Durante el verano, algunos afortunados tendrán la suerte de disfrutar en sus vacaciones de la magia de las tierras gallegas. Además de los incomparables paisajes de las Islas Cíes, las termas de Orense o la Domus de A Coruña, Galicia brinda a sus visitantes la oportunidad de probar su deliciosa variedad gastronómica. Entre los percebes, el pulpo a feira o el albariño, unos investigadores han descubierto que además de comer, algunos alimentos podrían servirnos para fabricar los conocidos como biopolímeros del futuro.
Y es que las langostas, los camarones, los langostinos o los percebes forman parte de un grupo de animales conocidos como crustáceos. Dentro de este subfilo de artrópodos existe una gran diversidad, ya que está documentada la presencia de más de 67.000 especies de crustáceos.
Sin embargo, los crustáceos, y en particular, sus caparazones, están generando un problema ambientalimportante. Y es que la industria pesquera de toda la Unión Europea produce anualmente más seis millones de toneladas de residuos. El problema no solo reside en que se da un importante peligro para el medio ambiente, sino que presenta un alto impacto económico, poniendo incluso en riesgo la salud humana.Europa produce 6 millones de toneladas anuales de residuos en forma de cáscaras de crustáceos
Por ese motivo, investigadores europeos han organizado un consorcio denominado ChiBio, que ha sido apoyado por la Unión Europea a través del séptimo programa marco de investigación, más conocido como FP7. Su idea se basa en tratar de aprovechar estos residuos en forma de caparazones de crustáceos para fabricar los biopolímeros del futuro.
Este aprovechamiento biotecnológico de los crustáceos para fabricar biopolímeros no es totalmente novedoso. Y es que el quitosano, producido a partir de las 'cáscaras' de estos organismos, lleva utilizándose en aplicaciones industriales, como la depuración de aguas, o en biomedicina, desde hace bastante tiempo.
El problema de los caparazones de los crustáceos europeos es que contienen un alto nivel de carbonato cálcico. Su composición química no ha permitido hasta ahora generar productos de valor añadido que pudieran ser aprovechados posteriormente. Por este motivo, ChiBio busca estudiar procesos innovadores que permitan realizar pretratamientos de estos compuestos, con el objetivo de que sea más sencillo y económico fabricar los biopolímeros.
Además, los científicos trabajarán en el estudio de las enzimas encargadas de "romper" los compuestos que forman parte de los caparazones de los crustáceos, para que así pueda aumentar la eficiencia de las técnicas de bioconversión empleadas.
El consorcio europeo, formado por 5 universidades, 4 pymes y 2 multinacionales del ámbito industrial, tiene por delante un reto importante para fomentar la innovación europea. Los crustáceos podrían tener la última palabra para fabricar los biopolímeros del futuro.
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