El "boicot" de importadores y consumidores, junto a la eventual condena de la OMC, impediría que se desarrolle el objetivo de los productores de vinos brasileños, indicó el profesor de Economía de la Fundación Getulio Vargas a ESTRATEGIA. —¿Está Brasil entrando en una compleja tendencia de proteccionismo? —Hay situaciones. La medida más concreta e impactante se relacionó con la renegociación del acuerdo automotor de Brasil con México que ya estaba en funcionamiento desde agosto de 2002. Aunque la razón que llevó a la renegociación del acuerdo fue la gran cantidad de autos que comenzaron a entrar en el mercado brasileño, lo que descolocó a la producción nacional, provocando además un déficit muy grande en la balanza comercial con México. —¿Cómo está la relación con Argentina, en este sentido? —Acá las causas fueron de origen diferente, en la medida en que las exportaciones brasileñas hacia Argentina se mantuvieron retenidas durante mucho más tiempo, causando daños en algunos productos. Como medida compensatoria, el Gobierno brasileño aplicó la reciprocidad, pasando a retrasar la liberación de productos argentinos al mercado brasileño. Después de esta secuencia, el comercio retomó su normalidad. Es necesario mencionar que el comercio entre ambas naciones está sujeto al Mercosur, por tanto no pueden haber restricciones tarifarias o no tarifarias. —Chile también se ha visto afectado, por ejemplo, con las restricciones a las importaciones de vinos... —La cuestión de los vinos chilenos aún está en debate, ya que la reacción contra las medidas proteccionistas está siendo muy grande por parte de los importadores y consumidores de vinos importados, poniendo en jaque la solicitud de los productores de vinos brasileños. Por otro lado, hay que recordar que estas restricciones pueden ir en contra de las reglas de la OMC. —Sobre esa base, ¿qué espera que ocurra al respecto? —Probablemente el gobierno esperará que el debate se enfríe, ya que parece que no imaginaba las reacciones tan negativas de la industria que trabaja con vinos importados. Ya existe un boicot del vino nacional en la mayoría de los restaurantes en São Paulo. Así que es probable que esta barrera a los vinos importados no prospere. Guerra de Divisas y Desaceleración
—Hace poco Dilma Rousseff acusó una nueva "guerra de divisas" y pidió respuestas a la OMC, ¿cómo ve este tema y cuánto ha afectado al país? —La guerra de divisas no es un problema exclusivo de Brasil. La crisis del primer mundo –Europa, Estados Unidos– está afectando a las naciones emergentes, en la medida en que las llamadas monedas duras se están depreciando, por lo que los productos están siendo más caros en los países emergentes que en el mercado internacional. Los emergentes necesitan, por tanto, mejorar la relación de negocios entre ellos y aumentar la inversión en el sistema productivo a fin de mitigar la crisis monetaria. Otra medida preventiva es con el comercio en monedas locales, aislando así a las monedas duras. El comercio entre Brasil y China ha comenzado a utilizar este mecanismo. Apelar a la OMC es sencillamente predicar en el desierto, porque las cuestiones del tipo de cambio no están entre sus funciones. —En cuanto al crecimiento, las últimas cifras del país muestran una desaceleración, en parte, inesperada. ¿Es esto preocupante? —Brasil está pagando el precio de un elevado déficit fiscal que se amplió el año pasado debido a las elecciones. Por otro lado, la crisis en el primer mundo está afectando a las exportaciones de Brasil a dichas regiones. Estos dos factores provocarán una disminución en el dinamismo económico. Sin embargo, el crecimiento de la producción y el consumo interno, junto a la expansión del comercio con los países emergentes, provocarán una recuperación parcial del dinamismo en 2012. —¿Cuánto espera que crezca el PIB de la nación este año? —Teniendo en cuenta el escenario nacional e internacional, debiese estar en torno al 3,5%.
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