(El Mercurio) Cada vez es más difícil para las compañías mineras tomar la decisión de inversión a la hora de iniciar la construcción de un nuevo proyecto.
Y es que en la última década la inversión necesaria (en capacidad) para producir una tonelada del metal rojo se ha elevado en 4,5 veces, demostrando que cada vez es más complejo llevar adelante estas iniciativas. Según datos del Consejo Minero publicados en su página web, en 2003 las firmas del rubro destinaban US$ 4,5 millones como capex por tonelada de cobre. En 2013 para alcanzar la misma cantidad se requieren US$ 20,5 millones como promedio. Por ejemplo, si a inicios de la década el proyecto minera Gaby, de la firma estatal, requirió una inversión cercana a los US$ 10 millones para producir una tonelada del metal rojo, hoy dichos montos pueden llegar hasta los US$ 35 millones, como es el caso de las expansiones de Escondida y Quebrada Blanca, según datos de la industria. El presidente ejecutivo del Consejo Minero, Joaquín Villarino, explica que el alza viene dada por el aumento que han tenido los costos en la construcción de proyectos.
"Esto es fruto, principalmente, de incrementos de costos de equipos, servicios de ingeniería y servicios de construcción. También influyen los mayores estándares ambientales que deben cumplir los proyectos mineros, tanto por exigencias normativas como por un mayor compromiso del sector con la sustentabilidad", sostiene Villarino. Hace un tiempo, el presidente ejecutivo de Antofagasta Minerals, Diego Hernández, sostuvo que la instalación de un campamento minero era más caro que una casa en Las Condes. "Tenemos o podemos tener una burbuja inmobiliaria en los campamentos mineros, ya que su costo es muy superior al de Santiago o al de los sectores altos de la capital", señaló Hernández a fines de 2012. A lo anterior se suma el estudio que encargó Codelco, donde se concluye que los contratistas nacionales -quienes son los que más participan en la construcción de los proyectos mineros- producen la mitad del tiempo que los trabajadores de los países desarrollados. Si en Chile se utiliza de forma eficiente el 38% de una jornada, en las naciones competitivas el porcentaje sube a 62%. Fuente / El Mercurio |
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