La reconversión del negocio marino
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Los acuicultores de Guardamar enseñan el trabajo de las piscifactorías -
La producción se reduce en mil toneladas anuales por la crisis
Llegada de la embarcación con las amas de casa a las jaulas de la piscifactoria. En detalle, las jaulas de doradas y lubinas de Guardamar. /A. ARAGÓN
La pesca tradicional en Guardamar se ha reconvertido en los últimos años en piscifactorías que producen doradas y lubinas en granjas marinas, a dos millas de la costa. La asociación de acuicultores, y en concreto la empresa Culmar, quiso acercar ayer a los guardamarencos y a las amas de casa cómo se crían ejemplares que llegan al medio kilo de peso.
El sector no pasa por su mejor momento, sin embargo consigue márgenes suficientes para ofrecer puestos de trabajo. Pese a todo la producción ha descendido en más de mil toneladas al año, con producciones de cuatro mil y posibilidad de llegar a siete mil.
A bordo del catamarán, un centenar de personas vieron de cerca las grandes jaulas que interrumpen el horizonte de la bahía. La lluvia retrasó la hora de desatraque y la baja marejada revolvió algún que otro estómago.
Tanto el presidente de Culmar, Francisco Gómez, como dos biólogos explicaron los pormenores de la cría en alta mar, que lleva el mismo cuidado que podría tener una gallina o un vaca en una granja de tierra. Las crías pasan de 30 a 350 gramos en un largo proceso de 18 meses en donde se cultivan con piensos naturales y pasan por estrictos controles médicos. Los ejemplares más voraces llegan a alcanzar el medio kilo y a mitad de crecimiento se separan en otras jaulas ya que chocan unos con otros.
La comida de las crías se hace a base de harinas animales y vegetales, y se sirve a la misma hora todos los días. En cuanto al sabor, los criadores aseguran que no hay diferencia con los salvajes. «Es un mito, sólo se podría apreciar que el criado tiene algo más de grasa, pero no en el sabor», señala la bióloga Esther Martínez.
Las jaulas grandes llegan a albergar a 300.000 peces, mientras que las pequeñas a 150.000. Los visitantes a la piscifactoria no pudieron ver ningún ejemplar debido a que el mar estaba revuelto y el agua es menos transparente.
En cuanto a las características de Guardamar, con la desembocadura del Segura, en estas granjas se mantienen controles habituales de ejemplares, agua y sedimento. La criadora explica que «se hacen desde su suelta, y cada mes se cogen muestras de agua para analizarla». La afección del río sólo se produce en episodios de fuertes lluvias. Sobre la futura desalinizadora de Torrevieja, los acuicultores mantienen que la salmuera se echa sobre el fondo marino, a 30 metros de profundidad, mientras que las jaulas se encuentran a 12 metros.
Martínez afirma que «las jaulas no tienen más impacto ecológico que el visual. Hay veces que se acercan delfines, y muchos ejemplares salvajes se alimentan de los restos de pienso que se cae de las jaulas».
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