Las empresas financiadas por capital riesgo generan más
empleo que las no participadas
26/02/07 - Sara Aguareles
El capital riesgo no es sólo una fuente de financiación para distintas etapas del desarrollo de una empresa, sino también una fuente de competitividad en términos de crecimiento orgánico y económico de la compañía. El último informe sobre el impacto económico y social del capital riesgo en España revela que el crecimiento es muy superior en todas las variables de las compañías respaldadas por este tipo de inversiones que en las que no han recibido esta aportación. En concreto, las participadas fueron responsables del 6% de los nuevos puestos de trabajo generados entre 1996 y 2004, y su crecimiento en activos totales duplica a empresas similares no financiadas con Capital Riesgo.
Actualmente se calcula que en España están operando 137 entidades de capital riesgo, que en el año 2006 desembolsaron un total de 2.715 millones de euros repartidos en 612 operaciones, un récord histórico en nuestro país, según los datos de webcapitalriesgo.com. Cada una de estas operaciones supuso una inversión media de 4,4 millones de euros, que también suponen un incremento respecto a años anteriores, a excepción de 2005, cuando las operaciones Ono-Auna y Amadeus dispararon los resultados anuales de una manera excepcional.
Pero no todo es la inyección económica. Las entidades de capital riesgo están aportando un crecimiento a sus participadas mucho mayor del que registran las empresas del grupo de control, según los datos del segundo Informe de Impacto del Capital Riesgo en la economía española, elaborado por el profesor José Martí Pellón en colaboración con la Asociación de Entidades de Capital Riesgo (ASCRI).
En 2006, se realizaron 612 operaciones de inversión por un valor medio de 4,4 millones de euros
Crecimiento en todas las variables de la empresa
Los datos del estudio revelan que los crecimientos son muy superiores en todas las variables en las empresas financiadas por el Capital Riesgo.
En concreto, las ventas en las participadas registran un crecimiento medio anual del 25%, mientras que el resto no alcanzan el 9%. Las mismas cifras se repiten en el caso del resultado bruto de las compañías de uno y otro tipo, y los activos totales se duplican holgadamente en el caso de las participadas, al registrar un crecimiento medio del 23,4% frente al 10% de las que no han recibido inversiones de Capital Riesgo.
Pero seguramente es el empleo el dato que más pone en evidencia las diferencias entre el crecimiento de unas y otras empresas. Según el Informe, en los primeros tres años de vida de una compañía se crean cinco veces más empleo que en el resto de casos.
La experiencia: una inversión intangible y un aval financiero
El capital riesgo no aporta solamente capital, sino también la experiencia de los inversores, que en la mayoría de casos entran a formar parte del Consejo de Administración de su participada, aportando un valor intangible a la gestión de la misma.
La presencia de inversores aumenta la confianza de las entidades financieras
Según José Martí, autor del informe y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, ésta es una característica intrínseca del capital riesgo. Sin esta experiencia previa, tal y como apunta la profesora de finanzas de Esade Luisa Alemany, muchas empresas no sabrían que con la compra de segundas empresas, una compañía puede crecer muy rápidamente e incluso operar una salida a bolsa mucho antes de lo que lo haría con un crecimiento a partir de su propia actividad.
Este es sólo un ejemplo de lo que la experiencia de las compañías de Capital Riesgo puede aportar a la participada. Pero hay otras ventajas. Martí apunta que un inversor de estas características puede aportar credibilidad de cara a que un cliente te abra la puerta, o que un proveedor te dé crédito, y eso facilita mucho la gestión de las empresas. Alemany refuerza esta idea afirmando que en muchos estudios se ve que el apoyo del capital riesgo ayuda en las negociaciones con las entidades financieras, puesto que aportan una garantía muy valuosa. De este modo, el Capital Riesgo se convierte en un aval bancario, ya que las entidades confían en el criterio de los inversores.
Las rebajas fiscales ayudan al Capital Riesgo, pero olvidan al pequeño inversor
Según Martí, el gobierno manifiesta un fuerte interés por el Capital Riesgo en los últimos tiempos, que se ha materializado en la ley de 1999 y en su mejora de 2005, que establecen un marco bastante adecuado para la oferta de fondos por parte de todos estos tipos de inversores. No obstante, en su opinión, el hueco que queda por cubrir está en el lado del inversor menos formal, o Business Angel, que está sujeto al IRPF y que no tiene el mismo incentivo que los inversores formales, cuando en realidad podría apoyar precisamente lo que menos está apoyando el Capital Riesgo, que son el tipo de empresas menos desarrolladas y más tecnológicas. Esta, por tanto, es la gran asignatura pendiente de la administración, y que permitiría ver de qué forma el poder público puede incentivar que el dinero particular también pueda fluir hacia empresas con una filosofía de capital riesgo, pero con un planteamiento más informal, según Martí
RODRIGO GONZALEZ FERNANDEZ
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