La Responsabilidad Social Empresarial y la conveniencia de adoptarla
JORGE SERENDERO
17 de marzo del 2011
La nueva conciencia ha producido avances en protección del ambiente, uso de energías renovables, buenas prácticas productivas, salud ocupacional, calidad de productos e integración solidaria. Las tecnologías digitales permiten enfocar el mercadeo no a un mero cliente-consumidor promedio, sino a individuos con necesidades, gustos y expectativas particulares. Con esta visión, la garantía de sostenibilidad no es sólo el éxito económico, sino el beneficio de la sociedad, por lo que muchas empresas invierten recursos con un criterio social.
También la opinión pública se ha vuelto más crítica respecto al papel de las empresas y su comportamiento, reaccionando ante las irregularidades que la afectan, rechazando las que dañan el entorno, la salud, irrespetan a sus trabajadores y las leyes, o engañan al cliente, escudándose en la importancia económica de su actividad para el país. Un escenario al que, seguramente, hoy nadie quisiera enfrentarse.
Un ejemplo vigente es el sector piñero el que, como la agroindustria de mayor auge nacional, periódicamente sufre el embate de gobiernos locales, supuestos ambientalistas, sindicatos y universidades, preocupados por el vertiginoso crecimiento del cultivo y que, en lugar de procurar un marco regulatorio adecuada de la actividad, proponen frenar al sector aduciendo abusos al ambiente, la salud y los trabajadores.
Responsabilidad Social Empresarial (RSE): en esta concepción, una compañía prospera si resulta útil para la sociedad, proveyendo beneficios económicos, sociales y ambientales. Al asumir esa responsabilidad, la empresa incorpora voluntariamente políticas y procedimientos que pueden exceder las exigencias de la legislación vigente y compromete todos sus niveles jerárquicos a no provocar efectos adversos a la salud de las personas y al ambiente. Como miembro de la comunidad, la empresa acepta ser socialmente solidaria. Pero esa solidaridad no parte de la antigua concepción filantrópica -a través de donaciones y ayudas materiales para diversas causas- sino de una voluntad de colaboración activa para solventar las necesidades reales de sus vecinos.
La RSE es un proceso mediante el cual una compañía -dentro de su capacidad- expresa su solidaridad social a través de proyectos y programas dirigidos a atenuar problemáticas de su comunidad; es una forma de actuar que se adopta por convicción, no por obligación, y determina la integración social de la empresa. Se inicia internamente, apoyando e incentivando a los colaboradores, facilitando su comunicación interna, su organización sindical, otorgando beneficios que faciliten el desarrollo personal y familiar.
Un excelente ejemplo es el Programa de Becas Estudiantiles de la piñera Hacienda Ojo de Agua, que se suma a los incentivos para capacitación del personal, el programa de Educación Ambiental y su colaboración –única en el país- con la Caja Costarricense del Seguro Social para mejorar la atención sanitaria de las comunidades aborígenes del Parque Nacional Barbilla.
La relación con la comunidad impone el diagnóstico de oportunidades de intervención con proyectos viables para la capacidad de compromiso de la empresa y el aprovechamiento de los recursos disponibles que rindan resultados concretos. Los mejores proyectos son los de interés común pues benefician a empresa y comunidad: la piñera Agroindustrial Tico Verde del Grupo Sancho, colabora activamente en el mantenimiento de caminos públicos, reparación de escuelas, tendido de puentes, coordina esfuerzos para electrificación y saneamiento, e investiga un proyecto de explotación para fincas productivas ambientalmente compensadas.
Un buen programa de RSE se diseña a la medida de la empresa y, para no distorsionar su operación normal, debe implementarse evitando producir estrés corporativo.
Beneficios corporativos de la RSE: el ejercicio adecuado de la Responsabilidad Social Empresarial permite a la empresa ser parte activa de la comunidad y practicar una política de buen vecino; consolida su buena imagen corporativa y minimiza las actitudes prejuiciadas en contra de ella. Facilita la aceptación de sus productos o servicios, y el ser valorada como agente positivo de desarrollo socioeconómico.
Adicionalmente, toda compañía internacional actual reconoce el valor de la RSE, como parte integral de su cultura empresarial, ya que han entendido que deben garantizar que sus productos y servicios lleven implícito el valor agregado de la conducta responsable. Hoy, contrariar esta tendencia es asumir el riesgo de perder el favor de importantes clientes internacionales. Los estudios de tendencias del mercado muestran la resistencia del consumidor a empresas que amenazan el mundo que heredarán sus hijos. Hora, entonces, de considerar seriamente la gestión de RSE.
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
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