Rafael Mies | Liderazgos vulnerables
Como en una película de terror, diversos personajes, considerados hasta... |
Como en una película de terror, diversos personajes, considerados hasta ahora líderes sociales, han venido cayendo uno tras otro arrastrados por acusaciones graves a su conducta ética y moral.
RAFAEL MIES
En un mundo con comunicaciones instantáneas y masivas y en donde la trasparencia en las instituciones y personas es exigida como derecho, la posibilidad de esconder los fallos y vicios es cada vez más pequeña.
Esto impone a los líderes nuevos estándares de conducta privada y pública. Se trata de exigencias mucho más altas y en donde la distinción entre los ámbitos privados y públicos es cada vez menos clara.
Sin embargo, los nuevos tiempos a veces olvidan que una de las razones por lo que tantos líderes han caído es que, como señalaba Nietzsche, el gran drama humano es que los humanos son demasiado humanos. O sea, seres imperfectos, polvos destinados a ser polvo y necesitados de redención. La sociedad, herida en su confianza, tampoco parece capaz de distinguir entre errores voluntarios y fallos propios de la condición humana y condena ambas situaciones por igual. Un mal acto voluntario no sólo es moralmente condenable sino objeto de una sanción moral, civil y penal si corresponde. Un fallo involuntario debe repararse pero no impone una carga moral al que lo comente.
Pese a todo lo malo que esta época ha tenido y de las grandes desilusiones que los líderes han producido, tiendo a quedarme con la idea de que no hay mal que por bien no venga. Que las nuevas realidades esconden un aprendizaje valiosísimo para quienes ejercen o ejercerán cualquier tipo de liderazgo social o empresarial.
En lo personal, creo que la humildad del líder para reconocerse como vulnerable y capaz de fallos es una lección muy importante. Se trata de una mirada autocrítica que genera la necesidad de una mayor valorización del trabajo en equipo y del aporte de los otros para la consecución de cualquier objetivo. Son los equipos de trabajo y los que acompañan al líder los mejores antídotos a las temeridades e imprudencias a las cuales puede verse tentado. En efecto, un mando en solitario puede ser una destructiva droga que nubla la razón y lleve al que lo ejerce a abusar de su poder, con las tantas malas consecuencias conocidas a estas alturas.
Una segunda lección, tiene que ver con la importancia del manejo de las expectativas de las personas. Si los líderes son presentados como "súper hombres" la generación de expectativas a sus seguidores puede ser infinita. Además, en la medida que esas expectativas se van cumpliendo, las demandas de los seguidores irán en aumento a una tasa que en el corto plazo hace imposible para cualquier mortal cumplirlas cabalmente. Al final, o el líder oculta su incapacidad, volviéndose intolerable y lejano, o llanamente miente y hace trampa para lograr mantener su posición.
Por último, compartir la vulnerabilidad y pedir ayuda para ejercer adecuadamente la responsabilidad, engrandece el talante del líder y mantiene las expectativas en un plano de lo razonable. Si falla (involuntariamente) su equipo lo apoyará y comprenderá. Si no falla las expectativas serán sobrepasadas y el liderazgo legitimado.
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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