Jorge, el segundo de los hijos de Eliodoro Matte, acaba de estrenar la fundación Amulén. Aquí cuenta qué lo inspiró y cuál es su visión actual del país. ¿Su diagnóstico? Falta hablar menos de Estado versus mercado, y más de solidaridad. Por Antonieta
de la Fuente. / Fotos: Elisa Bertelsen
Jorge Matte Capdevila está de vuelta en la equitación. Después de haber dejado los caballos hace siete años para dedicarse por completo a la Papelera, hoy entrena duro para recuperar el rendimiento que tenía a los 23 años, cuando vivía en Argentina y su vida transcurría entre saltos y pesebreras.
El segundo de los hijos de Eliodoro Matte Larraín se levanta de madrugada y a las 7:30 ya está sobre su caballo en el Club de Polo San Cristóbal. Un par de horas después llega a la oficina, y cuando el reloj toca las siete de la tarde, parte raudo otra vez al Polo para seguir entrenando otro poco.
Y le ha dado resultados. Hace dos semanas participó en uno de los principales campeonatos internacionales de equitación en el Club Hípico de Argentina –en el cual le fue bien, dice– y pretende seguir compitiendo para cumplir su sueño de representar a Chile en las Olimpiadas de Brasil en 2016.
"Siempre quedé con una inquietud. Uno de los temas que me quedó pendiente fue ojalá, en algún minuto, representar a Chile en una Olimpiada. Y cuando fue la Olimpiada en Londres y vi amigos míos compitiendo, dije 'tengo que volver'", cuenta entusiasmado desde su oficina en un discreto edificio en la calle El Golf, donde opera Porto Seguro, el family office de los Matte Capdevila.
Pero no sólo saltos a caballo ha dado Jorge este último tiempo. A principios de mayo, con seis amigos y ex compañeros del Colegio Cumbres, decidió lanzarse de lleno a un proyecto que venía dándole vueltas hace meses y en el cual ha puesto toda su energía: la fundación Amulén.
En mapudungún significa avanzar. Y en eso quiere contribuir este joven de 31 años, presidente de la Forestal Mininco, consejero de la Sofofa y miembros de varios directorios de filiales de CMPC. Porque hay una idea que lo tiene convencido: que en el combate de la desigualdad, la solidaridad tiene un rol clave.
Su forma de aportar encontró espacio en Amulén, una iniciativa que busca desarrollar proyectos de infraestructura en comunas de escasos recursos. Los primeros pasos fueron en el Alto Bío Bío, una zona que Jorge conoce bien porque su familia tiene un fundo. Él contactó al alcalde y con la fundación echaron a andar un turbogenerador que estaba parado hace 20 años, y que hoy entrega calefacción a un internado en el que estudian 250 niños de comunidades mapuche de la zona.
Por estos días, cuenta, trabajan en un proyecto para llevar agua potable a otra comunidad indígena, lo que implicará un esfuerzo mayor en inversión e ingeniería, para lo cual ya están contratando estudios y conversando con autoridades para que el gobierno regional también se ponga con recursos.
El modelo de la fundación se basa en la responsabilidad social empresarial. La idea, explica, es ser una plataforma para que aquellas empresas de mediano tamaño que no tienen áreas de RSE creadas o que no tienen impactos en zonas productivas, puedan hacer sus aportes a través de Amulén. Corredoras de bolsa y estudios de abogados son algunos de sus potenciales aportantes.
-¿Qué te inspiró a crear esta fundación? ¿Te pasa que por ser un Matte sientes que tienes una responsabilidad mayor de retribuir al país?
-Más que porque yo sea Matte, el grupo de amigos que llevamos a cabo este proyecto, somos cristianos. Y en esa línea, sentimos que somos privilegiados y que tenemos mucho que aportar. Y, como segundo motivo, creemos que en la etapa de desarrollo que está Chile, en este minuto contingente político, el tema de la solidaridad es importantísimo. Es uno de los pilares que aporta a terminar con la desigualdad y llevar al país al desarrollo. Aquí la discusión es mercado o Estado y nadie habla de este mundo de la solidaridad, de la filantropía, que es un driver súper importante sobre todo para los países en vías de desarrollo. Aquí para nosotros hay un tema de retribuir lo que hemos recibido como cristianos, pero también por un tema país.
-¿Crees que la filantropía es un asunto desarrollado entre los empresarios de Chile?
- Chile ha avanzado mucho en temas de responsabilidad social y en temas solidarios. Muchas empresas tienen sus fundaciones, nosotros mismos tenemos la fundación CMPC, que es educacional. Pero se puede hacer más. La solidaridad ayuda a combatir la desigualdad, a crear más desarrollo en sectores que son súper vulnerables. Y ésa es una motivación súper fuerte.
-Pero también la responsabilidad social y la solidaridad por sí sola como driver de desarrollo puede ser vista como una mirada muy paternalista de la sociedad…
-La solidaridad ayuda a avanzar en conjunto. Con un modelo mixto. No es que el modelo se base en la solidaridad. Pero son temas importantes. En Estados Unidos, por ejemplo, guardando las proporciones, las mejores universidades y gran parte de las universidades son fundaciones sin fines de lucro. Y ésos sí son temas de filantropía. Son llevadas por grupos familiares o empresarios que aportan a la educación, a la investigación. Yo no digo que dejemos de discutir si el modelo de desarrollo está bien o está mal y nos dediquemos a la solidaridad no más. No, es algo que va de la mano.
De abusos y descontentos
-Hoy hay un descontento social importante. Para mucha gente hay dos Chile: uno próspero y otro que se queda atrás. ¿Qué te pasa con eso? ¿Lo ves en las comunidades con las que trabajas?
-Cuando uno va a los lugares más extremos, no ve una situación de descontento social ni mucho menos. En general uno ve gente que está contenta con lo que se ha avanzado, que quiere mejorar su calidad de vida, pero tampoco con una posición tan extrema. De verdad creo que el descontento social está más al medio que en los sectores más marginales.
Cuando uno va a los sectores vulnerables, no es una radiografía de lo que se ve en la televisión. Eso no es así, no te hablan en contra del sistema.
Para mí, el descontento social son minorías muy bien organizadas que han entrado a ciertos sectores y han creado cierta inestabilidad en el país.
-¿Y en Forestal Mininco tampoco te ha tocado encontrarte con posturas más extremas?
-No, nosotros tenemos una relación súper próspera con nuestros contratistas. Hemos tenido conflictos que no van más allá de lo normal, pero en general hemos tenido una muy buena relación, buenos canales de comunicación. El mundo forestal ha pasado por etapas, pero hoy estamos con mucha confianza en ambos lados, así que no me ha tocado ver eso. Pero creo que estos sectores no son la radiografía que uno ve en la televisión, sino más parecido a lo que uno ve en las encuestas, que es un Chile que no está tan mal. Cuando uno ve las encuestas, no ve un país donde esté todo mal y los índices de felicidad estén por el suelo.
-Pero así y todo la desigualdad es brutal, somos el país más desigual de la OECD…
-A pesar de que se ha avanzado mucho y que el sistema que Chile adoptó en términos de orden social y político ha tenido muchísimo éxito, porque es cosa de ver los números comparados con nuestros vecinos, se han cometido errores. Ahora viene la etapa y el minuto de superarlos. Lo que no quiere decir que haya que echar atrás todo lo que se ha hecho.
-¿Cuáles son esos errores, en tu visión?
-Se han cometido abusos y se han abiertos ciertas heridas que quizás son propias de cuando se está implementando un modelo como el que Chile decidió llevar adelante. Y ahora viene el minuto en que hay que reconocer, mejorar y salir adelante.
-¿Dónde están esas heridas principalmente?
-Me refiero a temas de protección al consumidor, asimetrías de información entre las empresas y los consumidores, libre competencia y, obviamente, delitos económicos que es un tema clave. Lo condeno totalmente y creo que uno de los problemas en Chile que no ha permitido que los incentivos estén alineados, es que las penas son muy bajas. Es lo que pasa en Estados Unidos. Te dan la libertad para hacer las cosas, es un país libre, pero si te equivocas, las pagas. Ahí los temas de libre competencia y de protección al consumidor son claves y si se traspasa la línea, hay que pagar.
-¿Te parece bien cómo ha actuado el Sernac?
-Creo que el Sernac es un súper buen caballo de batalla para el Gobierno. Era algo que había que tomar con la seriedad que requería y avanzar en estos temas, porque son los temas que permiten que el modelo se valide. Cuando tú proteges al consumidor, el modelo se valida. Ahora, hay que ser súper cuidadoso cuando uno está en esa línea y súper racional de qué temas atacar y qué temas no corresponde atacar porque no hay fundamentos. Y creo que en algún minuto –no quiero entrar en detalles–, se mal usó este tema políticamente.
Todo por el poder
-¿Cómo ves el clima político?
-Me preocupa el tema de los acuerdos. Aquí estamos en un país que está totalmente dedicado al debate político y no realmente a los temas que son importantes en Chile. Y con eso no está llegando a acuerdo en nada. No hay ninguna línea común entre los diferentes sectores y eso me preocupa.
-¿Por quién vas a votar?
-No sé.
-¿Pero te sientes más cercano a la derecha o a la Concertación?
-No, no tengo sector. A mí me gustan las personas y ciertos ideales de orden social, político y económico. Pero si un sector me traiciona ciertos principios, obviamente me alejo.
-¿Te preocupa lo que pueda ocurrir en un eventual gobierno de Bachelet?
-La centroderecha hoy día ocupó mucho espacio de la centroizquierda y creo que, naturalmente, la centroizquierda se está moviendo a la izquierda. Confío en que si la gente de centroizquierda, que puede ser Michelle Bachelet, hace una buena lectura de lo que es el país, no se va a polarizar tanto. Si en la campaña, y como gobierno toman una vía polarizada, van a cometer un gran error, porque el país es mucho más de centro. Confío y creo en la racionalidad de Bachelet y su equipo, y que obviamente no se va a llegar a una situación extrema. No tengo mayores temores.
-Como heredero de uno de los grupos económicos más grandes de Chile, ¿te preocupa este ambiente empresarial que se ha generado en el país?
-Chile está en un minuto en que tenemos que decidir muchas cosas. Y eso no me causa ningún pánico. Estoy seguro que éste es un país que reconoce el actuar de los empresarios. Sí, hay ciertas cosas que tenemos que mejorar y avanzar, y eso puede generar cierto grado de descontento, pero aquí no hay un descontento total. Veo un país que mira hacia el centro.
Me preocupa mucho más el tema político. La clase política, el tema de los acuerdos, el populismo, el hecho que lo único que importa es retener o retomar el poder, y si uno dice blanco, el otro necesariamente dice negro. Hay una carencia de personajes políticos con ciertos ideales, como sí lo hubo durante la transición. No hay voluntad de sentarse a la mesa y decir ´qué vamos a hacer en educación, qué vamos a hacer en energía. De esa actitud depende mi optimismo o pesimismo respecto del futuro del país.
¿El sucesor?
-Se dice mucho que tú eres el sucesor natural de tu padre. ¿Es así?
-No. Somos una familia en la que estamos súper bien repartidos cada uno en sus roles. De hecho, mi primo Bernardo Larraín está súper involucrado en todos los negocios y también lo está mi hermano. Todos hemos ido tomando ciertos roles dentro de la familia, con harta comunicación entre nosotros y no hay un heredero propiamente tal que vaya a tomar la cabeza del grupo familiar. No se ha dado así y todavía la segunda generación está súper vigente. De hecho, mi tío Bernardo, que es diez años menor que mi papá, es parte de una segunda generación y media, se podría llamar. Cada uno tiene su rol y ahí iremos decidiendo cómo nos vamos moviendo adentro.
-¿Trabajar en los directorios vinculados al área forestal es lo que más te acomodó dentro del grupo?
-Yo entré directo de la universidad a CMPC y me metí de lleno en la industria forestal. Me gusta porque es un negocio súper amplio, con muchísimas variables, y muy influyente en todos los temas país. No me quedé aquí porque lo recibí por herencia. Me gusta ir al sur, me gusta el tema de los bosques, de los mercados, la parte industrial que es súper potente y me gusta la parte social del área forestal, trabajamos mucho con las comunidades, con los vecinos, y es muy bonito lo que ahí se genera.
-¿Has sentido alguna vez el peso de tener que continuar con lo que ha hecho tu papá en las empresas?
-No, peso no. Obviamente uno tiene una responsabilidad hereditaria que debiera tomarla y realizarla de la mejor manera, pero yo me lo tomo más como un regalo que como un peso. Personalmente no siento una obligación, tengo experiencia en el negocio, ya llevo siete años en esto y me he formado en él, aun cuando no es un negocio simple.
No tengo la presión de ser el heredero de mi papá y tener que ser como él.
-Hace algún tiempo pusiste una tienda de ropa en el Drugstore, ¿te gustaría volver a incursionar en negocios propios?
-Nos fue re bien al principio y empezamos con la discusión de crecer o no crecer, si ir o no a los malls. Eso implicaba dedicarle mayor tiempo. Yo ya estaba bien metido en CMPC en la parte ejecutiva y ahí te dan durísimo, viajas mucho y las jornadas son de ocho a ocho todos los días. Entonces mi socio, que estaba más dedicado a este tema, quiso tomar un camino paralelo y dijimos hasta aquí llegamos. Cerramos la tienda porque la carga laboral era mucha y no lo estábamos haciendo bien, pero fue una buena experiencia y no perdimos plata.
Ahora, para mí la fundación es un proyecto clave. El trabajo en las empresas es lo que me quita más tiempo, pero sacar adelante esta fundación y dejarla funcionando con su administración propia es súper importante. Quiero poner todo mi esfuerzo en sacar este proyecto porque es muy atractivo en términos sociales. Por ahora estamos en la etapa en que todos tenemos que hacer de todo. Yo tengo la responsabilidad política y técnica: la relación con la municipalidad, con el alcalde y las comunidades, además de participar en los proyecto con los ingenieros, ver presupuestos, buscar alternativas, licitar, etc… Mucho de lo que aprendí en CMPC. La idea es cautivar a la gente para que crea en nosotros. •••
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El CEP y la salida de Fontaine
-Tu familia está muy vinculada al CEP ¿Cómo lees la salida de Arturo Fontaine?
-No me quiero meter en eso por respeto a mi papá.
-Pero la lectura que se ha dado es que se quiere transformar al CEP en un think tank de derecha y eso hasta ahora no ha sido desmentido…
-No estoy involucrado directamente en el CEP y lo único que sé es que fue un cambio después de 31 años. Los cambios generalmente son buenos, es sano tomarlos y eso no quiere decir que se vayan a cambiar los ideales del CEP, ni su libertad. No va por ahí, va por un tema de que después de 31 años se necesitan nuevos vientos, gente nueva y dar tiraje a la chimenea. Creo que no hay ningún fundamento ideológico de transformarse en un think tank de derecha.