Chile y Japón, una relación promisoria Alejandro Foxley Rioseco El 27 de marzo pasado estuvimos, por encargo de la Presidenta Bachelet, en Tokio. En esa oportunidad, fuimos recibidos muy cordialmente por el Primer Ministro, Shinzo Abe, y el entonces canciller, Taro Aso. Fuimos a firmar el Tratado de Libre Comercio Chile-Japón y, naturalmente, estábamos optimistas de lo que podía ocurrir posteriormente entre los dos países. Si miramos hoy día lo que ha sucedido en estos cinco meses, Chile retomó una trayectoria de crecimiento de 6%, cifra que es el promedio de expansión económica que hemos experimentado en las dos últimas décadas. Hace poco también se publicaron las cifras respecto del porcentaje de la población chilena que hoy vive bajo la línea de pobreza. No hay ningún país en desarrollo que a fines de los años 80 tuviera el 45% de la población bajo la línea de pobreza y que hoy, 20 años después, tenga sólo el 13% de sus habitantes en esa condición. Recientemente, el Banco Mundial publicó un estudio considerado uno de los más completos que se hayan hecho sobre índices de gobernabilidad en más de 100 países en el mundo. Este análisis sitúa a Chile, en cuanto a "estabilidad política", al mismo nivel que los países que integran la OCDE, entre los que por cierto se cuenta a Japón. En efecto, de 0 a 100, nuestro país llega a 90 puntos. En el indicador "efectividad de gobierno", Chile obtiene 88 puntos sobre 100, mientras que el promedio de la UE es de 90, y el del resto de América Latina, 43. En lo que respecta a "calidad de la regulación", nuestro país logra 92 puntos de nuevo sobre 100, los países de la OCDE 90 y América Latina la mitad de esa cifra, mientras que en la variable "Estado de Derecho", estamos al mismo nivel de los países OCDE. Menciono esto porque es muy importante, sobre todo para el sector privado tanto de Chile como de Japón, mantener la perspectiva de largo plazo. Es decir, hacia dónde va un país, su economía, y cuáles son las condiciones de estabilidad y de confiabilidad que ese país tiene para hacer inversiones de gran envergadura y de gran volumen. Y creo, francamente, que Chile es una nación extraordinariamente confiable, con una muy sólida economía, con una política social que muestra resultados espectaculares y, por lo tanto, un muy buen socio del Japón en el mediano y largo plazo. En este período, en América Latina se ha afirmado un crecimiento económico dinámico en torno al 5%. Pero lo que es más significativo, creo yo, para quienes desde empresas del Japón están pensando en su estrategia de proyección global en los próximos 20 o 30 años, es indicar que en América Latina, con ese crecimiento del 5%, ya al año 2010 va a haber un mercado de 600 millones de personas, cuyo ingreso crece aceleradamente. Una clase media emergente que tiene una enorme, casi ilimitada demanda de consumo, de bienes y de servicios y que, por lo tanto, cuando se plantea la idea de que Chile puede convertirse en un país de entrada hacia ese mercado, nos estamos refiriendo a uno de los más grandes y atractivos en el mundo. Hablemos dos o tres palabras de Japón, que durante años en la década pasada estaba en una situación económica de muy escaso crecimiento. Hoy día tiene una economía dinámica que crece por lo menos al 3%. Hace unos días, conversábamos con el Primer Ministro Abe, quien nos señalaba que el desempleo en Japón está ya entre el 3,7 y el 3,8%. Que el problema de esta economía más bien es que, como no tiene inmigración, busca ser capaz de aumentar la productividad vía innovación, de tal modo que el alza de los salarios que genera una tasa de desempleo tan baja sea acompañada por aumentos de productividad, competitividad e innovación tecnológica permanente. A través del acuerdo Chile-Japón podremos aprovechar esas nuevas tecnologías. También nos decía el Primer Ministro Abe que Japón está buscando socios en forma muy activa. Uno de ellos es Chile. Pero Japón está mirando al este de Asia en forma muy dinámica. Tiene acuerdos ya con Indonesia, Malasia, Filipinas, Tailandia y, según él mismo nos afirmaba, pronto esperan tener uno con los países de ASEAN en su conjunto y apoyar un tratado de libre comercio que abarque a todas las economías del APEC. En los últimos años, nadie puede negar que Japón es un país con un muy creciente peso político en el mundo, en cuanto a la promoción de la paz y los derechos humanos en el ámbito de Naciones Unidas, y en términos de asegurar o avanzar en seguridad internacional, incluyendo seguridad marítima. También es un país que va a estar presente en el Consejo de Seguridad de la ONU, temporalmente esperamos, a partir de 2009, y permanentemente después. Por lo tanto, Japón va a ser un socio en todas las dimensiones para un país como Chile. Hacia América del Sur, hacia el mercado japonés y, como un paso intermedio, si lo hacemos bien aquí, el mercado entero del Asia va a estar abierto para nosotros. La entrada en vigencia de este tratado es una ocasión muy importante; hay pocas experiencias en las que la comunidad empresarial binacional tiene el dinamismo, la creatividad y la intensidad de relaciones de que disponen los sectores privados chileno y japonés. Hay que felicitarlos, pero también hay que señalar una vez más que estamos sólo iniciando un largo camino entre nuestros dos países y nuestras dos economías. |
Posteado por El Mercurio a las Septiembre 7 |
Rodrigo González Fernández
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