lunes, junio 23, 2008

Iván Stambuk EN LA REVISTA DEL CAMPO

ván Stambuk
El
REVISTA DEL CAMPO
EL SEÑOR DEL TOMATE
 
Ex lechero, ex profesor universitario, amante de la Católica por años y uno de los artífices detrás del equipo con que Everton le ganó a Colo Colo. Y como si fuera poco, tiene 25 hectáreas de tomates bajo plástico. 

Loreto Gatica Carbonell

El celular de Iván Stambuk no para. Son llamados para hablar de Everton. O más bien del triunfo del equipo que, después de 32 años sin saborear una copa, venció - cual David a Goliat- a Colo Colo en la final del torneo de apertura. Stambuk es director de la rama de fútbol del club viñamarino; es decir, fue el artífice, junto a otros dos directivos, de la llegada del argentino Ezequiel Miralles o del volante Jaime Riveros al club, los mismos que con sus goles doblegaron al cacique.

"Mi pasión ha sido el fútbol desde siempre. Llegué a Everton por un amigo que es director. Cuando me invitó a participar en la sociedad anónima le dije al tiro que sí, a pesar de ser de la Católica", explica. En un principio su corazón siguió siendo cruzado. Pero poco a poco comenzó a involucrarse en la gestión del club. Le tocó tomar decisiones duras, como el recambio de todos los jugadores. Sin embargo, a medida que empezaron a dar fruto, no pudo evitar vibrar con cada punto. Hasta que llegó el resultado final. Y hoy tiene el corazón partido en dos: mitad oro y cielo y mitad cruzado.

Por estos días, lo deportivo esconde quién es en lo profesional: uno de los mayores productores de tomates - sólo superado por los Lombardi de Arica- y el mayor productor bajo plástico de esta hortaliza en el país.

En medio de Olmué, al final de un pasaje que colinda con la calle principal de la ciudad, están las 25 hectáreas de invernadero.

Su pasión lechera

El campo es vecino al estadio Juan Stambuk, levantado en un terreno que fue cedido por su padre - Juan- y en donde éste jugaba como arquero.

"Era excelente, mucho mejor que el que tiene actualmente la Católica", comenta entre risas Iván. En la carcajada lo acompaña el mismo Juan.

En Agrícola Los Arrayanes los papeles se reparten, al igual que en un partido de fútbol. Iván administra y comercializa, su hermano Ricardo tiene la parte agronómica, su padre fiscaliza y su madre, Maruja, está encargada de la casa, ubicada en un alto.

Al principio ahí tenían una lechería y tomates. Luego quedó sólo la lechería.

"Mi abuelo fue uno de los mayores productores de tomates, del famoso limachino, que se caracterizaba por su calidad. Cuando murió, mi papá dio un giro más ganadero, potenciando la lechería que es lo que más nos gusta. La pasión de uno", cuenta Iván Stambuk. Llegaron a tener una que todavía le arranca suspiros.

El ingeniero agrónomo recuerda esa época como una de las mejores de su vida. A las que al placer de encargarse de la parte agronómica del campo, sumaba sus tiempos de académico en la Universidad Católica de Valparaíso - la misma escuela donde él estudió- , precisamente en ganadería.

"Hice clases 22 años. Apenas egresé me quedé. Ha sido una de las etapas más lindas de mi vida, por el contacto con los estudiantes y la posibilidad de seguir estudiando. Nunca tuve problemas con algún alumno. Hace poco me encontré con uno en un restaurante y nos quedamos horas conversando. Las dejé porque no estaba de lleno en eso. Siempre luché porque hicieran clases los mejores, yo había dejado la ganadería y había gente más actualizada", recalca.

Es que en el camino se había alejado de las vacas. Fue hace unos 12 años cuando el bajo precio de la leche y la contaminación que se generaba - el campo está dentro de zona urbana- los llevó a transformarse, justo antes que se desatara la crisis láctea.

Se dieron cuenta de que era tiempo de reinventarse. Fue idea de su madre volver a los tomates. Ya se había comprobado que se daban bien y podrían resultar rentables. Tuvieron suerte, la reconvención fue muy rápida, pudieron vender sólo a un postor todos los animales y en menos de 15 días ya no hubo cabezas de ganado.

Para él, el cambio fue más grande. Pasó de ser el encargado agronómico a administrar y comercializar los productos del campo. Más horas de oficina y tener que salir a concretar negocios. Aunque todavía recorre el campo a menudo, los empleados lo saludan por su nombre y maneja el tractor con la misma comodidad y soltura con que conduce el Mercedes Benz de su padre. Claro que no le pidan que lo repare.

"Lo mío es saber resolver los problemas, soy torpe con las tuercas. Hace un tiempo pinché una rueda y no sabía cómo sacar la tapita que cubre los pernos ¡Tuvo que parar un camionero para mostrarme que la podía sacar con la parte de atrás de la llave de cruz! En la casa de los arreglos se encarga María José, mi señora", confiesa sonriente.

Asumió el cambio, aunque lo que más le gusta no es la administración. "Lo hago con agrado, pero lo que me gusta es la agronomía", explica.

eficiente comercializador

La base del éxito de Agrícola Los Arrayanes está en la eficiencia, especialmente en la de la comercialización. Al estar el cultivo bajo plástico pueden asegurar la producción prácticamente todo el año - exceptuando desde el 15 de julio hasta 15 de septiembre- . De ella 60% es para los supermercados, 25% para las ferias mayoristas y 15% para compradores particulares, desde La Serena a Puerto Montt.

"La gracia de Iván es que se supo dar cuenta de que no sacaba nada con competir con los cultivos de tomate de Arica, debía producir en un período distinto, y enfocarse a un tipo de clientes, los supermercados. Su negocio está muy bien focalizado, no produce cualquier clase de tomates, sino el producto que se demanda" explica Carlos Dall' Orso, gerente de la división de semillas y hortalizas de Syngenta.

La plantación se divide en dos variedades de tomates que producen una, entre 100 y 120 toneladas la hectárea al año y la otra, entre 140 y 150. La más cultivada es la larga vida, variedad patrón, que se caracteriza por tener mayor durabilidad, buen aspecto y color.

La ventaja de venderles a los supermercados es que a diferencia de la mayoría de los agricultores, las ganancias no dependen de las fluctuaciones del mercado, son estables.

"Comúnmente los agricultores van a vender sus productos a las ferias libres, donde se produce un vaivén en los precios. En cambio, en el caso de Iván el precio ya está fijado, independiente de si sube o baja, él ya tiene su rentabilidad estudiada, es un empresario agrícola, cosa que es distinta a ser un agricultor", señala Carlos Dall' Orso.

La eficiencia y planificación se reflejan también en la forma en que se prepara a las personas que trabajan en el campo.

"Se capacita a los trabajadores de manera que las cosas se hagan a su tiempo, no puede haber variaciones en la producción, no se depende de la orden de un jefe, el trabajador está consciente de lo que está haciendo y cómo su trabajo influye en el resultado final", explica Dall' Orso.

Stambuk está atento a lo que ocurre con el mercado. Y, como ex académico, también tiene claro que lo que falta es mayor investigación en la poscosecha, para asi poder exportar a países como México y Estados Unidos.

"Podríamos exportar a Argentina, pero con el corralito el cambio nos dejó inmediatamente fuera del mercado. Falta mejorar la poscosecha, pasan 30 días desde que el tomate se saca de la mata y llega a los consumidores, y estamos hablando de un producto sumamente perecible. Ahí falta mucho", explica.

Mientras recorre el campo, bromea con sus empleados.

_ "Ese, ese, ese de ahí... es de Colo Colo", comenta señalando a varios con el dedo.

_ "El que es de la Católica y Everton tiene trabajo asegurado", acota riéndose.

Y sigue con el tema del fútbol. "La próxima semana me toca la copa. Son 5 días por dirigente. La voy a pasear por el campo. Ufffff, ¡¡¡que va a haber caras largas!!!", comenta con sonrisa burlona.

Aunque confiesa que en su casa tiene doble tarjeta amarilla.

"Me di cuenta de que había semanas en que no iba ningún día a comer. Es que es la pasión del fútbol, ¡uno no se da cuenta lo que hace!".

Claro que no todo el tiempo se le va en el equipo. Además del campo y de Everton, administra un tranque, es asesor de una empresa agroindustrial a la que prefiere no nombrar, y tiene a cargo una fundación de niños.


Loreto Gatica Carbonell.
 
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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