lunes, junio 02, 2014

HERNÁN BÜCHI: “NUEVA VERSIÓN: LA MISMA TEORÍA FRACASADA”

HERNÁN BÜCHI: "NUEVA VERSIÓN: LA MISMA TEORÍA FRACASADA"



A CONTINUACIÓN, REPRODUCIMOS LA COLUMNA DE HERNÁN BÜCHI PUBLICADA EN EL MERCURIO.

La combinación de individuos con ansias de poder, que se sienten inspirados por una causa moral en la que tienen que "guiar" a una ciudadanía "incauta" y que creen estar respaldados por una teoría que estiman con base científica, ha sido extremadamente peligrosa para el progreso, la vida y la libertad de las personas.

Los experimentos marxistas del siglo pasado tienen esa característica. El costo en millones de vidas y su fracaso económico son innegables. Su relato era acerca de un sistema de acumulación de capital – el capitalismo, así bautizado por ellos para contrastarlo con su proyecto que velaría por el interés común, o comunismo – que era intrínsicamente perverso, en el que sólo unos pocos prosperarían y las masas paupérrimas quedarían irremediablemente atrás. Para los que aún hoy lo siguen, poco importa que los hechos hayan demostrado hasta la saciedad lo contrario.

El hombre que está libre y progresa

Las sociedades que se embarcaron en el despreciado capitalismo multiplicaron de 30 a 100 veces su ingreso. No son sólo cifras económicas. Se produjo un gigantesco aumento en la expectativa y calidad de vida por el acceso a vivienda, vestimenta, salud y educación que experimentaron todos, especialmente los pobres. Este fenómeno no fue sólo de otro siglo. Se ha acelerado con el crecimiento del mundo en las últimas décadas. La meta para salir de la pobreza corregida a US$ 1,25 diarios por el Banco Mundial en 2005 habría sido cumplida para 600 millones de personas, la mitad del total de pobres, al considerar los PIB actuales de países como China e India rectificados por distorsiones cambiarias. En medio del roce político que estas mediciones generan, el Banco está proponiendo subir abruptamente la barrera para salir de la pobreza a US$ 1,78, creando una meta móvil. Aún así, la reducción es dramática – más de 350 millones de personas.

Piketty o los agoreros de siempre

Pero a pesar de hechos tan sólidos siempre afloran agoreros con el mismo relato. Sólo los ricos se benefician y se deben tomar decisiones drásticas para redistribuir; el crecimiento es secundario pues igual no llega a los pobres. En Marzo pasado un economista francés, Piketty, publicó en inglés un libro ya circulando en Francia y que había pasado sin gloria en su país por ser bien conocida su posición política. Salta al estrellato después porque toca la tecla de los que quieren ver al "capitalismo" como fracasado e injusto y confían en el poder redistributivo y rector de los políticos. Lo ayuda el apoyo de economistas como Krugman y Stiglitz – de visión también conocida – y la apariencia de rigurosidad que dan los abundantes números y páginas de su publicación.

No valdría la pena comentar sus dichos si no fuera porque coincide con la postura expresada por quienes exigen al Gobierno actual – y por las propuestas legales recientes parecen estar teniendo éxito – cambios radicales y acelerados de aquello que ha servido bien a los chilenos en estas décadas.

El espíritu, contenido y formas del Gobierno para enfrentar el debate en las propuestas tributarias y educacionales parecen enmarcarse en el actuar de quienes se sienten dueños de una verdad moral.

El proyecto de impuestos que llega al Senado casi sin debate entre Diputados no es esencialmente distinto del que analizamos hace un mes. Aunque la autoridad lo niegue, tendrá efectos negativos en el crecimiento. Vía expectativas, ya está impactando. Si finalmente se aprueba, quizás logre aumentar la recaudación sobre el PIB, pero como Brasil, a poco andar será un país tambaleante y con cifras absolutas menores a lo esperado.

Las propuestas educacionales son decepcionantes. La discusión sobre calidad no aparece en ninguna parte. En esta área el sector privado fue el pivote del progreso. De 196.000 alumnos universitarios en 1985 se llegó a más de un millón el año pasado con los quintiles más pobres accediendo por primera vez. Los particulares que entregan educación básica y media, bajo distintas formas de organización, pasan de ser muy minoritarios a ser mayoritarios atendiendo hoy casi 2 millones de alumnos, con menores costos y calidades iguales o superiores al sector público.

En lugar de hablar de calidad y cómo mejorarla, la discusión hoy es cómo usar recursos públicos – en realidad de los trabajadores – para comprar lo hecho ya por inversiones privadas y no hay quien esté pensando en innovar o mejorar lo existente. El sector está paralizado y ello no augura progreso. Las propuestas de manejo de recursos son tan engorrosas que incluso quienes se organizan como fundaciones deberían revisar su voluntad de participación. El Gobierno parece olvidar que es un mero administrador de los recursos de los ciudadanos y no sólo debe respetarlos en sus decisiones políticas sino especialmente en su calidad de padres. No es moral que legisle suponiendo saber más que las familias en sus opciones fundamentales.

Mientras esto sucede en Chile, un periodista del Financial Times analiza los datos de Piketty y encuentra errores garrafales de cifras cambiadas que favorecen su relato. Quizá ello haga que pierda parte de su brillo, pero sus fallas son mucho más lacerantes, tal como las de los gurúes del pasado. El libro parte de la base que la tasa de retorno es superior a la de crecimiento o r>g. Ello implicaría que los dueños de capital se hacen cada vez más ricos, acrecentándose de generación en generación. Trata de ratificar su tesis con cifras para aseverar que el capital ha aumentado como proporción de producto, al igual que la desigualdad en los países que analiza. Desmenuza el rol de los súper ricos en la riqueza total y se da con ello por satisfecho para validar sus propuestas de impuestos expropiatorias.

Pero desde su origen el relato es errado. La relación entre r y g no implica ni concentración creciente ni dinastías hereditarias y es compatible con desigualdades estables, decrecientes o crecientes. Más allá de los errores descubiertos, analiza las cifras a su antojo. Si en el siglo pasado las desigualdades como un todo bajaron pero subieron al final en algunos países, hace valer sólo la tendencia final. Reconoce, pero no da valor, a la disminución en las desigualdades a nivel mundial gatilladas por el desarrollo en Asia. Al mirar el capital olvida los bienes durables que son la inversión de los pobres y no analiza el efecto de las viviendas y la subida de precio en él. Discute sobre los súper ricos ignorando que la lista es muy dinámica. Cuando Forbes parte en 1987 el hombre más rico era un japonés Tsutsumi. En el 2013 ese señor había perdido el 96% de su riqueza.

El futuro de Chile

Chile es el único país de Latinoamérica que ha convergido hacia los países desarrollados en las últimas décadas. Muchos chilenos modestos se han beneficiado. No dejemos que una inspiración mal intencionada les cercene sus legítimos anhelos de seguir avanzando. Recordemos la frase de Deng Xiao Ping cuando lanza a China a la carrera de ascenso más rápida y masiva en la historia de la humanidad: "No importa el color del gato sino que cace ratones", y después añade: "No tengamos miedo a que aparezcan los ricos". No dejemos de lado aquello que funciona bien por una visión ideológica interesada y fracasada.

Fuente:

Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU( 
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