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A pesar de su diminuto tamaño, aspiran a ser una gran revolución. Las microalgas podrían ser la base de combustibles ecológicos, de alimentos que ayudarían a cuidar la dieta y luchar contra el cáncer, o de sistemas que absorberían el dióxido de carbono (CO2) y mitigarían el cambio climático. Diversos investigadores y empresas trabajan para su desarrollo comercial a gran escala, pero reconocen que necesitan mejorar para lograr que estos productos lleguen a los consumidores. | ||||||||
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Las diversas posibilidades de las microalgas La importancia y las oportunidades medioambientales y económicas de las microalgas se intuyen una vez que se conocen sus características básicas. Estos organismos unicelulares, los primeros del planeta en realizar la fotosíntesis, son claves en el equilibrio planetario: aprovechan la energía del sol para producir biomasa, son la base de las cadenas tróficas que viven en los océanos y absorben buena parte del CO2 de la atmósfera, que transforman en oxígeno. Sin ellas, los seres humanos y gran parte de la vida de la Tierra no sería posible. Una de las posibilidades que más interés ha suscitado en la actualidad es su transformación en biocombustible, gracias a sus múltiples ventajas. Según sus defensores, su productividad es muy superior a otro tipo de cultivos energéticos utilizados hasta ahora. El volumen de aceite que pueden producir es muy superior al de otras plantas. Se estima que son 300 veces más eficientes que la soja y 25 veces más que la palma. Su tiempo de crecimiento es imbatible: una cosecha puede estar lista en pocos días, frente a los varios meses de cualquier otro cultivo convencional. Cambio climático, alimentos saludables y depuración de aguas residuales Por si fuera poco, sus aplicaciones no acaban como combustible. Gracias a su capacidad de absorber CO2 y otros gases de efecto invernadero, como los óxidos de nitrógeno, las microalgas contribuyen a mitigar el cambio climático. Diversos proyectos de investigación se centran en esta virtud y plantean la construcción en las instalaciones industriales de sistemas con microalgas que actúen como sumideros de esos gases. El tratamiento de aguas residuales también podría utilizar las microalgas y ser mucho más ecológicos. Las depuradoras convencionales necesitan productos químicos y energía para realizar su trabajo. Estos organismos podrían, al menos en la última fase del proceso de tratamiento, limpiar el agua al aprovechar los desechos orgánicos como nutrientes. Por ello, algunos investigadores también estudian sus posibilidades para desarrollar sistemas de biorremediación de zonas contaminadas. Principales avances sobre microalgas En 2006, varios investigadores del Instituto de Microbiología Molecular y Biotecnología de Alemania lograron obtener biodiésel en un solo paso gracias la modificación genética de varias bacterias y microalgas. El estudio se continúa en en Joint BioEnergy de EE.UU. y en Amyris, considerada una de las empresas biotecnológicas más innovadoras de 2009, que planea producir biodiésel a gran escala en 2011. Desafíos de las microalgas La idea de aprovechar las microalgas no es nueva. En la década de los cincuenta del siglo XX empezaron a considerarse como una fuente alimenticia saludable para hacer descansar a los cultivos convencionales. Por su parte, las primeras investigaciones serias sobre su uso como biocombustible datan de los años setenta, cuando en plena crisis del petróleo la búsqueda de alternativas a esta energía no renovable se hizo prioritaria. Sin embargo, el uso práctico de las microalgas todavía no ha pasado de una fase de investigación más o menos desarrollada. Las razones o los desafíos que deben hacer frente sus impulsores son varios: Necesidad de más tiempo e inversiones: un caso claro es el sucedido con las primeras investigaciones de biocombustibles con microalgas. Cuando el petróleo volvió a sus cauces "normales", se dejaron de financiar unos estudios que no habían logrado resultados palpables. Dificultades para lograr una producción comercial a gran escala: para crear microalgas a un precio competitivo, los fotobiorreactores deberán optimizar factores como la iluminación, el suministro continuo de nutrientes y CO2, o el mantenimiento de una temperatura y unas características fisico-químicas del cultivo adecuadas. Más investigaciones: se conocen más de 40.000 especies de microalgas, de las que solo unas decenas se han explorado en sus usos potenciales, como la Scenedesmus obliquus, la Chlamydomonas rheinhardii, la Chlorela vulgaris o la Dunaliella tertiolecta | ||||||||
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Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
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