MUCHO PARA APRENDER
TRAYECTORIA EMPRESARIAL Y EJEMPLO PARA EMPRENDER
"Muchos multimillonarios pasan desapercibidos"
Thierry Lombard es socio 'senior' de Lombard Odier Darier Hentsch & Cie, el banco privado más antiguo de Ginebra, fundado en 1796. Es el representante de la sexta generación de la familia en el negocio, que acaba de abrir una oficina en Barcelona.
Thierry Lombard (Ginebra, 1948) nos recibe en un reservado del Hotel Grand Hyatt de Berlín. Casado y padre de tres hijos varones, tiene el aspecto de un cultivado aristócrata. Elegante, esbelto, sobrio y discreto, es el sexto miembro de la saga más antigua de banqueros privados de Ginebra (Suiza), cuyos orígenes se remontan al siglo XVIII. En esa época, Ginebra prosperaba gracias al auge del textil y de la incipiente industria. En 1796, Henri Hentsch y Jean-Gédéon Lombard, de tradición protestante, fundaron un banco para financiar el comercio.
Desde pequeño, Thierry Lombard se sintió atraído por el negocio familiar y por la banca. Había escuchado las historias de cómo sus ancestros habían participado en la fundación de la Bolsa de Suiza, del Banco Nacional Suizo, y en general, de la historia de las instituciones del país. Su entorno familiar era, sin embargo, un poco diferente. "Mi padre no fue banquero, sino profesor de geología de la Universidad de Ginebra, y el ambiente que se respiraba en casa era divertido. Mi abuelo y mi tio sí eran banqueros", explica.
EEUU
El protocolo familiar establece criterios estrictos para regular la entrada de los hijos de los socios en Lombard Odier Darier Hentsch & Cie (LOHD), que es una alianza de varias familias. Lombard explica que los candidatos deben formarse en bancos externos y probar su valía. "Cursé mis estudios académicos de economía en la Universidad de Ginebra y, después, me fui a Canadá y EEUU".
Antes de incorporarse a LOHD, en 1972, trabajó en diferentes firmas estadounidenses como Brown Brothers & Harriman, Chase Manhattan Bank, Morgan Stanley y Scudder Stevens & Clark, donde se empapó de diferentes culturas empresariales. Su trayectoria dentro del banco familiar fue meteórica y, en 1982, se convirtió en socio director. Desde 1995, tiene la categoría de socio senior, responsable de las áreas de auditoría y recursos humanos, además de presidir las fundaciones que gestionan las pensiones de los empleados.
Uno de los momentos más duros fue la fusión de Lombard Odier con Darier Hentsch en 2002, que dio lugar al segundo banco privado de Suiza por volumen de activos gestionados. Aunque la unión de las dos entidades no fue difícil en términos de cultura de empresa, al tratarse de dos bancos familiares de Ginebra con tradiciones similares, lo fue en términos laborales. "No puedes fusionar sin reestructurar y, de repente, tuvimos que despedir a 400 trabajadores", explica Lombard.
La segunda parte fue encontrar tiempo para fusionar las operaciones, gestionar a los clientes, entender el mercado e invertir los fondos. "Nuestros clientes no quieren sentir que estamos ocupados, quieren que estemos disponibles". Aun así, el balance ha sido positivo y, "si tuviera que hacerlo otra vez, lo haría", explica. "Seguramente -prosigue- si no lo hubiéramos hecho, una de las firmas no habría sobrevivido".
Hacer banca privada en Suiza es sinónimo de discreción. Lombard es muy consciente de ello y nunca habla de sus clientes, ni de sus fortunas. El banco tampoco publica sus resultados económicos y se ampara en el secreto bancario suizo. De hecho, la discreción calvinista empapa todas las áreas del banco, hasta el punto de que no se publicitan ni las acciones filantrópicas.
Su abuelo, que era banquero, le dijo: "Tienes que dividir tú tiempo entre el banco, la familia y la sociedad, un tercio a cada uno", recuerda Lombard. "Ésta es la relación entre la familia y el banco y, aunque parece ser mucho más moderno lo que hace Bill Gates en su fundación, nosotros intentamos ser mucho más discretos", explica. En Ginebra, LOHD está vinculado a la Cruz Roja y a varias actividades de carácter social.
Las principales cualidades de un banquero privado, según su opinión, son "ser curioso y estar orientado al servicio", además de la pasión por la banca y por los mercados financieros. "Debes estar interesado por todo lo que ocurre en la economía, en el mundo o en la política, aunque sea difícil", sostiene.
La confianza con los clientes es fundamental. "Un banquero debe ser capaz de recibir a una persona, escucharla y entender qué tipo de persona es, qué necesita y quién es su familia. También debe ser capaz de decir no a un cliente, cuando no puede ofrecerle el servicio, en vez decirle que lo hará y no ser capaz de hacerlo bien".
El patrimonio mínimo que gestiona LOHD es a partir de un millón de euros. "Tenemos clientes con cantidades menores -asegura-, pero si quieres diversificar con acciones, bonos, hedge fund e invertir en diferentes tipos de activos, es muy difícil de hacerlo con una cantidad más pequeña. Con menos dinero, intentamos invertir sólo en bonos o en determinados activos".
Thierry Lombard vibra cuándo habla de economía internacional. Asegura que jamás en la historia de la humanidad ha habido tanta prosperidad. "Hubo un periodo en la primera parte del siglo XX en el que también se creó mucha riqueza, pero no tanta como ahora. Se ha generado riqueza en mercados emergentes y en nuevos sectores como la energía, los comodities (metal y otras materias primas) o el sector inmobiliario", explica entusiasmado. "El crecimiento no se ha concentrado en un sólo lugar -prosigue-, se ha repartido en China, India, países del Este de Europa, Sudamérica, Rúsia e, incluso, en África".
Este crecimiento supone una nueva oportunidad para LOHD, que aspira a gestionar las nuevas fortunas, además del dinero viejo. "Algunas de estas personas que han creado riqueza rápidamente necesitan consejo y confianza", sostiene Lombard. El banquero cita el ejemplo de un cliente que le preguntó qué le parecería crear dos trust, uno para cada una de sus hijas. El le respondió: "¿Por qué no?". El cliente siguió contándole que su hija mayor vivía en París y él le daba un máximo de 2.000 euros al mes para vivir.
Lombard le dijo: "Usted está restringiendo el dinero a su hija, mientras planea crear un trust con cientos de millones para ella. ¿Por qué no le da algún dinero más para que ella pueda aprender a gestionar el dinero?". Lombard explica que el traspaso responsable del patrimonio de una generación a otra es uno de los retos más difíciles de la empresa familiar.
Entre los clientes del banco, ya figuran fortunas de familias indias, árabes o japonesas, junto a los grandes patrimonios de EEUU y de la Vieja Europa. La riqueza se vive y se muestra públicamente de una forma distinta según la nacionalidad del millonario, aunque no hay tópicos que sirvan, explica Lombard. "Hay multimillonarios que pasan desapercibidos; podría caminar delante de usted en este hotel y no los reconocería".
Pero, ¿por qué un cliente elige un banco suizo como Lombard? "Nosotros somos banqueros privados haciendo banca privada", según Thierry Lombard. "El significado de banca privada -continúa- es diferente para UBS, para Citicorp o para Lombard. Hay grupos financieros que cuentan con un departamento de banca privada, pero sus clientes son muy diferentes de los nuestros. Los servicios serán diferentes, así como el tamaño de las cuentas o la relación entre el banquero y los clientes. Nosotros intentamos mantener a los clientes durante generaciones", sostiene.
Algunos clientes son tan antiguos como el propio banco. Es el caso de una fundación religiosa protestante que es cliente desde 1796. El banco contó con corporaciones religiosas protestantes entre sus clientes desde su nacimiento, de la misma manera que otras grandes sagas de banqueros privados, como los Rothschild, de religión judía, empezaron a financiar los negocios de los judíos de Fráncfort (Alemania) en 1750. "En cuanto a familias, tenemos clientes de cuatro y cinco generaciones que están con el banco desde el siglo XIX", según Lombard.
La misma filosofía de pervivencia a través de las futuras generaciones se aplica al negocio familiar. LODH cuenta con nueve socios representantes de las familias. No hay derechos por parte de los hijos de los socios para unirse al banco. "Nuestro socio más joven fue uno de los máximos directivos de Deutsche Bank en Londres. El próximo socio todavía no se sabe, tenemos una especie de mapa de candidatos potenciales que elegimos entre gente que conocemos, de nuestras familias, de Ginebra y del sector", sostiene.
Empresa familiar
El banco se mantiene independiente de las familias y en cuanto a la política de dividendos, el beneficio se reparte entre los socios propietarios, pero también se reinvierte en el negocio. "Queremos y debemos ser rentables para asegurar los fondos propios del banco y, el futuro de los empleados", según Lombard.
Lombard es un apasionado defensor de la empresa familiar y ha escrito numerosos libros sobre la materia. Asegura que si un negocio está bien gestionado, no se vende, como ha ocurrido en España con empresas como Panrico, que ha pasado a manos del capital riesgo. "He visto cómo ofrecían mucho dinero a familias para que se vendieran el negocio, y puedo decir que el dinero no lo es todo", asegura.
Rodrigo González Fernández
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
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