Difícil año tuvo la industria del vino chileno este 2011 con un dólar que llegó a tocar los $455 a incios de septiembre. Antes que bajara de los $500 entrevistamos a René Araneda, nuevo presidente de Vinos de Chile/Wines of Chile. Pronto todo lo conversado había perdido fuerza. La entrevista nunca se publicó. Las prioridades cambiaron; el dólar era crítico y había que hacer algo. Avanzaron los meses, nada se pudo hacer; y pasamos por un año que no fue fácil para nadie. Lo bueno: el valor promedio del vino chileno por caja ha logrado subir, y finalmente estamos cerrando con un dólar por sobre los $520. Lo malo: nadie sabe cuánto durará. Hay más aire, y el consumidor en los mercados de exportación muestra que está dispuesto a pagar más, pero no hay que cantar victoria aún. La gran lección ya la habíamos aprendido del año pasado: El mercado nacional sí es importante y el consumidor chileno está pidiendo cambios, ¿o es que acaso a alguien le queda duda de ello?
El mejor ejemplo de que las cosas cambian, han sido los exitosos eventos gastronómicos que se llevaron a cabo este año en Santiago, y es que la gastronomía al fin está alcanzando al vino. Fueron entre otras Ñam, Echinuco, Mercado Paula en su cuarta edición y la Feria del Sanguche. Nadie pensó que hubiera público para todos. Pero todos cerraron con éxito, llenos de gente dispuestos disfrutar los espacios urbanos, y la comida en familia. ¿Que han hecho los eventos del vino que no son los I Wine You que organiza Vinos de Chile en todo el país? Todo lo contrario: buscar cada vez más exclusividad. La Feria del Lujo, el mejor evento enológico del año, así lo demuestra; mas, que serían de sus grandes o curiosos vinos, y su perfecta coordinación, sin la fabulosa gastronomía que despliega el hotel Hyatt en sus jardines.
La gran pregunta que nos queda como industria del vino es cómo volver a encantar a los chilenos. Las fiestas de la vendimia 2012 serán una buena oportunidad para rompernos la cabeza y pensar cómo logarlo. Buen vino hay. ¿Serán que faltan las ganas de ver a la gente gozar? ¿O ya estamos en otro nivel? ¿En el nivel de hablar de Chile Costa - Entre Cordilleras - Andes? ¿Cuál es el mensaje que los chilenos quieren escuchar? ¿Será que quieren burbujas?
Cosas nuevas que contar como precisamente vinos con burbujas, también hay (de burbujas con más detalle nos hablará mañana Carolina Freire), y eso le da dinamismo único y fundamental para el éxito internacional, a una industria que en los diez años que llevo trabajando en ella, no ha dejado de avanzar en calidad. Aunque ello haya significado en alguna que otra oportunidad, cierto, involucionar.
Hoy hablamos de cepas y también de origen: de nuevos viñedos en Huasco, Talinay y Zapallar; en Colchagua y Aconcagua costa. Zonas todas estas ideales para cepas que gustan de climas fríos, como sauvignon blanc, chardonnay y pinot noir. Hablamos que nuestros vinos de clima frío son tan buenos como los de los vecinos del Pacífico Norte. También hablamos de nuevas variedades tintas que aman climas cálidos, como garnacha y mourvedre en viñedos de Apalta o en Maipo. El próximo año hablaremos seguro de nuevas zonas, como Ranco, Osorno y, si todo sale bien, en unos años más, aunque suene fantasioso, hablaremos de vinos de San Pedro de Atacama y Chile Chico.
Pero hoy, ya hablamos de revivir las raíces más antiguas del vino chileno, con el despertar de la cepa país en manos de los enólogos franceses Louis Antoine Luyt, o Arnau Hereu enólogo de Odfjell, con sus sendos proyectos personales; o de viñas grandes como Via Wines y Miguel Torres con su fantástico espumante Estelado. También, hablamos de algo impensable dos años atrás, de rescatar las antiguas vasijas de greda y dejar de usar madera francesa.
Hoy hablamos de las primeras 14 viñas certificadas con el Código Nacional de Sustentabilidad; hablamos de carbono neutro, botellas más ligeras, y etiquetas reciclables. Hablamos del cuidado del medio ambiente, pero más importante aún, claro que sí, hablamos de responsabilidad social empresarial. Hablamos de comercio justo, Hablamos de la importancia de la innovación y de la investigación. Mejor no hablamos de cuánto dinero es necesario para hacerlo como los países desarrollados.
Hoy hablamos de nuevos sommelier, hablamos de Marcelo Pino, mejor sommelier de Chile 2011 y autor de la Guía de Aguas minerales; y de Claudia Olmedo, la sommelier que le dio el valor que nadie hasta ahora le había dado al pisco chileno. Y ya no hablamos de pisqueras haciendo vinos en el norte, sino de viñas haciendo piscos premium; y por supuesto, hablamos de los mejores chardonnay de Chile que vienen del norte.
Hoy hablamos también de VIGNO, nuestra primera denominación de origen privada, pero denominación de origen al fin y al cabo, con sus propias reglas del juego buscando rescatar no sólo una cepa, la carignan, sino a una forma de subsistencia.
Podríamos hablar es cierto de todo el escándalo en torno a Jay Miller y de Pancho Campo, pero preferimos no hacerlo, para eso están los demás. Eso sí, tampoco al menos por ahora, alimentaremos más novedades sobre ellos. Nos quedamos ´si a la epsera de saber como tratará el reemplazo de Miller, el inglés Neal Martin, a los vinos chilenos.
Hoy si hablamos de pequeños productores de vino, como Casa Marín, Antiyal, Ribera del Lago, Montsecano, Gillmore, con proyectos a pequeña escala, manejados de pies a cabeza por sus dueños; tenemos, podemos decir, buenos e importantes viñadores. Necesitamos más, sin duda. Y también, más empresarios innovadores con las manos y el corazón en sus viñedos. Pero todo lleva su tiempo, lleva nuevas generaciones, y de eso nos olvidamos. Nos olvidamos del tiempo, de la paciencia. Y de que hace tan solo dos años no existía MOVI.
Nos olvidamos que toda industria necesita de las inversiones millonarias de los grandes y de todo su empuje; junto, muy junto de la originalidad y liviandad de los chicos, y también de la mano de flexibilidad de los medianos. Por eso hablamos este año con gusto del renacer de viñas que creíamos fuera del circuito, como Laura Hartwig, Casas del Toqui, Siegel y La Ronciere. En hora buena. Este año esperamos más.
Como todo fin de año una vez más sueño, hoy sueño en qué sería de la industria del vino chileno si aplicáramos los cuatro principios de la sabiduría tolteca: los Cuatro Acuerdos. Si todos -incluyendo a ProChile- fueran impecables en el mensaje que quieren mandar, tanto sobre sus vinos y sobre Chile; si todos hicieran todo, desde el viñedo hasta el empaque, lo mejor que les es posible; si se hicieran menos suposiciones y se actuara más, y por último, pero no menos importante, si las críticas no fueran tomadas como afrentas personales.