La investigación ahora la hacen los países"
Sostiene que el mayor riesgo de los organismos genéticamente modificados es no considerarlos como opción productiva.
Los transgénicos generan polémica. No sólo se cuestiona que podrían provocar daños en el medio ambiente y en la salud. También se les acusa de que han sido desarrollados por transnacionales que buscan su enriquecimiento, dejando fuera a los pequeños productores, especialmente de países en vías de desarrollo. La realidad es que desde el inicio de su adopción, en 1996, los desarrollos estuvieron en manos de cuatro o cinco transnacionales, principalmente norteamericanas.
Pero por estos días ese argumento pierde fuerza. Ahora gobiernos -como China, India y Brasil- financian y realizan la investigación para solucionar problemas considerados claves. Porque cambia la visión global. Clive James, fundador y director del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Arobiotecnológicas (ISAAA), sostiene que ahora la preocupación es incluirlos como una alternativa productiva.
"Entre 1996 y 2005, la década de la adopción de la tecnología, la pregunta era cuál es el riesgo de utilizarla. Era una inquietud legítima, se trataba de algo nuevo y, como tal, generaba aprensiones. Hoy se ha visto que es segura; que no sólo no es dañina para el medio ambiente, sino que contribuye con él -por el menor uso de pesticidas y menor necesidad de labranza, por ejemplo-; también se ha visto que no atenta contra la biodiversidad. Por ello la pregunta hoy es cuál es el riesgo de no usarla", enfatiza.
-¿Y cuál es el riesgo?
-El principal riesgo asociado con esta tecnología es no usarla. No es la panacea, pero es un componente esencial para apoyar la seguridad alimentaria del mundo. No seremos capaces de doblar la cantidad de alimentos sólo con la agricultura convencional. Tenemos que ser capaces de utilizar todas las tecnologías adecuadas. Hay que dejar que los hechos hablen. Hoy los agricultores han tomado 85 millones de decisiones de plantar o replantar OGM. ¿Por qué? porque es beneficioso. No lo harían si no lo fuera.
El tema es que el que cultiva tenga la opción de elegir entre orgánica, convencional u OGM. Pero es importante que los que están diciendo que no, sepan a qué le dicen que no y por qué. Hay que mirar el futuro.
-Pero en la UE sigue el debate de si se autoriza o no.
-La UE está dejando que sea cada país el que tome la decisión. Están autorizados en España, Portugal, la República Checa, Polonia y Eslovaquia. Además, este año se autorizó la papa OGM Amflora en Alemania, Suecia y República Checa.
-Hasta ahora la inversión la hacían grandes transnacionales, usted comenta que hoy la realizan los países...
-En sus inicios la inversión fue realizada por grandes empresas. Pero la tecnología ya es utilizada en 57 países y el origen de esa inversión está cambiando. Hoy la lideran China, India, Brasil, Argentina y Sudáfrica.
El mayor inversor es China. El 100% de lo que se gasta en ese país en investigación de biotecnología es de origen público. Destina un 1 billón de dólares a investigación. Tienen cerca de 15 cultivos en desarrollo.
-¿Qué hay detrás de esta decisión?
-El desarrollo biotecnológico se ha transformado en una estrategia país para superar la pobreza. Les da seguridad alimentaria y les permite aumentar el ingreso de los pobres.
Por ejemplo, la aprobación del arroz BT es clave. El arroz es el alimento más importante del mundo. En China hay 110 millones de campesinos que cultivan 30 millones de hectáreas con él. Con la aprobación del BT esperan aumentar el rendimiento en 4 o 5% y se reducirá en cerca de 80% el uso de pesticidas (17 kilos por há). Todo ello implicará un aumento del ingreso por ha de US$ 100. En el caso del maíz, en China se cultivan 3, 7 millones de ha. La adopción del maíz BT les permitirá a cerca de 7 millones de campesinos incrementar sus rendimientos en 10%, pero además implicará una caída de 50% en la aplicación de insecticidas. El resultado final será un aumento en los ingresos cercano a 30%.
Si consideramos otros cultivos como el algodón, la cuenta final será un aumento de US$ 4 mil millones en ingresos para los agricultores.
-¿No es un negocio entonces?
-La decisión primaria es la seguridad alimentaria y mejorar el nivel de vida de los más pobres. Ahora, claro que hay una mirada de futuro y de negocios detrás de las decisiones. El 90% del arroz del mundo es producido y consumido en Asia. Con la adopción del arroz BT cerca de un billón de personas se verán beneficiadas. Porque no sólo habrá más arroz, sino también más proteínas.
Los chinos están desarrollando el maíz Phytase que permite a los animales aprovechar mejor el fosfato, lo que implica que engorden más rápido y habrá más disponibilidad de carne y menos polución. Y hay que considerar que hoy en China hay 508 millones de cerdos. El Phytase lo crearon con uno de sus organismos de investigación estatal y lo licenciaron a Origin Seeds, que está autorizada en EE.UU. Es decir, los chinos ya no están sólo enfocados a la producción local, sino están abriéndose a la mundial.
También están trabajando en el desarrollo de un trigo amarillo resistente al mosaico. Serían el primer país en tenerlo. También en otros resistentes a herbicidas, que podrían estar introduciendo al mercado para el 2015.
India también se está moviendo muy rápido.
-¿Bienestar económico a cambio de eventuales riesgos de salud?
-En China son sumamente estrictos con las autorizaciones alimentarias y con el arroz, son aún más por el impacto que tiene en la alimentación.
-¿Qué es lo que limita el avance de la biotecnología?
-Es el tema político, por sobre otras consideraciones, lo que más ha complicado, y sigue haciéndolo, la adopción de esta tecnología.
Los países han transformado a la biotecnología en estrategia para superar la pobreza.
Qué pasa en sudamérica
En Sudamérica, Brasil y Argentina están entre los países con importante superficie de transgénicos especialmente en soya y maíz. Pero, además, Brasil está dedicado a la investigación y desarrollo de biotecnologías con fondos estatales. Embrapa, en conjunto con privados, desarrolló una soya tolerante a herbicidas que estaría lista en el 2012. Además sólo con recursos estatales está trabajando en un poroto resistente al mosaico dorado.
Por: Patricia Vildósola Errázuriz.
Sostiene que el mayor riesgo de los organismos genéticamente modificados es no considerarlos como opción productiva.
Los transgénicos generan polémica. No sólo se cuestiona que podrían provocar daños en el medio ambiente y en la salud. También se les acusa de que han sido desarrollados por transnacionales que buscan su enriquecimiento, dejando fuera a los pequeños productores, especialmente de países en vías de desarrollo. La realidad es que desde el inicio de su adopción, en 1996, los desarrollos estuvieron en manos de cuatro o cinco transnacionales, principalmente norteamericanas.
Pero por estos días ese argumento pierde fuerza. Ahora gobiernos -como China, India y Brasil- financian y realizan la investigación para solucionar problemas considerados claves. Porque cambia la visión global. Clive James, fundador y director del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Arobiotecnológicas (ISAAA), sostiene que ahora la preocupación es incluirlos como una alternativa productiva.
"Entre 1996 y 2005, la década de la adopción de la tecnología, la pregunta era cuál es el riesgo de utilizarla. Era una inquietud legítima, se trataba de algo nuevo y, como tal, generaba aprensiones. Hoy se ha visto que es segura; que no sólo no es dañina para el medio ambiente, sino que contribuye con él -por el menor uso de pesticidas y menor necesidad de labranza, por ejemplo-; también se ha visto que no atenta contra la biodiversidad. Por ello la pregunta hoy es cuál es el riesgo de no usarla", enfatiza.
-¿Y cuál es el riesgo?
-El principal riesgo asociado con esta tecnología es no usarla. No es la panacea, pero es un componente esencial para apoyar la seguridad alimentaria del mundo. No seremos capaces de doblar la cantidad de alimentos sólo con la agricultura convencional. Tenemos que ser capaces de utilizar todas las tecnologías adecuadas. Hay que dejar que los hechos hablen. Hoy los agricultores han tomado 85 millones de decisiones de plantar o replantar OGM. ¿Por qué? porque es beneficioso. No lo harían si no lo fuera.
El tema es que el que cultiva tenga la opción de elegir entre orgánica, convencional u OGM. Pero es importante que los que están diciendo que no, sepan a qué le dicen que no y por qué. Hay que mirar el futuro.
-Pero en la UE sigue el debate de si se autoriza o no.
-La UE está dejando que sea cada país el que tome la decisión. Están autorizados en España, Portugal, la República Checa, Polonia y Eslovaquia. Además, este año se autorizó la papa OGM Amflora en Alemania, Suecia y República Checa.
-Hasta ahora la inversión la hacían grandes transnacionales, usted comenta que hoy la realizan los países...
-En sus inicios la inversión fue realizada por grandes empresas. Pero la tecnología ya es utilizada en 57 países y el origen de esa inversión está cambiando. Hoy la lideran China, India, Brasil, Argentina y Sudáfrica.
El mayor inversor es China. El 100% de lo que se gasta en ese país en investigación de biotecnología es de origen público. Destina un 1 billón de dólares a investigación. Tienen cerca de 15 cultivos en desarrollo.
-¿Qué hay detrás de esta decisión?
-El desarrollo biotecnológico se ha transformado en una estrategia país para superar la pobreza. Les da seguridad alimentaria y les permite aumentar el ingreso de los pobres.
Por ejemplo, la aprobación del arroz BT es clave. El arroz es el alimento más importante del mundo. En China hay 110 millones de campesinos que cultivan 30 millones de hectáreas con él. Con la aprobación del BT esperan aumentar el rendimiento en 4 o 5% y se reducirá en cerca de 80% el uso de pesticidas (17 kilos por há). Todo ello implicará un aumento del ingreso por ha de US$ 100. En el caso del maíz, en China se cultivan 3, 7 millones de ha. La adopción del maíz BT les permitirá a cerca de 7 millones de campesinos incrementar sus rendimientos en 10%, pero además implicará una caída de 50% en la aplicación de insecticidas. El resultado final será un aumento en los ingresos cercano a 30%.
Si consideramos otros cultivos como el algodón, la cuenta final será un aumento de US$ 4 mil millones en ingresos para los agricultores.
-¿No es un negocio entonces?
-La decisión primaria es la seguridad alimentaria y mejorar el nivel de vida de los más pobres. Ahora, claro que hay una mirada de futuro y de negocios detrás de las decisiones. El 90% del arroz del mundo es producido y consumido en Asia. Con la adopción del arroz BT cerca de un billón de personas se verán beneficiadas. Porque no sólo habrá más arroz, sino también más proteínas.
Los chinos están desarrollando el maíz Phytase que permite a los animales aprovechar mejor el fosfato, lo que implica que engorden más rápido y habrá más disponibilidad de carne y menos polución. Y hay que considerar que hoy en China hay 508 millones de cerdos. El Phytase lo crearon con uno de sus organismos de investigación estatal y lo licenciaron a Origin Seeds, que está autorizada en EE.UU. Es decir, los chinos ya no están sólo enfocados a la producción local, sino están abriéndose a la mundial.
También están trabajando en el desarrollo de un trigo amarillo resistente al mosaico. Serían el primer país en tenerlo. También en otros resistentes a herbicidas, que podrían estar introduciendo al mercado para el 2015.
India también se está moviendo muy rápido.
-¿Bienestar económico a cambio de eventuales riesgos de salud?
-En China son sumamente estrictos con las autorizaciones alimentarias y con el arroz, son aún más por el impacto que tiene en la alimentación.
-¿Qué es lo que limita el avance de la biotecnología?
-Es el tema político, por sobre otras consideraciones, lo que más ha complicado, y sigue haciéndolo, la adopción de esta tecnología.
Los países han transformado a la biotecnología en estrategia para superar la pobreza.
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Por: Patricia Vildósola Errázuriz.
Fuente: diario.elmercurio.com
FUENTE:
Saludos,
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RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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