jueves, octubre 30, 2008

¿Los ejecutivos con exceso de autoconfianza son más proclives a cometer fraude?


Article Image¿Los ejecutivos con exceso de autoconfianza son más proclives a cometer fraude?

Nadie llega a la cima de la jerarquía administrativa de una empresa si no cuenta con un alto grado de autoconfianza. Todo líder fuerte y decidido es un individuo con confianza en sí mismo, pero ¿el exceso de confianza hace que los gerentes sobrepasen los límites de lo aceptable y cometan fraudes?

 

Una nueva investigación de Wharton basada en datos obtenidos de la literatura psicológica y en informaciones extraídas de los archivos de fiscalización de actividades fraudulentas de la SEC (Comisión de Valores de EEUU) analiza las razones por las que los altos ejecutivos acaban envueltos en fraudes convencidos de que su empresa, en el futuro, será capaz de responder al desempeño esperado.

 

Catherine M. Schrand, profesora de Contabilidad de Wharton, y Sarah L. C. Zechman, estudiante de doctorado de la misma institución, desarrollan actualmente un estudio titulado "Ejecutivos extremadamente confiados y la pendiente resbaladiza del fraude", en el que analizan patrones de fraudes y buscan determinar si algunos ocurren, no por el puro interés personal, sino por el exceso de optimismo de ejecutivos que se creen capaces de cambiar el rumbo a sus empresas antes de ser atrapados por la seducción del fraude.

 

"El objetivo principal del estudio consiste en saber si es posible explicar el comportamiento fraudulento utilizando lo que sabemos de las personas en el momento en que toman decisiones. Hay comportamientos de naturaleza fraudulenta que son consecuencia de decisiones tomadas por gerentes que acaban necesariamente cediendo al fraude", dice Schrand. "Al principio, no imaginaban que fueran a recurrir al fraude, no pretendían perjudicar a nadie, pero acabaron en una situación tal que no encuentran otra alternativa que actuar de forma deshonesta".

 

Schrand describe la trayectoria que lleva al fraude. El ejecutivo cree que su empresa está tan sólo pasando por un mal trimestre o una fase de mala suerte. También cree que todos los involucrados — gerentes, empleados, clientes, acreedores y accionistas — deben maquillar el problema a corto plazo, de modo que esas personas no interpreten de manera equivocada el débil desempeño actual de la compañía como si fuera el preludio de lo que está por llegar. Además de eso, él está convencido de que, más adelante, la empresa será capaz de compensar el periodo actual de malos resultados. Ese tipo de raciocinio es más común en el ejecutivo optimista o con exceso de confianza en sí mismo.

 

"Este tipo de persona acaba flexibilizando un poco las normas o involucrándose en lo que se podría llamar el área gris de la gestión de beneficios. Digamos, sin embargo, que él está equivocado y las cosas no salen tal y como esperaba", prosigue Schrand. "El ejecutivo se siente entonces obligado a compensar las pérdidas del periodo anterior. Eso exige que él persista en su comportamiento fraudulento, profundizándolo aún más en el trimestre en curso".

 

De acuerdo con el estudio, la manipulación de los beneficios en un único periodo puede pasar desapercibido si el desempeño de la empresa mejora. De lo contrario, según el estudio, los gerentes continuarán manipulando los datos de una manera cada vez mayor. "Por último, la única opción que les queda es 'maquillar los libros' adulterando documentos y recurriendo a registros falsos que son perseguidos por la SEC", dicen las autoras. Un gerente extremadamente confiado y con una visión irrealista sobre el desempeño futuro de la compañía tiene más probabilidad de involucrarse en fraudes "porque tiene menos posibilidad de anticipar correctamente la necesidad de una mayor dosis de manipulación fraudulenta de los beneficios en periodos siguientes".

 

Los fraudes están haciéndose cada vez más comunes y, también, públicos. Dos de los mayores fraudes corporativos de la historia de EEUU, el de Enron y WorldCom, ocurrieron en la década actual, suscitando una atención cada vez mayor por parte de la prensa y de los órganos reguladores del gobierno. Suponiendo que ese fenómeno se explique por el exceso de confianza, de eso se deduce entonces que ¿los cargos ejecutivos son ocupados por personas cuyas decisiones se basan sistemáticamente en opiniones tendenciosas? "Muchos ejecutivos exhiben un exceso de confianza y cultivan expectativas más elevadas de lo que puede parecer", dice Schrand. "El exceso de confianza es una característica propia del ser humano y ocurre de forma más explícita en determinados tipos de personas, siendo bastante común entre los ejecutivos". Schrand señala que investigaciones hechas en el área de la psicología, además de estudios realizados entre emprendedores y gestores, muestran que las personas que son ascendidas a los escalafones superiores de las empresas son, por norma, las que demuestran poseer un nivel de confianza suficiente para correr riesgos. Además de eso, los ejecutivos que ocupan los cargos más elevados deben su posición actual a éxitos anteriores, lo que puede llevarlos a confiar exageradamente en sí mismos.

 

La escalada de la farsa

Para evaluar si los ejecutivos excesivamente confiados presentan una tendencia mayor a involucrarse en fraudes, las investigadoras examinaron los datos contables y las sanciones aplicadas por la SEC en las décadas de 1990 y 2000 con el propósito de descubrir patrones en el comportamiento de empresas envueltas en fraudes.

 

A Waste Management, que en 1998 corrigió los beneficios logrados entre 1992 y 1997 en 1.700 millones de dólares —en la época, la mayor revisión de beneficios de la historia corporativa americana— es citada en el estudio como ejemplo. La SEC acusó a la empresa de práctica sistemática de fraude por parte de sus ejecutivos, que establecían metas de beneficios trimestrales y, a continuación, manipulaban los datos contables cada trimestre. Un nuevo consejero delegado ordenó entonces que se hiciera una auditoria de las prácticas contables de la compañía y descubrió la trama. "Las ingresos y los beneficios de la empresa no crecían a un ritmo lo bastante rápido como para alcanzar las metas propuestas, lo que llevaba a los acusados a recurrir a la eliminación indebida de gastos y a su postergación para el próximo periodo, inflando los beneficios", según datos de la SEC. Los montantes eran pequeños inicialmente, y pasaron desapercibidos, pero fue preciso aumentarlos para seguir con la farsa.

 

Schrand cita también el caso de la empresa de ordenadores Gateway como otro ejemplo de cómo el comportamiento fraudulento puede ganar tamaño con el tiempo. En el segundo trimestre de 2000, los gerentes de la empresa lanzaron un osado programa de financiación para clientes que demandaban la obtención de crédito por el sistema de financiación de la empresa, pero que habían sido rechazados. Los registros de la SEC informan que hasta el 8 de junio de 2000, Gateway había concedido 10 millones de dólares en préstamos de ese tipo (bautizados por la empresa de préstamos "externos"). Dos días después, la gerencia consideraba la posibilidad de una meta corregida de 20 millones de dólares en préstamos de alto riesgo. Cuando los gerentes preguntaron a un jefe de división si él conseguiría alcanzar su meta de 975 millones en ingresos sin echar mano de los ingresos adicionales procedentes del programa de financiación, él respondió que estaba contando con 30 millones del programa para alcanzar su meta.

 

"La situación de Gateway es bastante parecida a la crisis actual de hipotecas subprime", observa Schrand. A semejanza de lo que ocurrió con los acreedores de préstamos subprime, la actividad básica de préstamos de Gateway — el programa de préstamos externos — no era ilegal. El problema en ambos casos, sin embargo, fue que el riesgo de la cartera de préstamos no estaba debidamente garantizada por medio de reservas, tampoco estaban divulgados de manera adecuada, y es posible incluso que no fueran conocidos por los gerentes — sobre todo gerentes excesivamente confiados. El resultado en ambos casos fueron pérdidas inesperadas en el momento en que los prestatarios dejaron de pagar lo que debían.

 

La decisión de no revelar el cambio de las políticas de crédito de Gateway no fue, según lo que todo indica, un equívoco palpable inicialmente, cuando el programa todavía era modesto, sin embargo dejar de hacerlo después de que el programa adquiriera tamaño se convirtió en un acto fraudulento de acuerdo con las normas de la SEC. Las autoras señalan que una explicación posible para el caso de Gateway sería el exceso de optimismo de los gerentes respecto a las perspectivas de la empresa. Ellos no previeron, cuando introdujeron el programa, que tendrían que ampliarlo exageradamente para satisfacer metas futuras. Si lo hubieran previsto, tal vez jamás lo habrían puesto en práctica.

 

Las autoras exploran la relación entre la confianza de los ejecutivos y las variables de fraude en la industria, en la empresa y en las variables individuales. Se constató que el fraude suele ocurrir con más frecuencia en industrias complejas y en rápido crecimiento, como las compañías de tecnología. Schrand observa que la variable más importante para relacionar los fraudes con industrias específicas es la alta volatilidad del retorno proporcionado por las acciones.

 

"La muestra reveló la existencia de clusters en industrias de riesgo marcadas por el dinamismo y con altas tasas de crecimiento sujetas también a riesgos idiosincrásicos significativos", informa el estudio. "La literatura de gestión muestra que tales industrias tienen gran llamamiento sobre ejecutivos extremadamente confiados". Schrand, sin embargo, reconoce que esas industrias pueden también comportar un número mayor de fraudes, ya que los incentivos para la consumación del acto fraudulento son mayores, o tal vez porque sea más fácil cometerlo.

 

Como prueba adicional, las investigadoras analizaron las características de la empresa y de los individuos para medir el efecto del exceso de confianza en el acto fraudulento. Para evaluar las tendencias, el estudio comparó empresas que habían sido identificadas por la SEC como culpables de comportamiento fraudulento comparándolas con muestras de empresas de tamaño semejante y del mismo segmento industrial, pero que no habían sido castigados por la SEC.

 

Lo premeditado frente a lo accidental

Al analizar los datos de la SEC, las investigadoras identificaron dos tipos de fraude. Uno de ellos es objetivo, premeditado u "oportunista". El otro es ingenuo, casi accidental y se enmarca en la idea de las autoras de que los ejecutivos que se encuentran en una situación difícil se sienten más inclinados a recurrir al fraude para cubrir la manipulación de beneficios de menor montante en periodos anteriores.

 

Schrand reconoce que muchos ejecutivos en la misma posición no se involucran en ese tipo de problemas. "Es verdad que algunos prefieren no tomar ese rumbo", explica. Esos gerentes toman una decisión racional y saben perfectamente que si maquillan los beneficios de la empresa estarán incurriendo en fraude, lo que puede tener como resultado sanciones. Schrand dice que puede haber habido fraude en alguna de las empresas cotejadas, pero jamás llegó al nivel de que pudiera ser detectado por la SEC, tal vez porque el exceso de confianza de los gerentes haya tenido un desenlace positivo y un problema temporal cualquiera se resolvió.

 

Para entender mejor a esas empresas, Schrand está analizando actualmente la corrección de los beneficios declarados. Esas empresas, al igual que las compañías que practicaron fraudes, manipularon con éxito los beneficios obtenidos durante algún tiempo, pero no continuaron con el patrón. En el momento en que el ejecutivo se vio en una situación en que debería comportarse de forma deshonesta para cubrir las áreas "grises" de la manipulación de beneficios anteriores, o la manipulación de pequeños montantes, decidió no seguir por ese camino. En vez de eso, reconoció que estuvo manipulado ganancias pasadas y, a continuación, corrigió los valores. Su comportamiento nunca ganó el tamaño suficiente para ser fraudulento. "Aquí es donde tenemos que analizar más profundamente los datos de los que disponemos. Puede ser que algunos ejecutivos hayan preferido confesar la manipulación de cuantías menores a cometer un fraude, y que la SEC haya decidido no penalizar las empresas que admitieron haber cometido fraudes menores, evitando, así, el castigo".

 

En lo que se refiere a la empresa, dice ella, la investigación se centra en la evaluación de otras decisiones tomadas por empresas que han cometido fraudes — analizando, inclusive, su política de dividendos, estructura de capital y estrategia fiscal — y que también se están relacionadas con el exceso de confianza del ejecutivo. Si la confianza en exceso explica la existencia de fraude, de eso se deduce que las empresas en que hubo fraudes deben haber tomado otras decisiones en sintonía con esa confianza excesiva. Schrand cita como ejemplo el hecho de que esas empresas tienden también a pagar dividendos menores, o ningún dividendo, cuando se comparan con empresas similares. "Ese descubrimiento es consistente con las pruebas obtenidas acerca de ejecutivos con exceso de confianza y la política de dividendos de la empresa. La idea es que los ejecutivos que tiene demasiada confianza creen se puede hacer algo mejor con el dinero que pagar dividendos", dice Schrand.

 

Cuando se evalúan las características individuales de ejecutivos más inclinados a cometer fraudes, el análisis no es muy convincente desde el punto de vista estadístico, advierte Schrand. La literatura psicológica apunta a las características individuales relacionadas al exceso de confianza —como, por ejemplo, la dedicación a un determinado proyecto—, así como las características del individuo que toma decisiones con base a su experiencia de éxitos pasados, su grado de educación, desempeño en el servicio militar teniendo en cuenta también incluso características elementales, como el sexo de la persona. (Todos los ejecutivos de la muestra, con excepción de uno sólo, pertenecían al sexo masculino). Las autoras señalan que los estudios psicológicos muestran que los hombres tienen un nivel de confianza más elevado que las mujeres, sin embargo no se sabe si eso se debe a motivos biológicos o a la experiencia de esos profesionales. Es difícil medir los atributos de cada ejecutivo. Tal y como advierte el estudio, los resultados son sólo descriptivos.

 

Las autoras analizaron también el papel del buen gobierno corporativo como instrumento para alterar la relación entre exceso de confianza y fraude. No se constataron diferencias significativas entre empresas fraudulentas y la muestra en lo que concierne a las características de buen gobierno normalmente estudiadas como, por ejemplo, propiedad en bloque, tamaño y composición del consejo. El estudio señala que los resultados obtenidos muestran que los ejecutivos de empresas fraudulentas demuestran un exceso de confianza superior al de los ejecutivos de empresas donde no hubo fraude, y que no había medidas de buen gobierno corporativo instituidas en aquellas empresas para combatir la tendencia al fraude. Schrand añade que ese resultado concuerda con la conclusión de que los ejecutivos de empresas fraudulentas son diferentes. El resultado obtenido contraría la idea de que todos los ejecutivos tienen exceso de confianza y que las empresas no-fraudulentas simplemente trabajaban con mejores controles para imponerles frenos.

 

Sólo porque el exceso de confianza puede llevar a tomar malas decisiones en circunstancias específicas, no se debe, a causa de eso, tomarla como elemento único, tampoco principal a la hora de evaluar un ejecutivo, dice Schrand, añadiendo que un número cada vez mayor de estudios indica que líderes con confianza y optimistas pueden tomar decisiones consideradas malas en ciertas circunstancias; sin embargo, por encima de todo, todos disponen de cualidades que cualquier empresa necesita para tener éxito. "Como la empresa tiene que contratar a una persona, con todas sus virtudes y defectos, es muy posible que desee a alguien que presente tales tendencias. Sin embargo, es preciso reconocer que el exceso de confianza, cuyos aspectos positivos son innegables, presenta también puntos negativos".



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Rodrigo González Fernández
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ENERGIAS RENOVABLES: vientos europeos en las granjas eólicas estadounidenses


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ENERGIAS RENOVABLES :
Soplan vientos europeos en las granjas eólicas estadounidenses

Las empresas europeas de energía eólica están atentas a las oportunidades que ofrece el creciente interés de EEUU por la energía alternativa. La penetración de la tecnología de generación de electricidad por medio de turbinas eólicas en EEUU se debe, en gran medida, al empeño de compañías europeas.

 

Algunos ejemplos:

 

• En 2007, la alemana E.ON AG compró los activos americanos de la irlandesa Airtricity Holdings por 1.400 millones de dólares.

 

• La compañía danesa Vestas Wind Systems A/S anunció en agosto que construirá una fábrica de láminas y de turbinas en Colorado, cuya producción se sumará a la de una fábrica ya en funcionamiento en la región que generará 1.350 empleos.

 

• El mes pasado, los órganos reguladores de Nueva York aprobaron finalmente la adquisición de Energy East por la compañía de energía española Iberdrola SA. La adquisición, por 4.500 millones de dólares, elevará el volumen de activos de Iberdrola en EEUU en cerca de 20.000 millones de dólares.

 

Otras compañías europeas con operaciones en EEUU son Acciona SA y Gamesa SA, de España; Fuhrlander AG, Nordek AG y Siemens AG, de Alemania; además de muchas otras. Los europeos han llevado su experiencia a un país que carece de una política pública consistente capaz de estimular la inversión doméstica.

 

A pesar de toda esa actividad, los defensores de la energía eólica dicen que están preocupados por el hecho de que el crecimiento de la industria en EEUU dependa del próximo Congreso americano y del próximo gobierno. A principios de octubre, el Congreso reavivó la esperanza de los partidarios de la energía eólica al dotar al sector de un presupuesto dentro del plan de rescate de 700.000 millones de dólares al sector financiero del país. Aunque los sectores favorables a la energía eólica hayan aplaudido la medida, la decisión del Congreso sigue un patrón de respaldo de corto plazo que, según los críticos, inhibe el crecimiento de la energía eólica en EEUU.

 

El Crédito Fiscal a la Producción (PTC, según las siglas en inglés) hace el coste de la electricidad producida por las instalaciones eólicas más competitivo en relación a los tipos más antiguos de generación de energía, más incluso que el del carbón. El crédito expira a finales del año. Éste proporciona a los productores de electricidad generada por el viento un crédito fiscal federal de dos céntimos por cada kilovatio-hora de electricidad producida. El PTC tiene como objetivo a los productores de energía para uso público, y no a los sistemas domésticos, que reciben un paquete diferente de incentivos fiscales.

 

Pero incluso con amnistías fiscales de ese tipo, para el inversor la energía eólica es algo arriesgado. "Las energías renovables necesitarán un público que las adopte de inmediato — ya sean individuos, compañías públicas, Estados o países — para pagar precios mayores por esas fuentes de energía en un primer momento", observa Michael Tomczyk, director-gerente del Centro Mack de Innovación Tecnológica de Wharton. "Posteriormente, en la medida en que el proceso sea más barato, el compromiso estará justificado, sobre todo si tomamos en cuenta los beneficios tangibles de la independencia energética y el impacto sobre la contaminación y el calentamiento global", dice Tomczyk.

 

Las turbinas de viento de tecnología más avanzada producen electricidad a un coste de cerca de cinco céntimos por kilovatio-hora, o el equivalente a una fábrica tradicional de energía de carbón. Pero la construcción de fábricas de energía eólica requiere inversiones de millones de dólares, sin embargo los acreedores se han mostrado reacios, en el pasado, a financiar tales proyectos ya que existía la posibilidad de que pusieran en riesgo el PTC. De acuerdo con la American Wind Energy Association (AWEA), el desarrollo de nuevas instalaciones de fábricas eólicas ha caído drásticamente con el paso de los años, desde que el Congreso permitió que el crédito fiscal desapareciera. "Yo diría que nuestra política federal es un ejemplo clásico de cómo no desarrollar una industria manufacturera", señala Randall Swisher, director-ejecutivo de la AWEA en Washington, capital federal. "Se transmite el mensaje de que es arriesgado invertir en ese sector".

 

El modelo de dependencia de la energía eólica del crédito fiscal es evidente: en 1999, con el PTC en vigor, se añadieron 575 megavatios de energía eólica a la red eléctrica nacional. Cuando acabó el crédito en 2000, los proyectos de energía eólica sumaron sólo 43 megavatios. Los créditos se repusieron en 2001, año en que la capacidad eólica alcanzó 1.696 megavatios, seguidos de 410 megavatios de energía eólica adicional en 2002, cuando los créditos expiraron. En 2005, los créditos fueron restablecidos, lo que llevó al aumento de 2.431 megavatios de energía eólica aquel año, 2.454 en 2006 y 5.244 el año pasado.

 

"Actualmente, la energía eólica ha vuelto a ser viable gracias a los subsidios concedidos al sector", observa Matthew White, profesor de Negocios y de Políticas públicas de Washington. No ha habido un súbito salto tecnológico, "el viento no es tan competitivo como el carbón", salvo, está claro, en contextos de concesión de incentivos como el PTC. Por lo tanto, viendo el historial de inconsistencia del PTC, ¿por qué hay tantas empresas europeas invadiendo el mercado de energía eólica de EEUU? Y es más: ¿por qué las "granjas eólicas'" constituyen un escenario mucho más común del paisaje europeo que del paisaje americano?

 

"En Europa, hay una tendencia más fuerte de protección del medio ambiente", dijo White. "Los europeos siempre se han mostrado más dispuestos a pagar el precio del corto plazo. Ese precio puede añadir costes inmediatos más elevados como consecuencia de una regulación más agresiva. Puede además incluir costes subjetivos — tales como las preocupaciones estéticas relativas a la localización de las turbinas".

 

La cuestión de cómo llevar la electricidad generada por el viento al cliente es igualmente espinosa, retardando aún más su adopción en EEUU. "Desafortunadamente, muchos lugares 'de viento' en EEUU están situados en áreas remotas distantes de los centros urbanos donde la electricidad es necesaria", dice Tomczyk. "¿Será posible que transmitamos de forma eficiente la electricidad de una 'granja eólica' en Dakota del Sur a Chicago? Otra variación del mismo tema pide respeto a la instalación de turbinas de viento en edificios. Chicago es la ciudad 'de los vientos': ¿qué ocurriría si todo edificio de oficinas de la ciudad tuviera varias turbinas en el tejado?".

 

¿Oportunidad perdida?

Ron Pernick, analista de la empresa de investigación Clean Edge, dice que se ha perdido una oportunidad. "Nosotros podíamos habernos apropiado de esa industria", dice él, añadiendo que el presidente George W. Bush solía defender vehementemente la energía eólica cuando era gobernador de Tejas. Hoy, Tejas es líder en "granjas eólicas", con cerca de 4.500 megavatios de capacidad. Pero en los últimos ocho años, la Casa Blanca ha demostrado menos interés en costear esa tecnología a escala nacional. "Me sorprendió un poco el gobierno de Bush", dice Pernick. "Europa a lo largo de la última década, aproximadamente, tuvo un respaldo mucho mayor para el desarrollo de proyectos de energía renovable, principalmente eólica". Por lo tanto, añade Pernick, no es sorprendente que las compañías europeas hayan entrado con fuerza en el mercado americano.

 

Pero algunas empresas americanas se han beneficiado del creciente interés interno por la energía eólica. En Michigan, donde la industria manufacturera ha sido fuertemente golpeada por el cambio que ha tenido lugar en la economía, la empresa de máquinas de precisión K&M Machine Fabricating apenas puede cubrir los pedidos de enormes piezas de turbinas de viento, según explica el Director Financiero Gary Galeziewski. La principal línea de negocios de la empresa es el transporte pesado — es decir, la fabricación de piezas grandes para vehículos usados en la minería, construcción y motores de locomotora. La empresa entró en el segmento eólico hace diez años en una especie de incursión marginal en el sector, con baja producción, y fue testigo de su crecimiento. Hoy, "apostamos fuerte en ese segmento", observa Galeziewski.

 

Aunque el interés de los inversores "se caracterice por la irregularidad" en toda la industria, Galeziewski señala que su empresa compró recientemente parte de un equipamiento para siderurgia por valor de 20 millones de dólares que le permitirá atender más pedidos de placas de base y de carcasas para turbinas. Uno de sus mayores problemas consiste simplemente en conseguir empleados suficientemente capacitados para gestionar la maquinaria y garantizar que los productos se ajusten a los parámetros de precisión. "Necesitamos a 120 personas. Ofrecemos buenos empleos y salarios elevados", dice, "pero no es fácil encontrar esos profesionales".

 

GE Wind, una división del floreciente conglomerado de General Electric, se ha establecido como un sector de gran peso dentro de la industria americana. "GE siempre escoge muy bien los activos de empresas con deudas problemáticas", observa Pernick, analista de Clean Edge. Los activos eólicos de GE pertenecían a Enron, y fueron comprados a precios más bajos por GE después del colapso de la empresa de energía. Actualmente, tomando como base la venta unitaria, GE es el fabricante más prolífico de turbinas de viento para el mercado americano, según la AWEA. De las 3.200 turbinas instaladas en EEUU en 2007, 1.560 fueron fabricadas por GE, informa la asociación. Sin embargo, las cuatro empresas que hoy siguen los pasos de GE son europeas o asiáticas: Vestas, con 537; Siemens, con 375; Mitsubishi, con 356; y Gamesa, con 287 turbinas. Estados Unidos tiene cerca de 17.000 MW de capacidad eólica instalada, es decir, lo suficiente para generar electricidad para cerca de 4,5 millones de hogares americanos.

 

Karl T. Ulrich, profesor de Gestión de las Operaciones y la Información de Wharton, dice que no es extraño que los fabricantes no americanos de turbinas se hayan hecho tan fuertes en EEUU tan deprisa — es propio de la naturaleza del negocio. "En la industria de la energía eólica, la mayor parte de las transacciones se restringe a un número relativamente pequeño de compañías bien conocidas", dice. Entre esas empresas hay compañías públicas de electricidad, fabricantes de turbinas, desarrolladores y operadores de webs y, a veces, gobiernos municipales y provinciales. "Como el número de partes involucradas es muy pequeño y bien conocida, no es muy difícil para una empresa de fuera contactar con las corporaciones más importantes de ese segmento. En otras palabras, no se trata de empresas cuyas actividades se asemejan a las de un restaurante, cuya localización es importante para atraer un gran número de clientes del comercio. Si usted estuviera vendiendo un avión de 100 millones de dólares, turbinas de viento, navíos u otra cosa semejante, no le importaría cruzar el océano para visitar a un posible comprador".

 

En un informe publicado en septiembre junto con El Instituto de Investigaciones de Economía Política de la Universidad de Massachussets, el Centro para el Progreso Americano se centró en lo que describió como política federal errática. "Lapsos en la elaboración de créditos fiscales federales para el sector de producción, prórrogas ocasionales de uno o dos años y la incertidumbre en relación al futuro de esos créditos culminaron con un ciclo de prosperidad y de atrasos en el desarrollo de la energía eólica", dice el informe. El centro propuso que "los créditos fiscales de producción para todos los tipos de energía renovable se extendieran lo suficiente para que las empresas pudieran tomar decisiones de inversión estables".

 

El rescate financiero también ayudó al sector eólico

Tal y como quedó demostrado, la Ley de Mejoría y de Extensión de la Energía de 2008 estaba repleta de buenas noticias para las empresas de energía renovable. Como cualquier propuesta legislativa complicada, el proyecto de ley de energía consiguió los votos que necesitaba al subirse al carro de la Ley de Estabilización Económica de Emergencia —el rescate del sector financiero de 700.000 millones de dólares. Además de ampliar el Crédito Fiscal a la Producción por más de un año, el proyecto de ley de energía autorizó a destinar 800 millones de dólares en bonos renovables "limpios" a cambio de los ingresos fiscales perdidos con la promoción de proyectos de energía solar, geotérmica, de biomasa y otros proyectos de energía renovable.

 

Sin embargo, Ulrich prevé que la crisis financiera mine la disposición de los líderes políticos de perseguir estrategias más agresivas para promover el uso de la energía eólica y de otras fuentes renovables.

 

"El mecanismo más eficiente para incentivar el desarrollo de tecnologías de energía alternativa sería el cobro de impuestos sobre el carbono o la incidencia de otros impuestos 'verdes'", dice Ulrich. "No creo que ningún economista esté en desacuerdo con eso. Se trata de un problema político, y no económico. En segundo lugar estaría un mecanismo de limitación de emisiones y de libre intercambio de derechos de emisión [cap-and-trade] de dióxido de carbono. Antes de que surgiera la crisis, yo esperaba que uno de esos dos mecanismos fuera puesto en marcha por el gobierno de EEUU. Ahora creo poco probable que uno u otro se haga realidad en los próximos cuatro años".

 

Muchos Estados, sin embargo, no recurren a los créditos fiscales como forma de atraer y beneficiar la producción de energía alternativa. En vez de eso, recurren a la presión: los Patrones de Portafolios Renovables establecen porcentajes mínimos para el montante de electricidad producida en el Estado procedente del viento, del sol o de fuentes de generación hidroeléctricas. Pensilvania, por ejemplo, determinó que hasta 2020, un 18% de la energía consumida en el Estado proviniera de fuentes renovables, inclusive del viento. Eso hace que las compañías eléctricas estatales accedan a esas fuentes renovables.

 

Peck, de Gamesa, dice que ese sistema ha funcionado bien para la empresa española, cuya sede norteamericana, así como la fábrica, están situadas en un local donde hace tiempo funcionaba una fábrica de acero nacional próxima a Pensilvania. Las compañías generadoras de electricidad de Pensilvania, entre ellas la unidad Pexelon de Peco Energy, se comprometen a comprar 1.000 megavatios de energía eólica generada por los proyectos de Gamesa hasta el final de 2010.

 

Aunque los europeos vayan un paso por delante en la curva de producción de energía eléctrica, diversas organizaciones señalan el nacimiento de una economía americana basada en tecnologías y prácticas sostenibles. El informe del Centro para el Desarrollo Americano solicitó también un paquete de estímulo federal de 100.000 millones de dólares durante dos años con el objetivo de estimular seis áreas de infraestructura "verde", siendo una de ellas la energía eólica. Los autores del informe dicen que el programa podría ser totalmente financiado por medio de subastas de carbono por el sistema de cap-and-trade, en que las empresas pagarían por el derecho de contaminar según un patrón preestablecido. El informe señalaba también que el programa crearía dos millones de empleos, ya que sería preciso adaptar los edificios para el ahorro de energía, difundir el transporte de masa, construir y conservar los sistemas de transmisión eléctrica de "red inteligente", así como desarrollar la energía eólica y solar, además de los biocombustibles renovables para disminuir la demanda de petróleo extranjero.

 

T. Boone Pickens, magnate del petróleo y financiero, ha usado su influencia en los bastidores de la energía eólica por medio de lo que llamó de Plan Pickens. Él ha visitado el Medio Oeste con el objetivo de promover la energía eólica como parte de una solución que liberaría al país de la dependencia del petróleo extranjero. Si la energía eólica "progresa", Pickens se beneficiará. Él está invirtiendo 10.000 millones de dólares en la construcción en el Oeste de Tejas de lo que será la mayor "granja eólica" del mundo.

 

Galeziewski, de K&M, cree que las oportunidades están totalmente abiertas para las empresas o los individuos que buscan una oportunidad en el mundo de la energía eólica. "A fin de cuentas", dice él, "todo eso es muy divertido [...] La energía eólica me recuerda mucho al viejo Oeste".


Publicado el: 29/10/2008
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Rodrigo González Fernández
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RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL : Nancy Mahon y el fondo MAC

RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

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Nancy Mahon y el fondo MAC, unidos en la lucha contra el SIDA

Nancy Mahon no se considera una mujer glamurosa, sin embargo cree en el poder de un buen lápiz de labios, en concreto del Viva Glam 5 y 6. Mahon es vicepresidenta senior de MAC Cosmetics y directora ejecutiva del fondo MAC para luchar contra el SIDA, que el pasado año donó unos 20 millones de dólares a programas en 57 países diferentes, incluyendo Suráfrica, el Caribe y Estados Unidos. Este programa sin ánimo de lucro convierte a MAC en el tercer donante corporativo para luchar contra el SIDA, y está financiado completamente por las ventas de productos labiales Viva Glam de MAC. A diferencia de otros modelos filantrópicos empresariales, el 100% del precio de venta sugerido -14 dólares- de cada barra de labios se destina al fondo contra el SIDA; es más, incluso se espera que los comercios minoristas renuncien a su margen comercial, señalaba Mahon durante una clase magistral sobre liderazgo impartida recientemente en Wharton.

Es importante que una empresa no sólo sea buena en los negocios, sino que trate bien a sus empleados, desempeñe sus negocios de forma responsable y se comporte como un buen ciudadano global, explicaba Mahon a los alumnos allí presentes. Uno de sus asociados le dijo en una ocasión: "Una cosa es vender barras de labios y otra es vender barras de labios y marcar la diferencia".

A medida que los consumidores son más conscientes de temas como el calentamiento global y las prácticas sostenibles, cada vez son más las corporaciones que desarrollan programas de responsabilidad social, explicaba. Mahon animaba a los estudiantes a aprovechar las ventajas de la Iniciativa de Responsabilidad Social Corporativa de Wharton, así como a preguntar sobre dichos programas durante las entrevistas de trabajo. "Si los empleados los reclaman, a las empresas no les quedarán más remedio que implementarlos", decía.

El poder de la fama

Cuando una empresa decide crear un programa de responsabilidad social corporativa (RSC) debería ser por una causa que encaje con la marca de la empresa, sostenía Mahon. MAC, cuyo origen hay que buscarlo en el maquillaje para películas de cine (de hecho MAC es el acrónimo de make-up arts cosmetics), nacía en 1994 cuando sus dos creadores se sentaron con sus ocho empleados y les preguntaron por ideas para buscar financiación. "Nuestro primer portavoz Viva Glam fue RuPaul, un hombre que además de gay era negro", relataba. Hemos contado con k.d. lang, Elton John, Mary J. Blige. Donamos nuestro dinero a la lucha contra el SIDA porque consideramos que nos representa como empresa".

La empresa elige la cara que representa a Viva Glam en base a sus vínculos con la causa, decía Mahon. Hasta el momento, el mayor éxito en ventas ha sido la ex vigilante de la playa Pamela Anderson, principalmente porque -en opinión de Mahon-, la actriz siempre fue muy abierta y honesta. "Se levantó y dijo: Tengo hepatitis… Nadie debería avergonzarse por contraer una enfermedad".

Desde que se creó este fondo la empresa ha donado más de 128 millones de dólares a varios proyectos relacionados con el SIDA, como por ejemplo 4,5 millones de dólares a una iniciativa de prevención y tratamiento en el Caribe, 100.000 dólares para un programa de intercambio de jeringuillas en Washington D.C., y unos 200.000 dólares para un proyecto de prevención y educación dirigido a jóvenes que viven al lado de la frontera mexicana, los cuales soportan un alto riesgo de infección.

Este compromiso con la causa consigue que los clientes de la empresa adquieran de nuevo más productos MAC; asimismo logra que los empleados no abandonen la empresa, sostenía Mahon. "La tasa de retención media de los empleados del sector es del 30% y nosotros tenemos una tasa de retención del 80%", señalaba. "Cuando les preguntamos por qué se quedan, uno de los principales motivos es el fondo para el SIDA". Los clientes también conceden importancia a las creencias que hay detrás de toda corporación, explicaba Mahon citando un estudio que concluyó que los compradores de eBay estaban dispuestos a pagar un 8% más por un bien si creían en la causa que su dinero iba a apoyar. "A los clientes les importa que hagas el bien en el mundo".

En 1995 Estee Lauder adquiría el 51% de MAC y el 49% restante tres años más tarde. A pesar de la actual recesión económica, la empresa sigue apoyando al 100% el fondo. Aunque el objetivo final de toda empresa es ganar dinero, Mahon afirmaba que el fondo es parte del ADN de la empresa, y que todo el mundo, desde los encargados de diseñar el producto hasta los que venden la línea de productos en las tiendas, quieren que el fondo tenga éxito.

Parte del reto de dirigir un fondo sin ánimo de lucro en una empresa con ánimo de lucro es trazar una línea entre ganar dinero para la empresa y ampliar el fondo. Un dato anecdótico: Mahon se sienta en las reuniones sobre ventas y se discuten las cifras de ventas de la semana previa; sin embargo, cuando planifica la financiación de los diversos proyectos debe utilizar datos sanitarios de hace varios años.

Observando de cerca las ventas

"Al final lo importante es que los vendedores nos dan sus márgenes; cuando Macy's vende un producto Viva Glam nos dan todo el dinero, y nosotros lo destinamos a proyectos". El fondo depende en su totalidad de las ventas Viva Glam, lo cual significa que cualquier descenso tendrá un efecto adverso sobre el mismo. El fondo espera distribuir este año 20 millones de dólares, la misma cifra del año pasado. Como el dinero se distribuye básicamente cada trimestre, el fondo puede reaccionar rápidamente si las ventas caen. "Tenemos una reserva de fondos para asegurar nuestras cantidades comprometidas y … ajustar nuestras donaciones de acuerdo con las ventas", explicaba.

El mayor reto de Mahon es elegir entre las 1.000 propuestas cuáles apoyará el fondo. A veces el fondo busca áreas que no están cubiertas por otros grupos, pero siempre estará al servicio de las poblaciones de alto riesgo de sufrir HIV/SIDA. Luego Mahon tendrá que decidir qué proyectos puede financiar el fondo y asegurarse de que los beneficiarios utilicen el dinero de forma adecuada.

La fundación también puede reforzar sus compromisos asociándose con otros filántropos. Cuando el fondo encuentra un programa que financiar intentará al mismo tiempo captar la atención de la Fundación Ford o de la Fundación Rockefeller para que también inviertan en el mismo, algo que le diferencia de la típica actividad filantrópica corporativa, afirmaba. "Las corporaciones no siempre saben asociarse con otras".

A pesar de la inestabilidad económica, las ventas de Viva Glam han sido bastante estables este año, señalaba Mahon, algo que atribuye -al menos en parte- a la lealtad de los clientes gracias al trabajo de la fundación. Pero incluso si las ventas descendiesen bruscamente a medida que la actual crisis financiera se extiende e intensifica, Mahon esperaba mantener todos los compromisos de MAC con el fondo contra el SIDA. "Desde la creación de la empresa nos hemos comprometido y forma parte del modelo empresarial y de la filosofía sobre quiénes somos", explicaba. De hecho, MAC utiliza la mensajería interna para que los clientes conozcan el impacto que tienen cuando compran un producto Viva Glam. "Estamos pensando introducir más mensajería interna, del producto a la causa y de la causa al impacto. Estamos trabajando con los vendedores para que puedan entender el programa y hablar a los clientes del mismo … directamente".

Crear un verdadero programa RSC basado en un producto es todo un reto, añadía Mahon, que previamente ha sido directora ejecutiva de God's Love We Deliver, una organización sin ánimo de lucro de la ciudad de Nueva York que apoya a personas con enfermedades graves, y antes había trabajado con Open Society Institute de George Soros. Una relación directa entre los productos o servicios de la empresa y el proyecto, advertía, proporciona una financiación con "gran poder de permanencia. Llegan tiempos duros para el comercio al por menor, y si el proyecto es un programa adicional y hay mucho menos dinero, es una parte del negocio que desaparece".

Mahon también sugería que los productos que apoyan un proyecto específico deben destacar y ser visibles. "Tiene que ser un producto central", dice. "Muchas empresas tienen una camiseta o una vela, o un producto que puedes coger mientras esperas en la cola de la caja … La gente no entra en nuestras tiendas para comprar velas".


Publicado el: 29/10/2008
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Rodrigo González Fernández
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CRISIS FINANCIERA: La crisis de crédito puede originar un nuevo orden financiero


Article ImageLa crisis de crédito puede originar un nuevo orden financiero

En medio de la batalla, es difícil saber cuál será el escenario después de que se calmen las cosas. Pero mientras el Gobierno lucha con la crisis económica, economistas y expertos en finanzas ya hacen algunas previsiones.

 

Individuos y empresas tendrán más dificultad para conseguir préstamos en los próximos años, aunque también es posible que estén menos dispuestos a contraer deudas. Habrá un mayor volumen de regulación financiera, o tal vez una mejor regulación, pero con seguridad la regulación no será menor. Se harán esfuerzos enormes para detectar lo que pasa en sectores que han sido considerados opacos, como los hedge funds, mercados de derivados y subsidiarias creadas con el objetivo de sortear las restricciones. Instrumentos como los CDS (credit default swaps), que ayudaron al derrumbe de AIG y de otras grandes instituciones financieras, adquirirán formatos más estandarizados, permitiendo que sean negociados en bolsas centralizadas, de tal modo que los valores sean más fáciles de determinar.

 

"Tenemos que crear un sistema en el que los participantes no amenacen la seguridad de la economía americana", observa Richard Marston, profesor de Finanzas de Wharton. "Creo que la crisis es lo bastante mala como para haber hecho sonar algunas alarmas. Ahora tenemos la oportunidad de hacer algo bien [...] más que desde hace muchas décadas".

 

El cambio más obvio en los mercados financieros es el nuevo papel del Gobierno como propietario mayoritario de los bancos del país, según el anuncio hecho el 13 de octubre, y cuyo modelo es el plan británico que está siendo adoptado en buena parte de Europa. Aunque esa nacionalización parcial sea temporal, incluso sus defensores demuestran desconfianza del exceso de poder del Gobierno en los negocios.

 

Franklin Allen, profesor de Finanzas de Wharton, teme también que el programa estimule el comportamiento arriesgado en el futuro al haber auxiliado a los bancos, beneficiando así a los actuales accionistas. Cuando el Gobierno se hizo cargo de Fannie Mae y Freddie Mac, no se perjudicó para nada a los accionistas. "Eso crea malos precedentes para el futuro", dijo Allen, llamando la atención sobre la posibilidad de que los contribuyentes se vean afectados si el programa no funciona todo lo bien que se ha anunciado.

 

Sin embargo, varios profesores de Wharton dicen que el plan, que prevé una inversión de 250.000 millones de dólares en nuevas acciones bancarias, tiene más oportunidades de éxito que el plan anterior, que preveía la compraventa de títulos respaldados por hipotecas y otros activos malos. Esta última medida no se ha descartado, sólo que ahora conllevará cerca de 100.000 millones de dólares en compras, en vez de 700.000 millones.

 

"Creo que podemos llamar al nuevo plan, Plan B, que es mucho mejor que el Plan A", dice Marston, añadiendo que Paulson actuó bien al convocar a los ejecutivos de los nueve mayores bancos del país pidiéndoles que pusieran el plan en práctica para que los bancos menores no tuvieran miedo.

 

El nuevo plan obtendrá el dinero que necesita mucho más deprisa que el plan que preveía la compraventa de activos, lo que podría llevar meses, e incluso años, dice Marston. Además de eso, él considera el proceso más eficiente, porque impide la posibilidad de apalancamiento. La compraventa de un activo de 1 dólar da al banco la posibilidad de prestar 1 dólar, pero la compraventa de 1 dólar en acciones permite al banco prestar un volumen mayor de dólares, en una relación de 10 a 1 entre activos y acciones.

 

El contribuyente podría obtener alguna ventaja con el plan inicial si, al final, el Gobierno vendiera los activos adquiridos por un valor superior al precio pagado por ellos. Eso, sin embargo, no sucederá, porque los bancos tienden a vender sus peores activos como, por ejemplo, los títulos respaldados por hipotecas impagadas o ya ejecutadas, según explica Marston.

 

Según el nuevo plan, si el precio de la acción de un banco sube, el contribuyente podrá recuperar su inversión e incluso obtener ganancias. Además de eso, el Gobierno tendrá derecho a un 5% de los dividendos sobre la inversión hecha en los primeros cinco años y luego a un 9%. Tendrá incluso el derecho de comprar más acciones. "Muchos economistas apoyan el plan porque lo consideran más ventajoso para el Gobierno", señala Marston. Pero añade que el nuevo plan tampoco está libre de riesgos. "Lo que me incomoda del plan, creo yo, es lo mismo que contrariaba a Paulson desde el principio. En otras palabras, el grado de firmeza del Gobierno a la hora de escoger qué bancos sobrevivirán".

 

Aunque el programa tenga como objetivo estimular los préstamos de un banco a otro, sólo será capaz de resolver la crisis si conlleva un volumen mayor de préstamos para empresas y otros prestatarios de fuera del sector bancario, observa Jeremy J. Siegel, profesor de Finanzas de Wharton, añadiendo que incluso con mucho dinero en la mano, es posible que los bancos mantengan el grifo de préstamos cerrado ante el temor de que los prestatarios no sean capaces de pagar la deuda contraída si el mundo cae en una recesión más profunda.

 

El 14 de octubre, un día después de anunciar el plan, Paulson dijo que los bancos que recibieran inversiones del Gobierno deberían prestar el dinero en vez de "guardarlo". Sin embargo, el programa tal vez funcionara mejor si el Gobierno ofreciese garantías a los bancos para que concedieran préstamos a las empresas, dice Siegel. "No creo que la inyección de capital [...] proporcione una cura instantánea para todo".

 

Suponiendo que la inyección de capital haga que los bancos concedan préstamos nuevamente, ¿qué sucederá luego? Kent Smetters, profesor de Seguros y de Gestión de riesgo de Wharton, señala que el Congreso u otro órgano gubernamental puede recurrir a la participación pública en las instituciones rescatadas para la promoción de objetivos sociales, presionando a los bancos a hacer préstamos arriesgados para grupos favorecidos, por ejemplo.

 

Para minimizar ese tipo de influencia, Paulson dijo que las acciones adquiridas por el Gobierno serán preferentes (sin derecho a voto). Pero sería posible reducir aún más el riesgo si se crearan normas que exigieran que las personas encargadas de la administración del programa lo gestionaran en beneficio de los accionistas de los bancos — el contribuyente y otros —, tal y como ocurre normalmente en los fondos de inversiones, dice Smetters. El programa, añade, no se deberá usar con la intención de intentar "poner en práctica políticas que deberían ser implementadas por otras áreas del Gobierno" como, por ejemplo, la concesión de hipotecas baratas para personas con crédito frágil. Ese tipo de presión del Congreso llevó a la situación en la que se encontraban Fannie Mae y Freddie Mac.

 

Seguirá habiendo poco dinero

Incluso con el programa en vigor, los prestatarios descubrirán que será más difícil conseguir crédito a partir de ahora que en la época del dinero fácil que precedió a la crisis. Quien quiera comprar una casa actualmente, necesita dar una entrada del 10% o del 20% y demostrar que tiene renta para costear un préstamo. Los préstamos que permitían al prestatario decidir cuánto podía pagar cada mes, han desaparecido. La gente con un mal historial de crédito tiene una dificultad mucho mayor para contratar préstamos.

 

Las empresas también están teniendo dificultades para conseguir préstamos puesto que los acreedores están más preocupados ahora de que les devuelvan lo que prestaron. El mercado decommercial paper [obligaciones de corto plazo], utilizado por las empresas para obtener préstamos de bajo coste a corto plazo, se ha congelado, y partes del nuevo plan de inversión en los bancos tienen como objetivo ponerse a funcionar otra vez.

 

La utilización de commercial paper ha prosperado en las últimas dos décadas, en gran medida porque el crecimiento de los fondos del mercado monetario era una fuente generosa de dinero para esos préstamos. Los inversores se beneficiaban de eso porque los mercados monetarios pagan intereses mayores que las cuentas de ahorro de los bancos.

 

El mercado de commercial paper debe recuperarse, sin embargo la experiencia reciente deberá hacer que las empresas adopten un comportamiento más conservador en ese aspecto, según dice Allen. Muchas empresas recurrieron a ese mercado para cubrir necesidades de largo plazo, saldando regularmente los préstamos mensuales a través de la contratación de nuevos préstamos. Esto dejó a muchas de ellas sin dinero en caja justo cuando la crisis cortó el flujo. "Creo que el mercado decommercial paper va a reducirse mucho", dice Allen. "Las personas se sienten inseguras a la hora de financiar activos de largo plazo con títulos de corto plazo". En el futuro, añade Allen, las necesidades de largo plazo se deberán financiar con nuevas acciones o con la emisión de obligaciones.

 

Otra razón por la cual la obtención de crédito va a resultar más difícil: los grandes bancos de inversión se vendieron o se transformaron en bancos comerciales, cuyas exigencias de capital son más severas. Aunque algunos bancos de inversión hayan apostado 30 dólares para cada dólar que poseían, el coeficiente de los bancos comerciales es de 10 a 1.

 

La mayor parte de los expertos cree que la crisis actual hay que enfrentarla como una situación fuera del normal, y no como una caída exagerada del ciclo económico normal. Muchas de sus causas requieren estudios más profundos, sin embargo el consenso parece ser que el próximo presidente y el Congreso tendrán que pasar revista al sistema regulatorio, formado por varios remiendos añadidos a lo largo de las últimas siete décadas. Nadie tiene un plan en el momento, pero algunos temas ya están saliendo a relucir.

 

Para evaluar los riesgos inherentes al sistema, los órganos reguladores deberán requerir mayor transparencia. Eso exigirá un análisis más detallado de la forma en la que se usa el apalancamiento y por quién, y qué instituciones están acumulando posiciones agresivas en derivativos volátiles como loscredit default swaps. "Lo que necesitamos saber es en cuánto riesgo macro incurren las diferentes empresas y grupos de fondos, ya que, en una crisis, eso podría ser nocivo para la economía", dice Siegel. "Tenemos que traer transparencia al mercado de credit default swaps y de derivados. Se trata de una necesidad que se hará realidad".

 

Smetters observa que aunque la transparencia sea importante, es difícil conseguirla en la medida correcta. Arrojar demasiada luz sobre los asuntos de una empresa puede comprometer su ventaja competitiva, desincentivando la innovación y el riesgo. Sin embargo, exigir a las empresas que presenten sólo informaciones generales puede transmitir una visión distorsionada de ella a quien está fuera. Informes con informaciones sobre el total de derivados de una empresa pueden hacer que parezca demasiado arriesgada, mientras que determinados activos pueden acabar neutralizando los riesgos de otros, observa Smetters. "No creo que alguien haya pensado en eso".

 

El balance patrimonial

Marston dice que los órganos reguladores necesitan combatir de nuevo el uso de entidades que no recorten el balance patrimonial — subsidiarias creadas con el propósito de sortear regulaciones que afectan a la sociedad controladora. Aunque haya habido un empeño en el sentido de proscribir este tipo de cosas después del colapso de Enron al principio de la década, la crisis reciente ha mostrado que se siguió usando el artificio con el objetivo de añadir y ocultar posiciones arriesgadas de apalancamiento elevadas. "Si la actividad X se prohíbe a los bancos, ellos crean una institución no-financiera para ejercer aquella actividad", dice Marston. Puesto que los negocios siempre recogerán medios de sortear las reglas, "es preciso que tengamos un sistema regulatorio tan creativo como ellos".

 

La supervisión de los diferentes tipos de títulos necesita ser más consistente, añade Marshall E. Blume, profesor de Finanzas de Wharton, resaltando que las apuestas en acciones individuales pueden ocurrir ahora de diversas formas — por la compraventa pura y simple de acciones, o por medio de futuros, opciones o contratos de swaps basados en esas acciones. La SEC (Comisión del Mercado de Valores de EEUU) supervisa el mercado bursátil, mientras la Comisión Reguladora de Operaciones a Futuro con Commodities regula el mercado de futuros y de opciones, sin embargo el mercado deswaps, que muchas veces negocia contratos a medida para entidades específicas, no tiene prácticamente ninguna regulación.

 

Todos los títulos cuyos valores aumentan o disminuyen de acuerdo con la salud de la empresa subyacente deberían ser tratados de la misma forma, dice Blume. "Si ellos tienen retornos iguales a los de una acción, pero son llamados swaps, entonces es probable que todavía se trate de acciones. Siempre que pienso en derivados imagino un cuchillo afilado", añade. "Son buenos para evaluar riesgos. Cuando se usan debidamente, son de gran valor, y no debería haber nada que prohibiera esa evaluación de riesgo". En los mercados actuales, sin embargo, "las regulaciones existentes no se han mantenido actualizadas respecto a esas nuevas herramientas".

 

El mejor ejemplo de la crisis actual es el credit default swap, un tipo de póliza de seguro. Tal y como en el seguro del coche, el comprador hace pagos regulares al vendedor, que le da cobertura si ocurre un evento cualquiera, lo mismo que una empresa que deja de pagar las partes de su deuda o se declara en suspensión de pagos. Un comprador, que haya prestado dinero a la empresa, o un negocio, que esté esperando un pago de esa empresa, puede recurrir al credit default swap para contratar una cobertura por si la empresa deja de cumplir con sus obligaciones.

 

Pero tales instrumentos también pueden usarlos los especuladores que apuestan por la mayor o menor idoneidad crediticia de la empresa. Con el agravamiento de la crisis hipotecaria en los últimos dos años, la idoneidad crediticia de muchas empresas ha descendido, dejando a empresas como AIG y Bear Stearns con obligaciones elevadas de pago a los propietarios de coberturas de swaps. Aunque las compañías de seguros estén obligadas a mantener un volumen suficiente de dinero en caja para pagar las coberturas, no ocurre lo mismo con quien emite los swaps.

 

"Usted, probablemente, quiera que haya algunos requerimientos para el capital", dice Siegel, destacando que aunque no haya ninguna exigencia regulatoria, los inversores pueden exigirla. Allen añade: "Debería haber una exigencia de capital y los credit default swaps (CDS) deberían regularse".

 

Otro problema: los CDS y varios títulos respaldados por hipotecas son personalizados de tal forma que resulta difícil medir su valor diario. Después del estallido de la burbuja inmobiliaria — y del consecuente incumplimiento de los prestatarios — los swaps y los títulos respaldados por hipotecas ligados a esos pagos han perdido valor, pero no se sabe a ciencia cierta cuánto. Los acreedores, preocupados por desconocer el endeudamiento de los prestatarios, evitaban prestar, desencadenando la crisis de crédito.

 

Marston dice que el mercado necesita más transparencia y un medio mejor de fijar valores a medida que las condiciones cambian. Eso se podría hacer si el sistema de negociación actual fuera sustituido por una bolsa centralizada y una mayor estandarización de esos productos. "El problema es que no tenemos la mínima idea del tamaño del mercado de swaps, que no está supervisado", dice Marston. "¿Sería algo tan terrible que se negociaran esos instrumentos en bolsas organizadas? Esa es la pregunta que el nuevo presidente tendrá que formular".

 

Aunque haya rumores de que eso es lo que sucederá, no se sabe si el mercado lo hará por su cuenta o si será preciso que los órganos reguladores lo estimulen. "Cuando las cosas se personalizan, suelen girar en torno a un lugar central de negociaciones", dice Blume, "y es lo que le ha sucedido a los derivativos de crédito. Si el Gobierno facilita ese cambio, de manera que la negociación tenga lugar en bolsa, tanto mejor".

 

Sea como que sea, es probable que esos instrumentos no continúen generando los riesgos que produjeron recientemente porque los inversores y emisores perjudicados tendrán más cuidado a partir de ahora. El mundo de los negocios y los mercados financieros deberán volverse muy conservadores y cautelosos. "Yo me atrevería a decir que en los próximos años, no tendremos excesos en los mercados financieros", dice Blume. "No creo que los mercados caigan en los mismos errores de los últimos años".


Publicado el: 29/10/2008
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Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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