miércoles, marzo 01, 2006

La gazeta de Manfatta siempre nos trae muy buenos artículos y el que van a leer es interesantísimo y lo comparto con ustedes:

37 días

 

¿Qué harías si sólo te quedaran 37 días de vida? La pregunta puede ser traumática – u operativa.

 

Esta gazetta se inspira en una bitácora a la que he llegado hoy. Iba a decir por azar pero esto de la casualidad cada vez me parece menos serio. Iba rastreando mi lector de blogs cuando, a través de los comentarios de Evelyn Rodriguez, he llegado a Patti y a su reto.

 

La pregunta que Patti se/nos hace es muy fácil: ¿Qué harías si sólo te quedarán 37 días?  La autora se la formula partiendo de una experiencia  –el fallecimiento repentino de un familiar- que la marcó en su juventud. La respuesta que escoge es la de documentar por escrito su vida, con un sentido de urgencia, y formalizar así su legado.

 

Patti decide preguntárselo cada día. El ejercicio requiere una cierta valentía. Las reglas del juego del “acuerdo implícito” las conocemos todos y todos nos obstinamos en olvidarlas con alegría. Sin embargo, recordar la limitación del tiempo resulta un recurso muy útil para discernir si estamos yendo en la dirección en que realmente queremos ir.

 

Parece que me estoy poniendo macabra. Quizás esto se deba a que la sociedad en general quiere protegerse y protegernos a base de cantos de eterna juventud ¿Qué tienen en común sino la congelación del cordón umbilical de una infanta, los últimos lanzamientos en cremas antiarrugas, los paraísos artificiales? Yo los enmarco en una cierta necesidad de trascender el tiempo. Pero el tiempo se acaba.

 

Quoi faire?
No aspiro a dar consejos a nadie sobre cómo vivir la vida. Pero sí creo hablar con cierta propiedad –como mínimo la que me proporciona mi propia trayectoria- sobre algunas ideas sobre la fijación de los objetivos personales.

 

Hace tres años y de repente, mi ginecólogo me dio “un susto”. Había que operar de inmediato. Cuando nos vemos en las revisiones todavía me recuerda, entre irónico y sorprendido, que mis primeras palabras tras el diagnóstico fueron: “Necesito dos semanas para preparar mi empresa”. Dicho de otro modo, me estaban hablando de un riesgo mortal y yo reaccionaba pensando en el pago trimestral del IVA. Esa respuesta mía, sumada al susto en sí, me dio que pensar y desde entonces tengo una visión más inminente de la vida de la que tenía. Si llega otro susto, creo que responderé de otro modo.

 

Si te dicen que caí…
Los coaches emplean a veces la “técnica del epitafio” para hacer aflorar en sus entrevistas los deseos auténticos de sus pacientes: “Redacte su epitafio. Piense en como le gustaría ser recordado…“. Es decir, limite su tiempo disponible y visualice como le gustaría emplearlo. Defina sus objetivos. Después de todo y en la excelente definición de Jory des Jardins, ¿qué es un obituario sino una nota de prensa para un muerto?

Saludos Rodrigo González Fernández, consultajuridica.blogspot.com

 

Cuando lo realicé por primera vez, este ejercicio de autodescubrimiento me pareció un tanto insidioso. La clave está –creo- no en hacerlo una vez, sino en hacerlo a menudo. Y en no engañarse.

 

No defiendo aquí por fuerza los cambios profesionales radicales (del tipo dejo de ser un broker y me convierto en neorrural) como panacea universal. Frente a ellos, el inmovilismo es la opción contraria “no puedo cambiar: tengo que pagar la hipoteca, el coche, etc.”. En la esfera profesional, hoy ser competentes es necesario pero no suficiente: hay que ser auténticos. ¿Y cómo serlo si empezamos por autoengañarnos?

 

Así que amigo/a suscriptor/a, me vas a disculpar que en este número en vez de hablar de nuevos formatos de comunicación haya planteado un tema como este. Pero, al preguntarme sobre qué escribiría hoy si sólo me quedaran 37 días, ese fue el tema que salió. Ojalá te sirva.

 

Esta conversación continua en nuestro blog y si no hay cambio de planes :-) el próximo 15 hablamos de comunicación digital. Hasta entonces.

 

Neus

 

Neus es socia directora de Manfatta SL, productora de comunicación.

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