi casa también vivían mis abuelos y una prima huérfana. Era un club. Y mi madre no tenía tiempo de cuidarnos a cada uno . Padre de siete hijos, hoy tiene 16 nietos. En mi familia es todo al por mayor. Mis nietos van desde 1 año a 23 años. La más grande se está por recibir de arquitecta , comparte. A los 41 ya fui abuelo. Y tengo 80 sobrinos. No podría invitar a toda mi familia a casa. Seríamos más de 200 , apunta. Se intuye algo reconfortante en semejante red multitudinaria de contención. Y también algo abrumador. Pero en su evidente oficio orgulloso de abuelo, Costantini es uno más. Hermanado con el resto de los mortales.
Fuente:
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en “Responsabilidad Social Empresarial” de la ONU
Diplomado en “Gestión del Conocimiento” de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU(
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