Petróleo ético
MACIEJ BAZELA / Publicada el 19/06/2014 12:00:00 a.m. Ética y petróleo, petróleo y ética. Resulta difícil poder ver estos dos conceptos como una pareja perfecta. Al contrario. Por más rentable que pueda ser la producción de petróleo, normalmente trae consigo un precio muy alto en lo político, lo social y lo ambiental. Es difícil no asociar el petróleo con fenómenos como la paradoja de la abundancia, la corrupción y la lucha despiadada por el poder.
Afortunadamente, esta imagen sombría no lo es todo en la historia sobre el petróleo. La expresión "petróleo ético" no es un clásico oxímoron. Estas dos palabras pueden ser una excelente pareja.
¿Dónde? En Noruega, por ejemplo.
En 1969, se descubrieron reservas de petróleo en el Mar del Norte. La extracción y producción se inició en 1971. Gracias a sus enormes reservas, Noruega es el segundo mayor exportador de gas y el séptimo mayor exportador de petróleo en el mundo. Los ingresos anuales por venta de petróleo de Noruega llegan a los 40 mil millones de dólares.
Con el fin de garantizar el uso responsable, confiable y productivo de su ágil y creciente dotación de petrodólares, el parlamento noruego aprobó la Ley del Fondo Petrolero del Gobierno en 1990, que fue el principio de la creación del Fondo de Pensiones del Gobierno-Nivel Global (GPFG, por sus siglas en inglés), un fondo soberano de administración de bienes.
Así que, ¿por qué vale la pena hablar sobre el Fondo Noruego de Pensiones del Gobierno-Nivel Global (GPFG)?
El GPFG es el fondo soberano de inversión más grande del mundo en términos de activos bajo gestión. Hasta enero de 2014, el valor total del fondo se estimó en alrededor de 900 mil millones de dólares, lo cual representa 177 mil dólares de ahorro por habitante. Tiene participaciones en 1 por ciento de todos los mercados bursátiles mundiales y tiene 1.78 por ciento de todas las acciones europeas.
El objetivo del fondo es generar ahorros que ayudarán al Gobierno noruego a financiar el rápido aumento de los gastos de asistencia social y preparar al país para su futuro post-petróleo.
Por otro lado, a diferencia de muchos otros fondos soberanos de inversión alrededor del mundo, el fondo noruego utiliza criterios éticos para tomar decisiones de inversión, la cual está centrada en dos temas: (1) la idea de desarrollo sostenible y (2) el desempeño de las empresas públicas en cuanto a responsabilidad social corporativa.
Estos criterios éticos de inversión han existido desde 2004. El parlamento noruego los revisa, actualiza y aprueba de manera periódica. La última de estas actualizaciones fue en marzo de 2010. El aspecto ético de la estrategia de inversión del fondo está a cargo del Consejo de Ética para el GPFG. Una de las actividades más importantes del Consejo es la de evaluar si cada inversión específica cumple con los lineamientos éticos del fondo. El Consejo pasa sus recomendaciones de inversión al Ministerio de Hacienda, el cual toma una decisión final.
El fondo cuenta con cerca de 7 mil 500 empresas en su cartera. Desde su creación, éste ha excluido a 56 empresas. Específicamente, el fondo no invierte en empresas que:
a) producen armas que violan los principios humanitarios fundamentales a través de su uso normal;
b) producen tabaco;
c) venden armas o material militar a estados que son afectados por las restricciones de inversión en bonos gubernamentales.
El Fondo también evita invertir en empresas en las que existe un alto riesgo de que sean cómplices o responsables de:
a) violaciones graves o sistemáticas de los derechos humanos, tales como el asesinato, la tortura, la privación de libertad, el trabajo forzoso, las peores formas de trabajo infantil y otros tipos de explotación infantil;
b) violaciones graves de los derechos de los individuos en situaciones de guerra o conflicto;
c) severo daño ambiental;
d) corrupción flagrante.
Tener un fondo soberano ético ofrece múltiples beneficios. Promueve estándares de transparencia y rendición de cuentas para la gestión de la riqueza nacional. Es una potente herramienta de gestión de reputación. Le asegura a la gente de la nación que los recursos financieros comunes están siendo gestionados de forma responsable y segura. También es un mecanismo de política fiscal con visión de futuro, lo cual genera ingresos y ahorros adicionales para las generaciones venideras.
Y por último, pero no menos importante, un fondo de inversión soberano ético da a las economías emergentes la oportunidad de entrar al universo de la inversión socialmente responsable. Los fondos de inversión socialmente responsables se basan en una definición más amplia del deber fiduciario, la cual considera a las cuestiones de gobernabilidad ambiental, social y corporativa (ESG) igualmente importantes y relevantes que las cuestiones de análisis financieros estándar.
En pocas palabras, mediante la creación de fondos soberanos socialmente responsables, los gobiernos de las economías emergentes no sólo se beneficiarían en términos de reputación, sino que también enviarán una señal potente que podría desencadenar un cambio paradigmático en la cultura de inversión en sus respectivos países. Hoy por hoy, los productos de inversión socialmente responsable son casi inexistentes en Latinoamérica, África y otras economías emergentes. Esta es una gran oportunidad de mercado que debería ser explorada. Los gobiernos deberían abrirle paso.
El autor es profesor del área de Entorno Político y Social del IPADE
Afortunadamente, esta imagen sombría no lo es todo en la historia sobre el petróleo. La expresión "petróleo ético" no es un clásico oxímoron. Estas dos palabras pueden ser una excelente pareja.
¿Dónde? En Noruega, por ejemplo.
En 1969, se descubrieron reservas de petróleo en el Mar del Norte. La extracción y producción se inició en 1971. Gracias a sus enormes reservas, Noruega es el segundo mayor exportador de gas y el séptimo mayor exportador de petróleo en el mundo. Los ingresos anuales por venta de petróleo de Noruega llegan a los 40 mil millones de dólares.
Con el fin de garantizar el uso responsable, confiable y productivo de su ágil y creciente dotación de petrodólares, el parlamento noruego aprobó la Ley del Fondo Petrolero del Gobierno en 1990, que fue el principio de la creación del Fondo de Pensiones del Gobierno-Nivel Global (GPFG, por sus siglas en inglés), un fondo soberano de administración de bienes.
Así que, ¿por qué vale la pena hablar sobre el Fondo Noruego de Pensiones del Gobierno-Nivel Global (GPFG)?
El GPFG es el fondo soberano de inversión más grande del mundo en términos de activos bajo gestión. Hasta enero de 2014, el valor total del fondo se estimó en alrededor de 900 mil millones de dólares, lo cual representa 177 mil dólares de ahorro por habitante. Tiene participaciones en 1 por ciento de todos los mercados bursátiles mundiales y tiene 1.78 por ciento de todas las acciones europeas.
El objetivo del fondo es generar ahorros que ayudarán al Gobierno noruego a financiar el rápido aumento de los gastos de asistencia social y preparar al país para su futuro post-petróleo.
Por otro lado, a diferencia de muchos otros fondos soberanos de inversión alrededor del mundo, el fondo noruego utiliza criterios éticos para tomar decisiones de inversión, la cual está centrada en dos temas: (1) la idea de desarrollo sostenible y (2) el desempeño de las empresas públicas en cuanto a responsabilidad social corporativa.
Estos criterios éticos de inversión han existido desde 2004. El parlamento noruego los revisa, actualiza y aprueba de manera periódica. La última de estas actualizaciones fue en marzo de 2010. El aspecto ético de la estrategia de inversión del fondo está a cargo del Consejo de Ética para el GPFG. Una de las actividades más importantes del Consejo es la de evaluar si cada inversión específica cumple con los lineamientos éticos del fondo. El Consejo pasa sus recomendaciones de inversión al Ministerio de Hacienda, el cual toma una decisión final.
El fondo cuenta con cerca de 7 mil 500 empresas en su cartera. Desde su creación, éste ha excluido a 56 empresas. Específicamente, el fondo no invierte en empresas que:
a) producen armas que violan los principios humanitarios fundamentales a través de su uso normal;
b) producen tabaco;
c) venden armas o material militar a estados que son afectados por las restricciones de inversión en bonos gubernamentales.
El Fondo también evita invertir en empresas en las que existe un alto riesgo de que sean cómplices o responsables de:
a) violaciones graves o sistemáticas de los derechos humanos, tales como el asesinato, la tortura, la privación de libertad, el trabajo forzoso, las peores formas de trabajo infantil y otros tipos de explotación infantil;
b) violaciones graves de los derechos de los individuos en situaciones de guerra o conflicto;
c) severo daño ambiental;
d) corrupción flagrante.
Tener un fondo soberano ético ofrece múltiples beneficios. Promueve estándares de transparencia y rendición de cuentas para la gestión de la riqueza nacional. Es una potente herramienta de gestión de reputación. Le asegura a la gente de la nación que los recursos financieros comunes están siendo gestionados de forma responsable y segura. También es un mecanismo de política fiscal con visión de futuro, lo cual genera ingresos y ahorros adicionales para las generaciones venideras.
Y por último, pero no menos importante, un fondo de inversión soberano ético da a las economías emergentes la oportunidad de entrar al universo de la inversión socialmente responsable. Los fondos de inversión socialmente responsables se basan en una definición más amplia del deber fiduciario, la cual considera a las cuestiones de gobernabilidad ambiental, social y corporativa (ESG) igualmente importantes y relevantes que las cuestiones de análisis financieros estándar.
En pocas palabras, mediante la creación de fondos soberanos socialmente responsables, los gobiernos de las economías emergentes no sólo se beneficiarían en términos de reputación, sino que también enviarán una señal potente que podría desencadenar un cambio paradigmático en la cultura de inversión en sus respectivos países. Hoy por hoy, los productos de inversión socialmente responsable son casi inexistentes en Latinoamérica, África y otras economías emergentes. Esta es una gran oportunidad de mercado que debería ser explorada. Los gobiernos deberían abrirle paso.
El autor es profesor del área de Entorno Político y Social del IPADE
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU(
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