ENERGIAS RENOVABLES : Soplan vientos europeos en las granjas eólicas estadounidenses Las empresas europeas de energía eólica están atentas a las oportunidades que ofrece el creciente interés de EEUU por la energía alternativa. La penetración de la tecnología de generación de electricidad por medio de turbinas eólicas en EEUU se debe, en gran medida, al empeño de compañías europeas. Algunos ejemplos: En 2007, la alemana E.ON AG compró los activos americanos de la irlandesa Airtricity Holdings por 1.400 millones de dólares. La compañía danesa Vestas Wind Systems A/S anunció en agosto que construirá una fábrica de láminas y de turbinas en Colorado, cuya producción se sumará a la de una fábrica ya en funcionamiento en la región que generará 1.350 empleos. El mes pasado, los órganos reguladores de Nueva York aprobaron finalmente la adquisición de Energy East por la compañía de energía española Iberdrola SA. La adquisición, por 4.500 millones de dólares, elevará el volumen de activos de Iberdrola en EEUU en cerca de 20.000 millones de dólares. Otras compañías europeas con operaciones en EEUU son Acciona SA y Gamesa SA, de España; Fuhrlander AG, Nordek AG y Siemens AG, de Alemania; además de muchas otras. Los europeos han llevado su experiencia a un país que carece de una política pública consistente capaz de estimular la inversión doméstica. A pesar de toda esa actividad, los defensores de la energía eólica dicen que están preocupados por el hecho de que el crecimiento de la industria en EEUU dependa del próximo Congreso americano y del próximo gobierno. A principios de octubre, el Congreso reavivó la esperanza de los partidarios de la energía eólica al dotar al sector de un presupuesto dentro del plan de rescate de 700.000 millones de dólares al sector financiero del país. Aunque los sectores favorables a la energía eólica hayan aplaudido la medida, la decisión del Congreso sigue un patrón de respaldo de corto plazo que, según los críticos, inhibe el crecimiento de la energía eólica en EEUU. El Crédito Fiscal a la Producción (PTC, según las siglas en inglés) hace el coste de la electricidad producida por las instalaciones eólicas más competitivo en relación a los tipos más antiguos de generación de energía, más incluso que el del carbón. El crédito expira a finales del año. Éste proporciona a los productores de electricidad generada por el viento un crédito fiscal federal de dos céntimos por cada kilovatio-hora de electricidad producida. El PTC tiene como objetivo a los productores de energía para uso público, y no a los sistemas domésticos, que reciben un paquete diferente de incentivos fiscales. Pero incluso con amnistías fiscales de ese tipo, para el inversor la energía eólica es algo arriesgado. "Las energías renovables necesitarán un público que las adopte de inmediato ya sean individuos, compañías públicas, Estados o países para pagar precios mayores por esas fuentes de energía en un primer momento", observa Michael Tomczyk, director-gerente del Centro Mack de Innovación Tecnológica de Wharton. "Posteriormente, en la medida en que el proceso sea más barato, el compromiso estará justificado, sobre todo si tomamos en cuenta los beneficios tangibles de la independencia energética y el impacto sobre la contaminación y el calentamiento global", dice Tomczyk. Las turbinas de viento de tecnología más avanzada producen electricidad a un coste de cerca de cinco céntimos por kilovatio-hora, o el equivalente a una fábrica tradicional de energía de carbón. Pero la construcción de fábricas de energía eólica requiere inversiones de millones de dólares, sin embargo los acreedores se han mostrado reacios, en el pasado, a financiar tales proyectos ya que existía la posibilidad de que pusieran en riesgo el PTC. De acuerdo con la American Wind Energy Association (AWEA), el desarrollo de nuevas instalaciones de fábricas eólicas ha caído drásticamente con el paso de los años, desde que el Congreso permitió que el crédito fiscal desapareciera. "Yo diría que nuestra política federal es un ejemplo clásico de cómo no desarrollar una industria manufacturera", señala Randall Swisher, director-ejecutivo de la AWEA en Washington, capital federal. "Se transmite el mensaje de que es arriesgado invertir en ese sector". El modelo de dependencia de la energía eólica del crédito fiscal es evidente: en 1999, con el PTC en vigor, se añadieron 575 megavatios de energía eólica a la red eléctrica nacional. Cuando acabó el crédito en 2000, los proyectos de energía eólica sumaron sólo 43 megavatios. Los créditos se repusieron en 2001, año en que la capacidad eólica alcanzó 1.696 megavatios, seguidos de 410 megavatios de energía eólica adicional en 2002, cuando los créditos expiraron. En 2005, los créditos fueron restablecidos, lo que llevó al aumento de 2.431 megavatios de energía eólica aquel año, 2.454 en 2006 y 5.244 el año pasado. "Actualmente, la energía eólica ha vuelto a ser viable gracias a los subsidios concedidos al sector", observa Matthew White, profesor de Negocios y de Políticas públicas de Washington. No ha habido un súbito salto tecnológico, "el viento no es tan competitivo como el carbón", salvo, está claro, en contextos de concesión de incentivos como el PTC. Por lo tanto, viendo el historial de inconsistencia del PTC, ¿por qué hay tantas empresas europeas invadiendo el mercado de energía eólica de EEUU? Y es más: ¿por qué las "granjas eólicas'" constituyen un escenario mucho más común del paisaje europeo que del paisaje americano? "En Europa, hay una tendencia más fuerte de protección del medio ambiente", dijo White. "Los europeos siempre se han mostrado más dispuestos a pagar el precio del corto plazo. Ese precio puede añadir costes inmediatos más elevados como consecuencia de una regulación más agresiva. Puede además incluir costes subjetivos tales como las preocupaciones estéticas relativas a la localización de las turbinas". La cuestión de cómo llevar la electricidad generada por el viento al cliente es igualmente espinosa, retardando aún más su adopción en EEUU. "Desafortunadamente, muchos lugares 'de viento' en EEUU están situados en áreas remotas distantes de los centros urbanos donde la electricidad es necesaria", dice Tomczyk. "¿Será posible que transmitamos de forma eficiente la electricidad de una 'granja eólica' en Dakota del Sur a Chicago? Otra variación del mismo tema pide respeto a la instalación de turbinas de viento en edificios. Chicago es la ciudad 'de los vientos': ¿qué ocurriría si todo edificio de oficinas de la ciudad tuviera varias turbinas en el tejado?". ¿Oportunidad perdida? Ron Pernick, analista de la empresa de investigación Clean Edge, dice que se ha perdido una oportunidad. "Nosotros podíamos habernos apropiado de esa industria", dice él, añadiendo que el presidente George W. Bush solía defender vehementemente la energía eólica cuando era gobernador de Tejas. Hoy, Tejas es líder en "granjas eólicas", con cerca de 4.500 megavatios de capacidad. Pero en los últimos ocho años, la Casa Blanca ha demostrado menos interés en costear esa tecnología a escala nacional. "Me sorprendió un poco el gobierno de Bush", dice Pernick. "Europa a lo largo de la última década, aproximadamente, tuvo un respaldo mucho mayor para el desarrollo de proyectos de energía renovable, principalmente eólica". Por lo tanto, añade Pernick, no es sorprendente que las compañías europeas hayan entrado con fuerza en el mercado americano. Pero algunas empresas americanas se han beneficiado del creciente interés interno por la energía eólica. En Michigan, donde la industria manufacturera ha sido fuertemente golpeada por el cambio que ha tenido lugar en la economía, la empresa de máquinas de precisión K&M Machine Fabricating apenas puede cubrir los pedidos de enormes piezas de turbinas de viento, según explica el Director Financiero Gary Galeziewski. La principal línea de negocios de la empresa es el transporte pesado es decir, la fabricación de piezas grandes para vehículos usados en la minería, construcción y motores de locomotora. La empresa entró en el segmento eólico hace diez años en una especie de incursión marginal en el sector, con baja producción, y fue testigo de su crecimiento. Hoy, "apostamos fuerte en ese segmento", observa Galeziewski. Aunque el interés de los inversores "se caracterice por la irregularidad" en toda la industria, Galeziewski señala que su empresa compró recientemente parte de un equipamiento para siderurgia por valor de 20 millones de dólares que le permitirá atender más pedidos de placas de base y de carcasas para turbinas. Uno de sus mayores problemas consiste simplemente en conseguir empleados suficientemente capacitados para gestionar la maquinaria y garantizar que los productos se ajusten a los parámetros de precisión. "Necesitamos a 120 personas. Ofrecemos buenos empleos y salarios elevados", dice, "pero no es fácil encontrar esos profesionales". GE Wind, una división del floreciente conglomerado de General Electric, se ha establecido como un sector de gran peso dentro de la industria americana. "GE siempre escoge muy bien los activos de empresas con deudas problemáticas", observa Pernick, analista de Clean Edge. Los activos eólicos de GE pertenecían a Enron, y fueron comprados a precios más bajos por GE después del colapso de la empresa de energía. Actualmente, tomando como base la venta unitaria, GE es el fabricante más prolífico de turbinas de viento para el mercado americano, según la AWEA. De las 3.200 turbinas instaladas en EEUU en 2007, 1.560 fueron fabricadas por GE, informa la asociación. Sin embargo, las cuatro empresas que hoy siguen los pasos de GE son europeas o asiáticas: Vestas, con 537; Siemens, con 375; Mitsubishi, con 356; y Gamesa, con 287 turbinas. Estados Unidos tiene cerca de 17.000 MW de capacidad eólica instalada, es decir, lo suficiente para generar electricidad para cerca de 4,5 millones de hogares americanos. Karl T. Ulrich, profesor de Gestión de las Operaciones y la Información de Wharton, dice que no es extraño que los fabricantes no americanos de turbinas se hayan hecho tan fuertes en EEUU tan deprisa es propio de la naturaleza del negocio. "En la industria de la energía eólica, la mayor parte de las transacciones se restringe a un número relativamente pequeño de compañías bien conocidas", dice. Entre esas empresas hay compañías públicas de electricidad, fabricantes de turbinas, desarrolladores y operadores de webs y, a veces, gobiernos municipales y provinciales. "Como el número de partes involucradas es muy pequeño y bien conocida, no es muy difícil para una empresa de fuera contactar con las corporaciones más importantes de ese segmento. En otras palabras, no se trata de empresas cuyas actividades se asemejan a las de un restaurante, cuya localización es importante para atraer un gran número de clientes del comercio. Si usted estuviera vendiendo un avión de 100 millones de dólares, turbinas de viento, navíos u otra cosa semejante, no le importaría cruzar el océano para visitar a un posible comprador". En un informe publicado en septiembre junto con El Instituto de Investigaciones de Economía Política de la Universidad de Massachussets, el Centro para el Progreso Americano se centró en lo que describió como política federal errática. "Lapsos en la elaboración de créditos fiscales federales para el sector de producción, prórrogas ocasionales de uno o dos años y la incertidumbre en relación al futuro de esos créditos culminaron con un ciclo de prosperidad y de atrasos en el desarrollo de la energía eólica", dice el informe. El centro propuso que "los créditos fiscales de producción para todos los tipos de energía renovable se extendieran lo suficiente para que las empresas pudieran tomar decisiones de inversión estables". El rescate financiero también ayudó al sector eólico Tal y como quedó demostrado, la Ley de Mejoría y de Extensión de la Energía de 2008 estaba repleta de buenas noticias para las empresas de energía renovable. Como cualquier propuesta legislativa complicada, el proyecto de ley de energía consiguió los votos que necesitaba al subirse al carro de la Ley de Estabilización Económica de Emergencia el rescate del sector financiero de 700.000 millones de dólares. Además de ampliar el Crédito Fiscal a la Producción por más de un año, el proyecto de ley de energía autorizó a destinar 800 millones de dólares en bonos renovables "limpios" a cambio de los ingresos fiscales perdidos con la promoción de proyectos de energía solar, geotérmica, de biomasa y otros proyectos de energía renovable. Sin embargo, Ulrich prevé que la crisis financiera mine la disposición de los líderes políticos de perseguir estrategias más agresivas para promover el uso de la energía eólica y de otras fuentes renovables. "El mecanismo más eficiente para incentivar el desarrollo de tecnologías de energía alternativa sería el cobro de impuestos sobre el carbono o la incidencia de otros impuestos 'verdes'", dice Ulrich. "No creo que ningún economista esté en desacuerdo con eso. Se trata de un problema político, y no económico. En segundo lugar estaría un mecanismo de limitación de emisiones y de libre intercambio de derechos de emisión [cap-and-trade] de dióxido de carbono. Antes de que surgiera la crisis, yo esperaba que uno de esos dos mecanismos fuera puesto en marcha por el gobierno de EEUU. Ahora creo poco probable que uno u otro se haga realidad en los próximos cuatro años". Muchos Estados, sin embargo, no recurren a los créditos fiscales como forma de atraer y beneficiar la producción de energía alternativa. En vez de eso, recurren a la presión: los Patrones de Portafolios Renovables establecen porcentajes mínimos para el montante de electricidad producida en el Estado procedente del viento, del sol o de fuentes de generación hidroeléctricas. Pensilvania, por ejemplo, determinó que hasta 2020, un 18% de la energía consumida en el Estado proviniera de fuentes renovables, inclusive del viento. Eso hace que las compañías eléctricas estatales accedan a esas fuentes renovables. Peck, de Gamesa, dice que ese sistema ha funcionado bien para la empresa española, cuya sede norteamericana, así como la fábrica, están situadas en un local donde hace tiempo funcionaba una fábrica de acero nacional próxima a Pensilvania. Las compañías generadoras de electricidad de Pensilvania, entre ellas la unidad Pexelon de Peco Energy, se comprometen a comprar 1.000 megavatios de energía eólica generada por los proyectos de Gamesa hasta el final de 2010. Aunque los europeos vayan un paso por delante en la curva de producción de energía eléctrica, diversas organizaciones señalan el nacimiento de una economía americana basada en tecnologías y prácticas sostenibles. El informe del Centro para el Desarrollo Americano solicitó también un paquete de estímulo federal de 100.000 millones de dólares durante dos años con el objetivo de estimular seis áreas de infraestructura "verde", siendo una de ellas la energía eólica. Los autores del informe dicen que el programa podría ser totalmente financiado por medio de subastas de carbono por el sistema de cap-and-trade, en que las empresas pagarían por el derecho de contaminar según un patrón preestablecido. El informe señalaba también que el programa crearía dos millones de empleos, ya que sería preciso adaptar los edificios para el ahorro de energía, difundir el transporte de masa, construir y conservar los sistemas de transmisión eléctrica de "red inteligente", así como desarrollar la energía eólica y solar, además de los biocombustibles renovables para disminuir la demanda de petróleo extranjero. T. Boone Pickens, magnate del petróleo y financiero, ha usado su influencia en los bastidores de la energía eólica por medio de lo que llamó de Plan Pickens. Él ha visitado el Medio Oeste con el objetivo de promover la energía eólica como parte de una solución que liberaría al país de la dependencia del petróleo extranjero. Si la energía eólica "progresa", Pickens se beneficiará. Él está invirtiendo 10.000 millones de dólares en la construcción en el Oeste de Tejas de lo que será la mayor "granja eólica" del mundo. Galeziewski, de K&M, cree que las oportunidades están totalmente abiertas para las empresas o los individuos que buscan una oportunidad en el mundo de la energía eólica. "A fin de cuentas", dice él, "todo eso es muy divertido [...] La energía eólica me recuerda mucho al viejo Oeste". |